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Pandemia, vacunas y negacionismo

Asombra que aun haya quienes ponen en duda el peligro del virus y la necesidad de vacunarse para protegerse a sí mismos, a sus familias y al entorno. Hay incluso profesionales y candidatos que, a pesar de toda la información seria disponible, siguen sujetos a sus propias creencias.
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En pleno siglo XXI, en una época en que la tecnología ha llevado a límites insospechados hasta hace algunas décadas las facilidades de la comunicación, y con avances médicos tan evidentes que han permitido el aumento de las expectativas de vida, resulta sorprendente que todavía existan círculos de personas que prefieran darle crédito a teorías de dudoso origen y que más bien reflejan la adhesión a creencias y no a la razón. Esto ha quedado meridianamente claro durante la pandemia en curso, con aquellos discursos afiebrados que ponen en duda el virus, el peligro que supone y, por tanto, la necesidad de la vacunación, dejando en vilo tanto su propia salud como la de su entorno inmediato y de la sociedad en su conjunto.

La pandemia existe. Eso es imposible ponerlo en duda. Si alguien osara dudar de las directrices de la Organización Mundial de la Salud y de los estudios que se publican en las revistas indexadas (no en sospechosos sitios de internet), bien haría en conocer de primera mano la experiencia de los equipos sanitarios que llevan ya más de un año y medio tensionados por un virus de alta capacidad de contagio, que aunque ha atenuado su amenaza gracias a la vacuna, sigue presente.

Un momento tan complejo como el actual exige el máximo de la racionalidad y que cada cual actúe según sus capacidades y reconozca sus limitaciones. A la hora de hablar sobre el virus, quienes más saben son médicos, enfermeras y todo ese amplio contingente de salud que ha estado en la primera línea, no supuestos expertos que enarbolan estudios dudosos y que aun siendo profesionales (incluso en Puerto Montt) o candidatos a cargos de representación popular (en todo el país), se arrogan un conocimiento sin más base que las propias creencias o singulares teorías conspirativas.

La pandemia es todavía una realidad y, tal como lo ha advertido el Ministerio de Salud, ya se aprecia cierto aumento de casos en el país por culpa de quienes han optado por no vacunarse como por no seguir las medidas de autocuidado. Chile ha vivido una larga pesadilla y, por el bien de todos, hay que procurar detener desde ya el inquietante incremento de nuevos contagios.

Líderes con Discapacidad Intelectual

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Chile tiene 2.8 millones de personas con discapacidad de las cuales, mal contadas, un 20% tiene discapacidad intelectual u otra condición del neurodesarrollo. Se trata de un colectivo que no es pequeño, con derecho a voto y que, tanto los tratados nacionales como internacionales, le confiere pleno derecho de participación social, política y comunitaria.

Sin embargo, es también uno de los colectivos más estigmatizados, siendo especialmente víctima de prejuicios y actitudes negativas por parte de la población en general. Un estudio reciente realizado por el equipo de Neurodesarrollo de la Universidad de los Andes en conjunto con University College London (UCL) reveló que el estigma expresado en Chile llega a duplicar el observado en países como Reino Unido.

Durante el año 2019 se diseño, implementó y evaluó la iniciativa PaísDI (www.paisd.cl). Se trata de un programa de 16 horas de duración, orientado a impulsar liderazgos positivos en el colectivo de personas con discapacidad intelectual y los grupos de interés asociados.

PaísDI se implementó gracias a una alianza colaborativa con el Servicio Nacional de la Discapacidad (SENADIS). El programa fue ejecutado en 14 regiones del país, alcanzó a 349 personas (un 24.3% de ellas con discapacidad intelectual) y demostró las virtudes propias del trabajo mancomunado que se logra cuando se encuentran las necesidades públicas con la academia. Dentro de las virtudes del programa se destaca la participación de un grupo de siete co-investigadores con discapacidad intelectual, quienes participaron en todas las etapas del proceso, desde el diseño hasta las acciones de difusión, que incluyen comunicaciones académicas y actividades de difusión.

Sin duda, nos quedan muchos desafíos por delante. Por ello, hemos buscado incluir el tema de la accesibilidad para personas con discapacidad intelectual en la Convención Constitucional. Habiendo participado a nombre de MICARE en las audiencias públicas de agosto de 2021, recibimos con orgullo y esperanza la noticia del Reglamento oficial de la Convención, donde se establece que el proyecto de la Constitución estará en Lectura Fácil. Igualmente, nos preparamos en un consorcio entre la Universidad de los Andes y la Universidad Austral de Chile para diseñar, implementar y evaluar el programa DiscaPaís, una extensión de PaísDI que nos lleva a trabajar con personas que tienen otras discapacidades, elevando así nuestro impacto territorial.

Marcela Tenorio D. PhD Profesora Asistente Universidad de los Andes (Chile)

Hace 1 año | 10 de noviembre 2020

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