Alberto Fuguet: "Faltaba una novela colegial chilena"
"Mala Onda" cumplió 30 años. Cuando se publicó la historia de Matías Vicuña los críticos la odiaron, pero la amó la juventud de los años 90. Este es el relato que el escritor chileno planeó en un avión.
Alberto Fuguet situó "mala onda" en el año 1980, época del plebiscito, y las fiestas clandestinas.
Desde su publicación en 1991, Mala onda, la novela de Alberto Fuguet, se convirtió en un hito de la literatura chilena. Reprobada por parte importante de la crítica de la época ("un retorno a la barbarie", escribió uno de ellos), pero admirada, seguida y hasta imitada por la juventud de los años 90, "Mala onda" se daba el lujo de llevar a los límites mucho de lo que apenas se hablaba en la época: drogas, dinero, deseo sexual juvenil, hastío hacia la aristocracia y la familia, adicción hacia el pop. Su protagonista, Matías Vicuña, se convirtió en un mito, y su creador, Alberto Fuguet se encumbró hacia la cúspide literaria, reeditando su ópera prima cada año.
Hoy "Mala onda" cumple 30 años. Y Alberto Fuguet sopla las velas de un Chile que cambió desde que anotó las primeras frases del libro en un avión.
- ¿Recuerdas cuándo pensaste en la primera idea de "Mala onda"? ¿Qué recuerdos tienes de esa época?
- Recuerdo varias cosas de su génesis. Y, también, casi no recuerdo nada. Tengo más recuerdos de planearla que de escribirla. La novela tuvo varias partidas, porque yo no sabía lo que se necesitaba para escribir una. Lo que sí es cierto es que a pesar de escribirla hacia los 25 años, en rigor su ADN es de alguien menor y no formado. Matías Vicuña nació antes de la novela. Lo primero: siempre quería leer un libro así. Sentía que faltaba una novela colegial chilena. Una suerte de Papelucho a los 17. Todos andaban escribiendo novelas políticas y me parecían aburridas. Más que nada: predecibles. Los personajes se victimizaban, a lo mejor lo era, pero me parecían poco creíbles, o quizás era que había poco misterio o ambigüedad. De inmediato se sabía su color político. Comencé a pensar: "¿Y si no todo queda claro?". Si aplicamos misterio. Comencé a escribirla en un avión y las primeras líneas casi no cambiaron. Lo de la playa, por ejemplo. Lo clave fue cuando me di cuenta que Matías debía ser menor, estar en el colegio y usar el contraste entre libertad y represión. Ahí me dije: esto debe suceder en los ochenta, mejor aún: 1980. Y mezclar viajes de estudio, música disco y la sombra del plebiscito del ochenta, por sobre todo, como una nube negra.
- Con el tiempo fuiste acercándote a otras formas de hacer ficción. ¿Crees que la novela aún sigue siendo importante?
- La novela quizás se lea menos, pero algunos aún puede pautear la agenda, instalar temas que nadie coloca. Es una experiencia de inmersión. El hecho que es el equivalente de un álbum doble conceptual en la música es un desafío. Me cansan las novelas que solo narran. Una novela debe ser una experiencia mayor y sí, se pueden hacer cosas nuevas, en la
medida que en la realidad sucedan cosas y eso, por lo que vemos, siempre ocurre. Sé que no se leen tanto pero, se adaptan a series últimamente. Nada capta una era como una novela. Mi meta sigue siendo intentar generar conversación y emociones con una novela. Dicho eso: otras formas de narrar o de hacer ficción son del todo válidas. Yo he apostado bastante por el cine, pero algo raro sucede: no generan masa crítica. Me siento más indie al filmar. Al escribir uno conversa de igual a igual tanto con grandes, medianos, malos o buenos, con todos. Sigue siendo una cumbre en lo ligado a la creación, el lado más organizado, la poesía lo hace de otro manera.
- "Mala onda" tiene el valor de conjugar bien las referencias musicales con parte de la tensión del cine. ¿Crees que todas esas artes siempre deberían conversar?
