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Ciencia y educación
En Chile se celebra el primer domingo de octubre el Día Nacional de la Ciencia y la Tecnología. Luego de conmemorar este día y trabajar en Fundación Enseña Chile en el sur del país, como astrónoma se me hace fácil ver similitudes entre dos mundos en ocasiones tan lejanos, como lo son la ciencia y la educación.
Ambos enfrentan problemas multifactoriales en los que diversos actores interaccionan y se desafían a encontrar soluciones rápidas, concretas y a corto plazo. En ambos se nos invita a ser curiosas y curiosos, a maravillarnos con el Universo, a visualizar el impacto de nuestras acciones y a desarrollar habilidades que muchas veces no practicamos, como el pensamiento crítico y la colaboración.
La Unesco nos invita a abordar un tema fundamental para los actuales y futuros estudiantes, las "Habilidades para el Siglo XXI". En ellas existen varias temáticas que se relacionan directa o indirectamente con CyT (ciencia y tecnología), y que desafían a los profesionales de ambos mundos a conversar y colaborar. Es imperante que los científicos salgan de sus laboratorios para impactar en las salas de clases junto a los docentes, entregando modelos de rol, ocupando y creando nuevas y diversas instancias de divulgación y comunicación de la ciencia.
Además, es importantísimo que los profesoras tengan apertura al cambio, investiguen, actualicen sus recursos educativos y estén dispuestos a seguir aprendiendo. Lo anterior no tiene sentido si ambas partes no ponen su foco en las personas, en los niños, niñas y jóvenes que buscan aprender y descubrir.
Estas nuevas habilidades deben ser entregadas con propósito, a partir del cual ellos sean protagonistas de su aprendizaje y capaces de demostrarlo, viviendo emociones movilizadoras que los inviten a encontrar sentido en sus aprendizajes. Así, a pesar de parecer mundos lejanos, en ocasiones con poca sinergia entre sí, ciencia y educación impactan día a día la vida de millones de personas, entregando herramientas que aseguren un desarrollo sostenible del entorno para crear juntos una sociedad mejor.
Alexandra Suárez, coordinadora de Enseña Chile Patagonia
Salud mental en el país
La pandemia probablemente marcará la historia de este siglo como un período de incertidumbre, en un contexto marcado por múltiples estresores psicosociales que, de una u otra forma, tensionan significativamente la calidad de vida de las personas como un aspecto relevante e indispensable para el buen vivir.
Los desafíos existentes en Chile en torno a la protección de la salud mental de la población son amplios, complejos y urgentes, no pueden esperar. Requiere el despliegue de políticas, planes y programas eficientes, centrados en la promoción y la prevención en salud (con un fuerte fortalecimiento de la atención primaria y de integración de los saberes locales y culturales presentes en el territorio), propiciando la construcción de un modelo centrado en el multirriesgo y la multimorbilidad que responda oportunamente y de manera sistemática a los determinantes sociales, necesidades y demandas manifestadas por la población y grupos de riesgo.
Bajo el lema "Atención de Salud Mental para Todos/as: Hagámosla Realidad", estamos llamados a construir una sociedad con mayor justicia social para todos, en el que la salud mental sea una dimensión estratégica y transversal en la sociedad, dentro de un marco relacional que promueva la satisfacción de las necesidades básicas de cada individuo y su relación armónica con la naturaleza, la tolerancia y la valoración de la diversidad para el desarrollo sostenible de los países.
Eduardo Sandobal Obando, académico de la Universidad Autónoma de Chile
Dislexia
El 8 de octubre es el Día Mundial de la Dislexia y es hora de derribar mitos en torno a este trastorno de aprendizaje. Uno de ellos es la supuesta dificultad para aprender idiomas. Nada más lejos de la realidad. Pese a que cerca del 20% de la población mundial puede presentar algún indicio de dislexia[i], todos y todas pueden alcanzar logros si cambian las metodologías tradicionales por un aprendizaje experiencial.
Y es que son las vivencias y los vínculos los que impulsan al cerebro a salir de sus estructuras para realizar nuevas conexiones para asimilar nuevas palabras. Caminar por las calles, ir de compras, y hasta probar platos exóticos puede ser más nutritivo que muchas horas de clases.
Así lo comprobó el sueco Bertil Hult en los años 60, quien pese a presentar un importante grado de dislexia pudo dominar el inglés durante un viaje a Reino Unido. A partir de esto creó un método basado en experiencias, que hoy se aplica en más de 114 países y permite superar toda barrera para el aprendizaje de los idiomas.
Ser bilingüe abre caminos que conectan con el mundo. Hoy la dislexia no es una limitación, sino más bien una oportunidad para innovar en los métodos, derribando prejuicios y abriendo la mente a nuevas experiencias.
Pablo Parera