Equidad de género y pandemia
El reporte de Naciones Unidas sobre cómo ha crecido el trabajo no remunerado en pandemia levanta una fuerte advertencia: se pueden perder 25 años de avances en equidad de género por esta emergencia sanitaria.
¿La razón? Las mujeres han tomado cada vez mayor responsabilidad en las labores domésticas durante la crisis sanitaria, cuidando niños o asumiendo las labores del hogar. El número de mujeres empleadas tuvo un mayor retroceso que en el caso de los hombres; al final del primer semestre había 1,7 veces más mujeres sin empleo por cada hombre desempleado. En América Latina esta diferencia crece a 2,1 veces; y, además, el informe prevé que 118 millones de mujeres caerán en situación de pobreza este año.
Estos datos recolectados en 38 países, muestran cómo en nuestra región pareciera que la mujer tiene más responsabilidad en las labores del hogar que el hombre. La importancia de los derechos humanos es indiscutible, al igual que la equidad de género que, como vemos, aunque se defienda y se promueva, aún no se instala.
El que más mujeres salgan del mercado laboral para hacerse cargo de las labores domésticas de cuidado de niños o adultos mayores, representa no solo un retroceso para la equidad de género, sino para el desarrollo de las economías de los países en desarrollo como el nuestro. No podemos volver a crecer como país dejando al género femenino a un lado. En las políticas proempleo que se implementan en estos días, la mujer debe ser protagonista.
Kathrine Liepins, Directora General de Vinculación con el Medio y Comunicaciones Universidad de Las Américas
Frente Amplio
Los últimos movimientos al interior del Frente Amplio vienen a confirmar la máxima que dice: «donde hay dos izquierdistas, hay a lo menos tres facciones». La izquierda no es diversa, es dispersa y su variedad se explica más por los liderazgos y las rencillas internas que por las ideas y valores que representan. Una de las virtudes del Frente Amplio era la capacidad de "barrer para dentro" esa cualidad endémica de su sector. Hoy, con la salida de partidos y parlamentarios ha demostrado que su capacidad de convocatoria está en cuestión. Es paradójico que, aquellos que más llaman a fortalecer los lazos de comunidad a través del Estado, sean tan individualistas y atomizadores a la hora de generar pactos políticos. Esto no hace más que demostrar que con lo propio todos somos liberales.
Juan L. Lagos Fundación para el Progreso
El germen del Trumpismo
Durante el docureality trash en el que se transformó la elección estadounidense, una conocida periodista chilena reporteó uno de los últimos actos de campaña de Donald Trump. Entre los gritos, mensajes religiosos y la casi total ausencia de mascarillas, algunos asistentes hablaron. "El presidente Trump dice las cosas como son", se repetía, con una u otra fórmula. Trump, según ellos, decía la verdad, lo que todos pensaban y que no se atrevían o no tenían la plataforma ni la protección legal para hacer.
Y eso nos lleva a hacer algunas aclaraciones. Decir las cosas como son obliga a que, en primer lugar, las cosas sean. Es decir, debe existir un grupo mayoritario de personas que sientan que su realidad es abusiva y precaria, además de inalterable. Se debe incubar una rabia respecto a la injusticia de su situación que no sea canalizada por la clase política, que actúa ensimismada y sorda a esas sensaciones por considerarlas vulgares y poco convenientes para sus intereses.
La habilidad de Trump ha sido encarnar esa rabia. Él es un hombre enojado. Blanco, heterosexual y millonario, sí, pero capaz de sintonizar con esa rabia y utilizarla.
Usar: un verbo clave en este fenómeno. Vampirizar un partido hasta transformarlo en una mera herramienta para presentar candidaturas a dedo, obligando a figuras moderadas a replegarse, someterse o exiliarse. Votar para expulsar, forzar a los adversarios a transformarse en enemigos y como tales, sufrir las consecuencias de la rabia. Finalmente, limitar las ideas políticas a la performance frente a las cámaras, pero a la hora de votar, aliarse con quien sea cuando convenga para alcanzar los fines.
Este tipo de neopopulismo del espectáculo, que dice interpretar los pensamientos ocultos de los ciudadanos a través de performances congresales y amenazas televisivas, ya está en Chile. Últimamente se ha dedicado a mandar a los viejos políticos para la casa, sin ticket de retorno y con cambio de pañales incluido. Es nuestro deber identificar y exponer a este tipo de germen populista, pues representa un verdadero peligro para nuestra democracia.
Fernando Cruz Escritor y sociólogo