Colaboración fraguada en Puerto Rico

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La colaboración entre las dos científicas surgió en 2011 durante un congreso en San Juan, Puerto Rico, al que ambas habían sido invitadas, y se concretó tras un encuentro casual en un café y un paseo por la zona vieja. Juntas fueron capaces de recrear las tijeras genéticas del Streptococcus pyogenes y simplificar sus componentes moleculares para facilitar su uso, luego las reprogramaron para controlarlas y poder cortar cualquier molécula de ADN en un lugar predeterminado, "reescribiendo" así el código de la vida en un "trascendental" descubrimiento publicado en 2012.