El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el boletín correspondiente a abril del Índice de Remuneraciones y Costo de la Mano de Obra. En él, se puede desprender un alza mensual desestacionalizada de 0,7% y de 8% respecto a abril de 2021. Pero, lamentablemente, esta no es una buena noticia para los chilenos, ya que este crecimiento en las remuneraciones debe contrastarse con el aumento que ha experimentado el Índice de Precios de Consumidor en el mismo período.

Así, ajustando el Índice Real de Remuneraciones observamos una caída de 0,5% mensual desestacionalizada y de un 2,3% en los últimos 12 meses. Se trataría de la caída más importante en los salarios reales registrada desde 1994, año de creación del índice.

En un escenario de fuertes presiones inflacionarias, tal como lo plantea Manuel Cea, director de Ingeniería en Administración de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello (sede Viña del Mar), con un aumento del IPC que en abril llegó a 1,4% elevando la medición en doce meses a 10,5%, su mayor nivel desde agosto de 1994, y donde se espera siga mostrando registros altos con datos que muestran un incremento de 1,2% para el mes de mayo, el comportamiento de los salarios seguirá mostrando un deterioro importante.

Así el Índice de Remuneración incrementó su descenso frente a la baja de 1,8% anotada en marzo y completó siete meses consecutivos de caídas. En lo que va del año, en tanto, el indicador acumula una disminución de 1,3%.

En cuanto a las remuneraciones nominales, dice Cea, las que incluyen la inflación, subieron 8% en abril frente a igual mes del año anterior, al igual que el costo de la mano de obra. Como podemos observar resulta prioritario el control de la Inflación como señalan muchas voces, pero a veces esas voces olvidan en su análisis que este fenómeno se observa a nivel global gatillado en gran medida por la pandemia y potenciado por la guerra de Ucrania.

Anivel mundial los planes de estudio para la formación de ingenieros se han ido actualizando, con el fin de responder a los desafíos que enfrentan las organizaciones y sociedades.

Hemos pasado de mallas curriculares rígidas y técnicas a otras que son más flexibles y dinámicas, que contemplan una formación integral del estudiante. Esto quiere decir, integrando el saber ser, el saber hacer, el saber conocer y el saber convivir más allá de los contenidos tradicionales. Y así también ha pasado con las estrategias de enseñanza y aprendizaje, desafiando a los académicos a innovar para educar desde esta última mirada. Algunos ejemplos son el aprendizaje basado en proyectos, las clases invertidas y la resolución de desafíos de ingeniería, impulsados por los mismos académicos.

Lo anterior ha tomado fuerza en los últimos años, dado que las casas de estudios reciben grupos de estudiantes con conocimientos, habilidades cognitivas, personales y sociales tan diversas como disímiles.

Previo a la pandemia, algunos estudiantes de ingeniería presentaban debilidades para contextualizar los saberes y se cuestionaban cuando los integraban a conjuntos o sistemas de alcance mayor, así como cuando reconocían distinciones constitutivas provenientes de diversos dominios asociados al área. A esta brecha que nos desafiaba en el proceso formativo, se suma el que hoy no cuenten con los conocimientos necesarios para las líneas de ciencias básicas, así como con las habilidades y actitudes personales para superar los obstáculos que la formación demanda.

El conocimiento empírico ha demostrado que la formación integral ya no es una opción, sino más bien una necesidad para nivelar la cancha, más aún en este contexto post pandemia. Y esto desde el punto de vista de educar para desarrollar la autorregulación y la autoeficacia.

Ya que no bastará con incluir más horas de formación, por ejemplo, en ciencias básicas, sino que los estudiantes deberán plantearse metas académicas que dependerán de cuán capaces se sientan de alcanzarlas, y de su capacidad para emplear de forma estratégica los medios que poseen.

La actual situación demanda estudiantes más efectivos y eficientes para superar las brechas de ingreso, conscientes de los recursos personales que tienen a mano para enfrentar la formación inicial en Ingeniería.

Angella Arce Cárdenas Directora Ingeniería Civil Plan Común U. San Sebastián

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