Clases y pandemia
Desde fines de febrero fuimos testigos de un nutrido debate entre las autoridades del MINEDUC y diversos sectores del mundo educacional, entre ellos el Colegio de Profesores, sobre la conveniencia y posibilidad de retornar a clases presenciales. Todo tipo de argumentos se esgrimieron de ambos lados, los que como en toda situación tenían siempre algo de razón. Sin embargo, el MINEDUC fue insistente en que tenían que iniciarse las clases de todos modos, fundamentando ello en el aporte de lo presencial, lo que nadie discute.
Así empezaron a funcionar jardines infantiles, escuelas y liceos, los que no siempre estaban del todo preparados ya que el personal y docentes tenían sus vacaciones en febrero y se reencontraron el 1ero de marzo. Los datos sobre cuántos establecimientos iniciaron difieren y no todos se han hecho públicos, en especial, en educación parvularia.
Pero en toda esta discusión parece increíble que no se haya tenido más en cuenta lo que era obvio y que, desde el sector de Salud y con las experiencias de Europa, sumado a los casos de enfermedades asociadas al Covid como el PIMS en menores de edad, no hayan sido considerados. Esta semana, casi 14 millones de chilenos estarán en cuarentena por el rebrote postvacacional. Por tanto, nuevamente se cierra la mayoría de aquellos establecimientos que lograron abrir por algunos días y siguen casi todos en clases remotas, en especial, en las comunas de más escasos recursos que son siempre los más desfavorecidos.
Sin duda que para aquellos niños, niñas y jóvenes que pudieron reencontrarse fue positiva la experiencia, en especial, emocionalmente, pero lo cierto es que sabíamos que el primer semestre escolar iba a desarrollarse en un cuadro de incertidumbre y riesgos. De esta manera vuelven las educadoras y profesores a preparar rápida y esforzadamente sus clases remotas, cuando quizás desde diciembre podría haberse preparado mejor el inicio de este año por parte de equipos de trabajo con experiencia, elaborando materiales educativos de calidad, que los que puede contar un docente con sus limitados recursos. Lo mismo es válido para JUNAEB y sus prestaciones.
Esperamos que las políticas y medidas educacionales sean realmente co-construidas con la experiencia y visión de todos, pensando en lo mejor para nuestros niños y niñas, y no se constituyan en un campo de debate perdido donde se gastan esfuerzos y tiempo en hacer lo que es realmente necesario.
Dra. M. Victoria Peralta, premio Nacional de Educación y académica UCEN
Autismo y salud mental de sus cuidadores
Cuando se habla de Trastorno del Espectro Autista (TEA), inevitablemente se piensa en la persona que presenta dicha condición y el arduo camino que significa su inserción en la sociedad, sin embargo, es poco frecuente detenerse a analizar la salud emocional de los adultos y familiares que están a cargo de su crianza y protección.
Cuantiosos son los estudios que dejan en evidencia las múltiples necesidades de bienestar emocional del cuidador de personas con TEA. Entre ellas, falta de tiempo libre, debido a los problemas de conducta de su hijo o la propia severidad del trastorno; dificultad en el proceso de afrontamiento por el que pasan los padres, y complicaciones derivadas de trastornos del sueño y alimentación del hijo, entre otras causas.
En este sentido, es predecible que las madres sean las más afectadas emocionalmente, pues con frecuencia recae en ellas el cuidado casi completo de su hijo, y son las que día a día deben hacer modificaciones importantes en sus rutinas a causa de los comportamientos ritualistas, desregulaciones conductuales o poca flexibilidad cognitiva de sus hijos.
Ante el presente panorama, la luz de esperanza debiera también ser centrada en la educación del cuidador, es decir, los padres debiesen acceder a información clara y práctica para comprender el diagnóstico desde los desafíos y no desde las debilidades, con metas de corto y mediano plazo, recibiendo una orientación basada en el conocimiento de expertos altamente calificados. Eso generaría seguridad y permitiría la elaboración de estrategias llevadas a lo cotidiano, resultando más exitosas y acordes a las características de cada hijo.
A su vez, si este proceso de formación va acompañado por una contención emocional que tenga en cuenta las etapas de afrontamiento por procesos de identificación, teniendo a otras madres que estén viviendo situaciones similares como referencia, el proceso de tener un hijo con autismo no tendría el mismo impacto.
Finalmente, no se debe olvidar la importancia de enseñar a los cuidadores a comunicarse con su hijo, entendiendo que no existe el niño que "no se comunica", sino lo que importa es la interacción diaria.
Alejandro Soto, docente Escuela de Fonoaudiología UDLA