Correo
El modo es el mensaje
Estamos frente a uno de los mayores desafíos colectivos de nuestra historia: una pandemia que cobra miles de vidas y que nos deja la herencia de un país de dolorosos rezagos en pobreza, educación, ingreso, salud entre otras dimensiones significativas de la experiencia humana.
En nuestra experiencia trabajando junto a comunidades que enfrentan la pobreza y la injusta desigualdad que caracteriza a nuestro país, sabemos que la clave para construir y avanzar es la confianza, la colaboración y la participación conjunta en las decisiones. Esta clave requiere diálogo profundo, y la empatía que el contacto honesto provoca.
Colaboración, diálogo y confianza fueron máximas que nos permitieron poner en marcha una gran alianza, el Fondo de Respuesta Comunitaria, que levantamos junto a decenas instituciones convencidas de hacer la diferencia. Esta alianza se puso al servicio de proyectos levantados por las comunidades para enfrentar los efectos de la pandemia, potenciando sus activos comunitarios, descentralizando recursos económicos para impulsar más de 200 proyectos que respondieron a necesidades de alimentación, abastecimiento de agua, acceso a la educación y salud mental. Este apoyo permitió que cada iniciativa, vital y necesaria en esta pandemia, se mantuvieran firme durante el periodo más exigente de esta crisis y estuvieran junto a sus vecinos dando comida, conexión, aliento y esperanza.
No esperábamos vivir lo que hemos vivido estos meses: la enfermedad y la muerte, el hambre, la soledad y la profunda inequidad que han venido asociados a la pandemia por COVID-19. Pero estas crisis que remueven pueden ser también una oportunidad de transformación.
En tiempos convulsos como estos, el modo de hacer es el mensaje. En un país que manifestó por amplia mayoría querer discutir y decidir en conjunto qué sociedad queremos construir, qué derechos debemos garantizar, qué futuro vamos a impulsar, hemos tenido la oportunidad de vivir una enorme experiencia de colaboración y transformación colectiva. Una vez más las agrupaciones de la sociedad civil pueden construir un puente articulado por donde la ayuda pueda llegar a cada persona de una comunidad restaurando el sentido de dignidad, que vivir en pobreza y exclusión socava en un gran número de chilenos y chilenas, y también sumar a comunidades excluidas al diálogo más importante de nuestra historia.
Arturo Celedón, director Ejecutivo Fundación Colunga
Obesidad
Desde el 2010 que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido la obesidad como una pandemia debido al incremento y su alcance a nivel mundial. En la actualidad, según los datos entregados por el Ministerio de Salud (MINSAL) más del 74% de la población chilena cursa con algún grado de sobrepeso u obesidad. Sin duda alguna, la pandemia por coronavirus ha contribuido a incrementar estas cifras debido al aumento en factores de riesgo como el sedentarismo y el aumento en el consumo de comida rápida lo que genera un desequilibrio entre la ingesta y el gasto de energía.
Debido a que la obesidad es multifactorial, debemos generar medidas para hacerle frente desde distintas aristas, sobre todo tomar en cuenta la situación socioeconómica de las familias de menores ingresos que tienen una capacidad limitada para seleccionar alimentos. Debemos continuar haciendo énfasis en promover una alimentación sana y estilos de vida saludables (como fomento de la actividad física, prevención del tabaquismo, del consumo de alcohol y drogas, además de promover la salud mental) especialmente en la población infantil. Asimismo, se deben tomar medidas para estabilizar los precios de alimentos que en el último año han incrementado considerablemente su valor y que son indispensables para la buena nutrición (frutas, verduras, productos lácteos, huevos y carnes bajas en grasa).
Elizabeth Sánchez, USS
Mujeres en directorios
La presencia de mujeres en directorios de empresas del IPSA llega a un 14%, ¡lo que corresponde a la participación más alta de la historia! Esta noticia no puede sino alegrarnos porque supone un paso para acortar la brecha de género en las corporaciones.
Sin embargo, la participación sigue siendo muy baja en comparación con países desarrollados, donde la cifra va desde un 28% en EE. UU. a un 45% en Francia, por ejemplo. El liderazgo femenino, entre otras cualidades, se caracteriza por la colaboración, la innovación, la empatía y la inclusión, características muy necesarias para el presente de las organizaciones. Por eso, confío en que estas decisiones permitan que cambiemos antiguos paradigmas y no veamos a la mujer en la alta dirección como una cuestión solo de cuotas o de reputación corporativa, sino como el aporte real y necesario que somos para las empresas.
Marcela San Vicente