- No solamente conversar. Quizás follar, al menos, ducharse todos juntos. Una novela, justamente, porque es capaz de resumir y sistematizar un universo, debe ser capaz de incluir todo lo que está rondando, pero sin que se note, no de manera académica sino orgánica. Una novela debería, entre otras cosas, no envejecer (eso es un desafío) y, al mismo tiempo, ser como una cápsula del tiempo. "Mala onda" no fue escrita el año 1980, pero sí partió hacia el 86 y 87, yo viví esos años y tenía la edad de Matías el año en que transcurre todo, así que tiene mucho de realidad. Así, las novelas, más allá de lo que cuentan, lo que dicen, lo que intuyen, deben ser capaces de procesar el momento en que aparecieron por primera vez. En casi todo el siglo XX, la vida real, sentimental, familiar, política, sexual, etc., conversa con lo pop. Puig, en ese sentido, tenía razón. Todo es filtrado por lo pop. Y con mayor razón el siglo XXI. "Mala onda" me parece que logra plasmar cómo era ser joven en esos años disco, donde la imagen estaba estallando y el cine aún generaba fascinación. Pero por pop o visual que sea un libro, una novela no es una película. Solo cuenta con el lenguaje.
- A la hora de revisitar un libro tan capital en tu obra, ¿en qué te fijas? ¿Cambiaste algo para esta nueva edición?
- Nada. En la portada. Este libro en rigor se edita todos los años. Acá la obsesión fue, tal como se hizo para los 10 y los 20 años, renovar la portada. Repensar la portada original de Planeta de 1991 y lucir la foto original del fotógrafo argentino. Insisto: esa foto es una proto-selfie: un chico ondero se toma una foto para verse, para recordarse, para decirse "yo existo".
- ¿Crees que "Mala onda" inaugura "los treinta años" de los que se ha hablado tanto en Chile en los últimos meses?
- No, creo, pero sí se fijó en un momento asqueroso, raro y, a la vez, "normal". Más allá que no estaba el Servel, sí creo que la Constitución del 80 la ganó Pinochet y Guzmán. Y Matías le teme y le repele Guzmán. Como es lógico, la gente asocia la dictadura con el Golpe, con el toque de queda, con los abusos. Yo quise mostrar lo otro y fijarme en algo más delirante y asqueroso: la normalidad de lo anormal. El nuevo país neoliberal. El padre putero y jalero que quiere entrar al Regine's con los de la CNI. "Mala onda" es un testimonio de cómo era el estado de las cosas cuando sucedió lo que ahora está siendo derribado.
-Un protagonista importante de "Mala onda" es Santiago de Chile. ¿Crees que ha cambiado mucho en todo este tiempo?
-Sí, totalmente de acuerdo. Eso quería. Eso quiero aún. Pero el Santiago según Matías es otro: es el barrio alto, sí, pero uno de autos. Manejar. Las rotondas, la Kennedy, perderse en calles oscuras. La primavera de esa época. Un Santiago premalls, con Providencia como lugar de reunión "teen". Y la idea de la ciudad segregada: el morbo abajista del centro, el pánico a lo que no se conoce, el racismo o temor a los otros. "Mala onda" es acerca de una burbuja que se rompe. Y es acerca también de lo que ofrece una ciudad para refugiarse o quererla: el cerro San Cristóbal, los cines, el Hotel City, los juego Delta, las casas modernistas aspiracionales con piscinas. Ha cambiado mucho y, a la vez, nada. Quizás se ha polarizado más. En esa época no había inmigrantes y Vicuña asocia Ñuñoa como un sector que no cambia, que esconde algo, que se refugia bajo sus parrones. Eso ya no existe. Es, quizás, una mejor ciudad, menos pueblo, pero es más demente.
"mala onda" fue la primera novela de fuguet. Luego escribió otros libros e hizo cine.
Por Cristóbal Carrasco
"Matías Vicuña nació antes de la novela. Lo primero: siempre quería leer un libro así. (...) Una suerte de Papelucho a los 17 años".
lorena palavecino
"Comencé a escribirla en un avión y las primeras líneas casi no cambiaron. Lo de la playa, por ejemplo".
Lorena palavecino