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Desaprender la guerra

Desaprendamos la guerra, hagamos de la vida un arte, tenemos un gran Maestro, Jesús de Nazaret.
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La semana pasada Marián Rojas Estapé, una psiquiatra española reconocida internacionalmente por su labor divulgativa en este ámbito, proponía que una guerra en pleno sigo XXI, es un fracaso de los psicólogos, psiquiatras y educadores… porque no cabe en cabeza humana que alguien en su sano juicio pueda provocar tanto mal. Tampoco creo que haya que culparlos así, pero bien cierto que lo que intentaba poner de relieve es esto; que algo tiene que haber de enfermedad o de conflicto sin resolver para que, sabiendo como sabemos hoy, las consecuencias que tiene la guerra, alguien nos lleve a esta situación. Gracias a los medios de comunicación e información sabemos de cerca del sufrimiento de los desplazados, de las familias separadas, de los seres inocentes heridos y muertos, del destrozo del patrimonio cultural, histórico, y social, que se produce en cualquier guerra. Entonces ¿cómo puede estar bien alguien que empuja a tal barbarie?

Es casi una falta de respeto a la humanidad que alguien salga públicamente amenazando y exponiendo todo su poder. Falta de respeto porque pone en evidencia lo poco que valora la vida otros seres humanos, pone de relieve como unas vidas valen más que otras, o una cultura más que otra y así un largo etcétera… siguen enfundados en sus armas y en su seguridad los que llevan a la violencia, protegidos por no sé cuánto mientras sigue creciendo el sufrimiento y la muerte.

La última vez que ponía letras a esta columna de opinión apuntaba a algo así. Pero estamos siendo víctimas de lo que hemos permitido en que crezca en nuestras sociedades en todo el mundo. No es culpa de los educadores, ni psicólogos, pero sí de la sociedad en la que todos tenemos nuestra parte que personas sin valores ni respeto por la vida de otros seres humanos lleguen al poder. Hemos permitido que el consumo sea la causa de la felicidad y del bienestar, nos ha preocupado más tener que ser, hemos dejado que la tecnología sustituya los momentos compartido en la familia, cada uno en su habitación y en su mundo antes que sentarnos juntos a la mesa, la información e internet, reemplazan en muchos momentos lo que debería ser una conversación en el hogar… y de una manera u otra con pequeños gestos hemos permitido que nos invada.

A los niños desde pequeños se les fomenta la competitividad, el que mejores calificaciones obtiene, el mejor juega a un deporte, el que tiene más relaciones sociales, y ahora se sigue con quien tiene más seguidores de tal aplicación, con más "me gusta" en las publicaciones… Antes había peleas entre niños y ahora hay acoso escolar, porque se han perdido los valores y el horizonte. Y llegamos a un mundo de adultos en el que competir ya no es sano, porque supone la tranquilidad y el bienestar de otro, un puesto de trabajo, o la buena fama entre los compañeros y vecinos. Y cuando a esto se le añaden grandes proporciones de poder que se nos escapan a la imaginación, acabamos en una guerra.

Como dice el cantautor Juan Luis Guitarra, hemos de desaprender la guerra, y es tarea de todos, tampoco en esta labor podemos echar balones fuera. La actitud diaria de cada uno, empezando por la convivencia en el hogar, en el vecindario, entre amigos, en la comunidad... Jesús tantas veces lo repite, lo que sale de dentro es lo cuenta, un árbol bueno sólo dará frutos buenos, y la semilla que ponemos dentro, sólo depende de cada uno, todos podemos ser el agricultor que escoge la buena semilla y la prepara para siembra, quienes la riegan con la Palabra de Dios y con tantos otros buenos medios como Él nos regala cada día, llamados a vivir con una actitud de acogida y de reconciliación.

Todos tenemos en nuestras manos el destino de la sociedad y de los pueblos, es básico que empecemos por el día a día, y que ante estas situaciones no nos quedemos callados, ser voz de los sin voz, y grito de los que pierden la vida o sufren sin que nadie los tenga en cuenta.

