Problemas en La Araucanía
En La Araucanía hay dos problemas: uno militar y otro político.
El problema militar (ya no policial , eso quedó en el pasado por la falta de decisión de los políticos) debe ser abordado por profesionales preparados y armados que vayan mucho más allá de un ingenuo control de carreteras mientras los violentos circulan por caminos interiores. El uso limitadísimo del Estado de Excepción, con freno de mano político, ha permitido algunos resultados mediocres, pero ha impedido capturar células completas de guerrilleros.
El problema político debe ser manejado por los políticos, ojalá distintos a los que por muchos años han agravado el conflicto. Y no debería haber policías ni militares en esa mesa, como tampoco nadie con palos, armas o fusiles de guerra.
El desparpajo de los que dicen que no hay que militarizar La Araucanía, cuando todos saben que existen grupos de individuos con fusiles de guerra traficando, robando, quemando propiedades, extorsionando y matando a civiles inocentes, solo se compara con la opinión del canciller ruso de hace unos días cuando dijo que si las cosas seguían así había riesgo de una Tercera Guerra Mundial.
Ya no se trata de militarizar o no La Araucanía, una decidida acción militar no es deseable, pero hay que reconocer que se ha tornado inevitable. El Estado llega tarde, como siempre, pero mejor es que llegue. La inacción y las medidas tibias de los políticos han permitido guerrillerizar el problema. La pregunta actual es cuándo desguerrillerizar la Región.
José Luis Hernández Vidal
Hacia un país más accesible
Así como en muchos ámbitos de la realidad nacional, abundan los diagnósticos, en materia de Narcotráfico existe convicción en que tenemos la necesidad imperiosa de apuntar hacia los grandes mayoristas y distribuidores de la droga, seguir el camino del dinero que se lava en la informalidad, pero también a través de las brechas existentes en el comercio establecido. Desde hace muchos años Chile dejó de ser sólo un país de tránsito, que cobra relevancia a través de la vía marítima, sino que es productor y mercado de consumo, cada vez más desarrollado.
El cambio reciente en las rutas de narcotráfico ha aumentado la disponibilidad de drogas más adictivas y en algunos casos más baratas. Carabineros ha advertido el aumento en los delitos de homicidio y, precisamente el análisis que acompaña las cifras, da cuenta de un aumento de los involucrados con antecedentes policiales previos por delitos violentos y un patrón delictual asociado al ajuste de cuentas, propio de bandas criminales ligadas al Narcotráfico.
Como cualquier negocio, la actividad delictiva en torno a la droga se nutre de las leyes de oferta y demanda y en la medida que podamos reducir su consumo es posible generar un menor atractivo para su comercialización. En efecto, no basta con agendas cortas cuyo foco es meramente policial, se requiere desarrollar una oferta de programas bien evaluados y con evidencia, disponibles localmente y que reconozcan las complejidades de la exclusión social. Desde allí se debe entender que abordar la prevención social de manera temprana es fundamental para alejar de trayectorias de consumo a miles de niños/as que se inician tempranamente (entre los 11 y 13 años), muchos de ellos excluidos del sistema escolar, otros abandonados en situación de calle. Algunos de ellos se inician también en trayectorias delictivas en medio de este conjunto de vulneraciones, terminando como "Soldados" o "Zombis" de la mano de turno. Debemos dejar de llegar tarde y eso sólo es posible si padres y cuidadores contamos con las herramientas a través de una oferta pública con evidencia de resultados.
El narcotráfico arma sigilosamente sus redes en los territorios siendo "la mano", el "crédito informal", la seguridad ficticia, sucedáneo de protección, que se fortalece ganando espacios donde el Estado no está presente y en que la cohesión se destruye. Cambiar esta realidad supone abordar las causas y no sólo las consecuencias del consumo y del tráfico, necesitamos impulsar la prevención social, crear factores protectores en la familia, en la escuela, en la comunidad, así como dar una lucha frontal contra la exclusión social, recuperar los espacios degradados, muchos de ellos arrebatados por grupos delictuales, canchas transformadas en plazas de tiro, microbasurales donde había antes un lugar para socializar, por ello es necesario avanzar en el desarrollo de los barrios recuperándolos para nuestros niños.
Desde el 2014 la Fundación San Carlos de Maipo y la Universidad de Washington están implementando el sistema "Comunidades que se Cuidan" que apunta a esta lógica, en base a activar a la comunidad y los líderes locales. Romper la lógica corrupta y violenta del narcotráfico, que arrebata vidas y la tranquilidad en nuestros Barrios, pasa por enfrentarlo decididamente con la construcción de una Sociedad activa, comprometida, cerrando las brechas sociales y situacionales, con herramientas necesarias y oportunas para blindarse frente a su forma de actuar. La prevención social no sólo es costo eficiente, sino que impacta en el largo plazo y es por sobre todo una opción ética, la de llegar antes y así garantizar el desarrollo positivo de nuestra Niñez.
Marcelo Sánchez, gerente general de Fundación San Carlos de Maipo