Regreso de clases presenciales
El proceso de retorno ha sido fundamental, especialmente para los niños y jóvenes más vulnerables. Se calcula que más de 1.500 millones de estudiantes de todo el mundo tuvieron que abandonar las clases presenciales el año pasado.
Han transcurrido unos meses desde que se inició el retorno de las clases presenciales en la mayoría de los establecimientos educacionales del país, y la evaluación que se ha hecho es bastante positiva. Las escuelas que abrieron primero sus puertas lo hicieron con todas las medidas de seguridad que se dispusieron para las comunidades educativas, por lo que sirvieron como ejemplo para que otras instituciones se fueran sumando y pudieran volver en forma paulatina a las clases presenciales.
Se calcula que más de 1.500 millones de estudiantes de todo el mundo tuvieron que abandonar las clases presenciales el año pasado, debido a la contingencia del covid 19 y los países afrontaron un escenario sin precedentes, por los colegios y universidades físicamente cerrados. Sin embargo, de a poco se ha ido recomponiendo este año el tejido social de la comunidad educativa. La crisis también permitió valorar la importancia de Internet en la teleeducación, por lo que los colegios y universidades pudieron continuar con clases a distancia, aunque es evidente que esa experiencia nunca se puede igualar con la interacción de la clase presencial.
De acuerdo con la ONU, el mundo estuvo ante la disrupción educacional más grande de la historia, con escuelas que debido a la pandemia se mantuvieron cerradas, por razones sanitarias de fuerza mayor, una medida que afectó la vida estudiantil de niños y jóvenes. Millones de niños vieron interrumpida su formación en pleno período de educación preescolar, que es una importante etapa igualadora de oportunidades. Y si bien la educación se realizó a distancia, por Internet, o con apoyo de la televisión o la radio, muchos alumnos se quedaron atrás.
El proceso de regreso a clases presenciales ha sido fundamental, especialmente para los niños y jóvenes más vulnerables, quienes antes de la pandemia ya estaban en riesgo de abandonar la escuela, para aquellos más marginados por razones de pobreza, discapacidad o residencia en zonas rurales distantes, y para quienes por distintas razones tenían más dificultades para el aprendizaje, por lo que necesitaban interactuar más directamente con sus profesores.