Marta García Gómez Religiosa dominica.

Discriminación escolar

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DDespués de dos años de clases virtuales nuestros hijos e hijas han vuelto al colegio. Muchos pensamos que la pandemia nos habría dejado lecciones y crecimiento, y que nada volvería a ser como antes, sin embargo, algunos colegios no avanzaron, pues continúan estrictos frente a requerimientos relativos al uniforme y al aspecto personal.

Desde nuestra vereda podemos aportar que segregar a estudiantes por el largo de su pelo o por el uso o no de buzo institucional, pantalón gris o falda es discriminatorio, ya que igualmente estas prendas forman parte del uniforme y desconocemos la realidad socioeconómica de la familia, pues si un joven cursa cuarto medio resulta inoficioso invertir en ellas.

Para los efectos de la Ley 20.609 que establece medidas contra esto, se entiende por discriminación arbitraria toda distinción, exclusión o restricción que carezca de justificación razonable, efectuada por agentes del Estado o particulares, y que cause privación, perturbación o amenaza en el ejercicio legítimo de los derechos fundamentales establecidos en la Constitución Política de la República o en los tratados internacionales sobre Derechos Humanos ratificados por Chile que se encuentren vigentes.

Por su parte, la Ley 20.845 sobre Inclusión Escolar y Financiamiento indica que el sistema educativo deberá promover la integración e inclusión, propendiendo a eliminar todas las formas de discriminación arbitraria que impidan el aprendizaje y la participación de los estudiantes. Asimismo, se propiciará que los establecimientos educativos sean un lugar de encuentro entre los estudiantes de distintas condiciones .

Carolina Araya Directora Derecho Universidad de Las Américas

Gastos de marzo

Es uno de los meses más desafiantes para la economía familiar, porque hay que enfrentar gastos que se hacen sentir en el presupuesto de los hogares. Según un estudio, los padres de familia buscan no excederse utilizando tarjetas de crédito al realizar varios gastos "pequeños".
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Después de dos años en que los estudiantes tuvieron clases en línea, debido a la pandemia de covid 19, y en menor medida en formato híbrido, las actividades escolares se reanudaron en forma presencial. El Ministerio de Salud ha informado que más del 80% de la población entre 3 y 17 años tiene el esquema completo de vacunación, lo que ayudó para comenzar a recuperar la normalidad en las aulas.

Marzo es uno de los meses más desafiantes para la economía familiar, porque hay que enfrentar gastos que se hacen sentir en el presupuesto de los hogares. El pago de los permisos de circulación vehicular, la compra de los útiles escolares, el pago de matrículas, el inicio de los estudios superiores y universitarios, en algunos casos, con traslado de estudiantes a otras ciudades y con el consiguiente pago de pago de pensión o arriendo de departamento, pueden hacer mella en los bolsillos.

Además, están los reajustes en algunos compromisos anuales, y en abril se agregará el pago de la primera cuota de las contribuciones de bienes raíces. Todo esto, sin considerar los pagos que se arrastran desde el año pasado, en el marco de las tradicionales ofertas de "lleve ahora y pague después.

Según un estudio, los padres de familia buscan no excederse utilizando tarjetas de crédito al realizar varios gastos "pequeños". Así, un 49% prefiere realizar las compras con su tarjeta de débito, un 26% hará los pagos con tarjeta de crédito, pero sin cuotas, y un 17% lo hará con su tarjeta de créditos con cuotas. Solo 20% de los encuestados señala que ha sido previsor y realizó las compras durante enero, ya que la mayoría lo hace a última hora.

No obstante, hay que recordar que en Chile la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) ayuda con alimentación a los estudiantes y, además, el Ministerio de Educación aporta con la entrega gratuita de textos escolares a todos los colegios públicos. De acuerdo con los instructivos oficiales, los colegios no pueden exigir marcas de productos, tiendas determinadas o proveedores particulares. Y tampoco se puede excluir a los estudiantes de actividades pedagógicas por no contar con los útiles.