Un alto en el camino: abre tu corazón, no tu mente
Así se titulaba una conferencia que escuché como becario Fulbright hace ya varios años en la North Dakota State University, Fargo, EE.UU. (Brown Bag SEminars) cuyos apuntes los acabo de encontrar en una carpeta de entonces y que brevemente comparto en esta columna.
Cuenta una leyenda oriental que todos los días un joven oraba diciendo: "Señor, dame fuerzas para cambiar el mundo". Este muchacho lleno de ideales pensaba que con un poco de esfuerzo podría transformar cuanto existiera a su alrededor (orgullos profesionales).
Percibía limitaciones, equivocaciones, egoísmos, y pensaba que si le diera campo abierto a su "fortalezas", todo podría cambiar.
Al pasar el tiempo, este joven llegó a la edad madura cambiando su plegaria, más modesta y humilde: "Señor, dame fuerzas para cambiar a quienes me rodean". Sus ambiciones eran más reducidas, sus ideales no habían muerto, pero él se había vuelto realista: creía, a base de experiencias, conocerse y conocer cuánto le rodeaba, no se creía un héroe, pero aún sentía un dinamismo grande en su espíritu (más orgullo profesional).
Por eso su oración se había trasformado.
Pasaron los años, y ya entrando a la "tercera edad", una cabellera blanca coronaba su frente y su caminar se había tornado lento. Entonces de sus labios algo trémulos brotó: "Señor, dame fuerzas para cambiar yo mismo".
Había llegado a la plenitud y habíacomprendido que mientras no cambie el corazón del hombre, todos los cambios exteriores son inoperantes, pero cuando en el interior de uno sucede una transformación, todo lo exterior se transfigura, al iluminarse con una luz nueva la relación del Hombre con Dios, con la Naturaleza y con los demás.
Empieza a desarrollar matices desconocidos en su relación con los demás, como que se inicia el descubrimiento de un mundo nuevo sin prepotencias, mucha honestidad, transparencia, sin ambiciones o codicias mayores, mucha compasión, al fin.
Omer Silva Villena
Desintegración del sistema e inversión local
La desintegración del sistema tributario se ha posicionado como uno de los ejes centrales de la discusión en torno a la Reforma Tributaria, proyecto emblemático del Gobierno que será presentado al país el próximo 30 de junio.
La desintegración no es una idea mala per se, sin embargo, es muy relevante medir los efectos que pueda tener, no solo desde la perspectiva de la recaudación tributaria, sino que también desde la mirada de la economía y particularmente desde el impulso que se necesita hoy en Chile.
Dicho de otro modo, si vamos a avanzar en la desintegración del sistema, es importante que ésta venga acompañada de medidas que apunten a fortalecer la inversión local, para que no se produzca una fuga de capitales aún mayor a la que hemos visto en el último tiempo.
La razón es que hoy, precisamente, un mecanismo para incentivar a la economía interna, es que las empresas y sus socios pueden usar el crédito que genera el sistema integrado para seguir invirtiendo.
Por lo tanto, es recomendable tener a la vista todas las aristas y, sin dudas, avanzar con gradualidad, junto con entregar mayores certezas a los inversionistas y las empresas, para que la economía no haga un corto circuito.
Erick Kessler
Sequía
Diversos dirigentes y funcionarios del Estado nos comunican que tienen todo preparado en el caso de que sea necesario racionar el agua; están satisfechos por ser tan previsores, así que esta larga sequía de 12 años nos hará poca mella en el caso de inexistencia de lluvias este invierno. Pero yo no estoy tan jubiloso por las medidas anunciadas, pues muestran la desidia de nuestras autoridades en materia hídrica.
La gran sequía con racionamiento de agua en Santiago fue la de 1968, en esa época ya se discutían cuestiones ecológicas, pues Chile se desertificaba; los optimistas apostaban en que el desierto se detendría en el Norte Chico, pero la historia no les dio la razón. La falta de preocupación de las autoridades de las últimas décadas es patética ya que desde hace años debería existir una comisión nacional dedicada a entender, preveniry remediar la carencia de agua en Chile; el robo de agua, el término del riego, los camiones aljibes, son muestras de la irresponsabilidad de quienes nos gobiernan y nos han gobernado de hace muchos años.
En 1970 un distinguido ingeniero de la Corfo, don Héctor Fouquet, realizó un proyecto para traer agua desde el sur a Santiago. Se trataba de traer por la cordillera tubos de plástico de gran tamaño dispuestos de tal forma que pudiera aprovechas la fuerza de gravedad producida por declives, un inteligente aprovechamiento de la física puesta al servicio del país. Desafortunadamente el proyecto no se implementó debido al golpe de Estado.
Eso nos haría falta, una gran coordinación de ministerios, universidades, centros de investigación de otros países con experiencia en sequías y personas con gran creatividad en estos temas de agua y sequía, traslados y prospecciones acuíferas de zonas inexploradas. Esto debe funcionar contra el tiempo y sin resignarse al puro racionamiento. No podemos seguir esperando hipotéticas lluvias para que las autoridades canten bajo ellas.
Rodrigo Larraín, sociólogo y académico UCEN