Correo
Hablando del sueldo de los constituyentes
Es interesante volver al tema de la remuneración en los cargos de elección popular, ya que algunos constituyentes consultan por un aumento de éstos. Por lo mismo, es necesario saber que desde los inicios de la democracia en Atenas, el ejercicio de un cargo público era entendido como un deber de los ciudadanos hacia la Polis, es decir, era gratuito. Ya fue en la Constitución de 1980 en la cual se establece que diputados y senadores reciben por sus funciones una dieta que es equivalente a la remuneración de un ministro de Estado incluidas todas las asignaciones que a éstos correspondan.
El argumento detrás de los sueldos de parlamentarios es que tienen como objetivo democratizar el acceso a un cargo público, entendiendo que los gastos de esta función correrán por parte del Estado y obtendrán una remuneración por esto. De esta forma permite que personas sin grandes rentas puedan ejercer la función parlamentaria. El segundo argumento, es que un alto sueldo disuade de acciones corruptas, tráfico de influencias, conflictos de interés, etc., bajo el supuesto de que, al incurrir en una ilegalidad, pierden el cargo público y la suculenta dieta. De todas las posibles fallas y errores que se pueden producir de esta maravillosa e irrefutable lógica, me voy a fijar en dos. La primera se refiere a la completa ausencia de mecanismos de accountability ciudadana hacia las autoridades públicas electas. Un gran sueldo que es financiado por todos los chilenos conlleva una gran responsabilidad, pero si no existen los medios para "castigar" a los políticos que incurren en actos de corrupción, es peligroso una gran remuneración. En segundo lugar, tampoco tiene sentido que la labor parlamentaria no sea dedicación exclusiva, no debería considerarse como un trabajo normal, es la misma representación del poder legislativo, por lo mismo requiere de la máxima disposición de las personas a ésta. Esta labor debería ser exclusiva.
Es deber nuestro como ciudadanos y ciudadanas exigir a nuestra clase política la responsabilidad y transparencia que requiere la función parlamentaria y constituyente.
Carlos Zirotti , cientista Político
El problema son las personas
Las imágenes de la multitudinaria fiesta en las calles del Barrio Bellavista es el reflejo de un Chile inconsciente y desconectado con la realidad sanitaria del país. Y no tan solo eso, lamentablemente los protagonistas son los jóvenes que en la actualidad repletan los servicios de urgencia por COVID.
El plan de vacunación ha sido aplaudido no solo en Chile, sino que también en el extranjero por lograr unos altos niveles de participación. Pero tristemente, solo en la Región Metropolitana hay cerca de 300 mil personas que aún no se han vacunado, siendo el grueso de los rezagados la población más joven.
Aquí el problema no son las medidas sanitarias que se tomen, porque las fiestas masivas no discriminan la fase en que se encuentre la comuna o qué plan se está implementando. A veces el problema son las personas, y ante eso, no sé si hay mucho que hacer..
Josefa Hernández, funcionaria de Salud
La responsabilidad es de todos
El segundo semestre de este 2021 viviremos importantes elecciones que marcarán el futuro de nuestro país.
Bajo este escenario, resulta claro que las redes sociales son estratégicas en la comunicación de los candidatos. Ya hemos visto lo que puede generar un tuit en el mundo, desde el caos en servicentros por una supuesta escasez de gasolina, hasta acusar un fraude electoral inexistente que generó el asalto al Capitolio. Un estudio de Twitter realizado en España por parte de investigadores de la Universidad de Jaén, demostró que cuanto más negativo es un tuit que tiene contenido político, más probabilidades de ser retuiteado.
Quienes realizaron el trabajo utilizaron un modelo matemático que considera variables como el contenido, cantidad de retuits, cuántas palabras positivas o negativas tiene y la información del usuario que lo emitió, entre otros detalles.
De todas formas, no hay que ser experto para saber que lo anterior es una motivación para que se propaguen los mensajes de desinformación y desprestigio, sobre todo considerando que el alcance de dichos mensajes será mayor que las ideas y definiciones de un postulante. A raíz de esto resulta imperante pedir responsabilidad a los equipos de campaña y diseñadores de la estrategia comunicacional, y a quienes aspiran a llegar a cargos de máxima representación popular.
También a los que están presentes en esas plazas públicas digitales, sean militantes, simpatizantes o personas lejanas a la política. La responsabilidad es de todos para intentar contener un tsunami de opiniones que puede desbordar la misma plataforma y sus herramientas de control. No vale lo mismo ganar a cualquier precio o al menos no debería.
Eduardo Castillo, docente UDLA