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Piñera defiende IFE extendido y se lanza contra cuarto retiro

OFENSIVA. Llamó a no dejarse "encandilar por populistas y demagogos". También firmó proyectos para modernizar gobiernos corporativos de empresas y servicios públicos.
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Redacción

La ofensiva de La Moneda en contra de la posibilidad de que el Congreso legisle un cuarto retiro de fondos previsionales vivió ayer un nuevo episodio, luego que el Presidente Sebastián Piñera llamara "populistas" a sus patrocinadores e invitara a los ciudadanos a no caer ante "cantos de sirenas".

"Yo sé que mis compatriotas son muy inteligentes. No se dejen encandilar por los cantos de sirenas, los populistas, los irresponsables y los demagogos que están dispuestos a hacer cualquier cosa con tal de ganar un voto", aseguró el jefe de Estado en alusión a las iniciativas que proponen nuevos giros desde las AFP.

Defensa del IFE

El mandatario además defendió el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), principal herramienta de apoyo económico instaurada desde el Ejecutivo, y que la semana pasada fue ampliada en dos meses, como parte de los intentos por "bajar" nuevos retiros.

Esa medida ha sido criticada por economistas y exautoridades, entre ellas Nicolás Eyzaguirre y el académico de la U. de Chile Joseph Ramos, quien llamó a refocalizar recursos fiscales y a evitar un "sobrecalentamiento" de la economía.

En ese sentido, Piñera aseveró que el IFE "es para tiempo de emergencia; igual que la vacuna, es un poderoso instrumento para combatir la pandemia, recuperar buenos y nuevos empleos".

El Presidente además aseguró que comparte con los críticos de la medida "la necesidad de empezar ahora a recuperar los equilibrios fiscales, la responsabilidad en las políticas públicas, porque creo que hay terminar con el populismo, la demagogia, la irresponsabilidad que significa pan para hoy y hambre para mañana".

MERITOCRACIA

Los dichos de Piñera fueron en el marco de la firma de dos proyectos de ley en el marco de la Agenda de Modernización del aparato estatal: uno para modernizar los gobiernos corporativos de empresas y servicios públicos, incorporando criterios de "mérito" por sobre políticos; y otro para expandir la estructura del Sistema de Alta Dirección Pública a los directorios del Sistema de Empresas Públicas (SEP) y fortalecer la Dirección Nacional del Servicio Civil.

Según el gobernante, la iniciativa "busca que sea el mérito y la igualdad de oportunidades los principios rectores para poder acceder al Estado y para poder acceder a los empleos públicos y, por tanto, dejar de lado los amigos, los pitutos o simplemente la antigüedad".

Añadió que "la pandemia nos ha mostrado con mucha elocuencia la importancia de contar con un Estado moderno y ágil al servicio de la ciudadanía" y mencionó el rol clave de ideas como la Comisaría Virtual.

Confirman renuncia de Martorell

El Presidente Piñera confirmó ayer que la subsecretaria de Prevención del Delito, Katherine Martorell, renunciará a su cargo. La abogada de 39 años y militante de RN se sumará el equipo programático de la candidatura presidencial de Sebastián Sichel (Ind.). El mandatario agradeció el "compromiso, entrega, dedicación y talento con que enfrentó su difícil tarea", asegurando que "estamos perdiendo una gran servidora pública". El abanderado de Chile Vamos, en tanto, dijo que era "un orgullo" sumarla en su staff.

Fiscalía solicita formalizar a exdirector de la PDI por desvío de $140 millones

INVESTIGACIÓN. CDE concretó querella contra Héctor Espinosa y su cónyuge.
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El Ministerio Público, a través de la Fiscalía de Magallanes, ingresó ayer un escrito en el Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago, con el objetivo de solicitar la formalización del exdirector general de la Policía de Investigaciones (PDI), Héctor Espinosa Valenzuela, por supuesta malversación de caudales públicos por unos $140 millones de pesos, correspondientes a gastos reservados de la institución.

Al retirado oficial se le responsabiliza además por presunta falsificación de instrumentos públicos y lavado de activos, y en sus cuentas bancarias se verificaron más de 50 depósitos en dinero en efectivo, entre 2015 y 2017, la mayor parte de ellos realizado por el subcomisario Eduardo Villablanca, que oficiaba como ayudante del entonces director de la institución y quien -además de ser testigo en el caso- también será formalizado por el Ministerio Público. Villablanca, según reveló Emol, relató que Espinosa "llegaba con los dineros en efectivo en la mano, y me los pasaba con las instrucciones de cuanto debía depositar en cada cuenta".

En los hechos también está involucrada la cónyuge de Espinosa, María Neira Cabrera, funcionaria del Servicio de Impuestos Internos (SII), quien habría recibido varios de estos pagos en su cuenta y quien, además, en 2018 concretó la compra de propiedades -entre ellas estacionamientos y un departamento- por 439 millones de pesos, razón por la cual está siendo investigada.

Según el escrito ingresado por el fiscal regional de Magallanes, el exdirector de la PDI dispuso en los años mencionados de alrededor de 1.300 millones de pesos por concepto de gastos reservados, de los cuales ocupaba entre 30 y 97 millones de pesos mensualmente en promedio, bajo justificación de desarrollar actividades de vigilancia por narcotráfico y otras tipificadas en la Ley de Inteligencia.

Este lunes, el Consejo de Defensa del Estado (CDE) presentó la querella contra el exdirector de la PDI y su cónyuge.

Carlos Peña

El problema de la lista del pueblo

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La lista del pueblo ha estado en los titulares de estos días por la rocambolesca elección, o intento de elección, de su candidatura presidencial y por su rendición de cuentas por los gastos electorales, abundantes en familiares y en cercanos.

Pero no vale la pena quedarse en esos detalles (censurables, claro, aunque no muy distintos, dicho sea de paso, a los que han exhibido con creces partidos de larga tradición) y es mejor preguntarse qué significa un movimiento como ese para la política chilena.

Para saberlo hace falta un leve rodeo.

Ernesto Laclau, un brillante intelectual argentino de amplia influencia en el mundo académico (lo que no es lo mismo que decir cabalmente entendido por el mundo académico) describió la sociedad contemporánea como una sociedad dislocada. Con ello quiso decir que la nuestra era una sociedad que había perdido su centro, desperdigándose en múltiples actores e identidades. De esta manera, agregó, ni la sociedad, ni la política que intentaba conducirla, era la misma de hace unas décadas. La sociedad ya no semejaba una nave conducida por el piloto del estado, ni la política estaba inspirada por la ideología que declamaba sus discursos ante el gran tribunal de la historia. En vez de eso en la sociedad proliferaban demandas de diversa índole y ya nadie creía que la historia contaba con un guión que había que interpretar. La historia no tenía guión, ni la sociedad sustancia: ambas cosas había que inventarlas. Todo esto, dijo Laclau, desafía en especial al discurso de la izquierda.

Había pues que reformular el programa de la izquierda. Lo llamó entonces democracia radical.

¿En qué consiste ese programa?

Descansa en la distinción entre demandas democráticas y demandas populares. Ellas no se diferencian entre sí por su contenido, sino por su organización discursiva. Las demandas democráticas son los intereses particulares que brotan en toda sociedad, problemas de vivienda, de acceso a la educación o a la salud, discriminaciones de género, etcétera. Esas demandas, sugirió, se transformaban en demandas populares cuando alguna de ellas lograba organizar en torno suyo a todas las demás. Llamó a esa demanda en cuyo derredor se organizaban las otras, un significante vacío o flotante (la expresión la toma de Lacan), el signo de una plenitud que no existe. Recién entonces se constituía lo que pudiéramos llamar el pueblo en sentido político. El "pueblo" entonces no era anterior a la política sino un resultado de ella. Por supuesto, y como corresponde a un intelectual argentino, la tesis de Laclau está mechada de psicoanálisis, Heidegger y Derrida, pero podemos dejar esas oscuridades por ahora de lado.

Lo que cabe preguntarse, haciendo pie en esa idea gruesa de Laclau, es si la lista del pueblo está en curso de constituir al pueblo o si, en cambio, es una yuxtaposición de demandas e intereses populares.

¿Hay en la lista del pueblo una demanda, un discurso, que logre reunir en derredor suyo todas las demás y tras la cual el pueblo, para seguir con lo de Laclau, pueda constituirse?

Hasta ahora no y quizá ese es el principal problema que la aqueja, ser una sumatoria, un agregado de malestares y demandas, pero no el significante capaz de conferir un sentido a la totalidad. Para ello no basta la ejecución de actos expresivos que irritan al público ilustrado (la tía Pikachú y el Dinosaurio, rondas en los jardines del Congreso cantando a Víctor Jara, vestimentas notorias, slogans predecibles y cosas así) sino que es necesario un trabajo intelectual y una práctica que aún no asoma. Mientras ello no ocurra, la lista del pueblo seguirá siendo un conjunto de intereses enredado en rencillas electorales y en desorden a la hora de rendir cuentas.

Porque allí donde no hay ideas capaces de articular el conjunto, los detalles domésticos y las pequeñas trampas son las que ocupan su lugar.

Si no, que le pregunten a los partidos.

"Lo que cabe preguntarse es si la lista del pueblo está en curso de constituir al pueblo o si, en cambio, es una mera suma de demandas e intereses populares.