Hace 60 años, expedición hizo importantes descubrimientos
MARCHILE II. Emblemática campaña oceanográfica permitió hallar megabacteria y comprobar existencia de corriente.
En todo un hito para el conocimiento del océano, por lo cual es frecuentemente citada en distintas publicaciones, se convirtió la expedición oceanográfica Marchile II, que un puñado de científicos y técnicos desarrolló entre el 5 de julio y el 4 de agosto de 1962, a bordo del buque Yelcho de la Armada, entre Arica, Punta Patache, Isla San Félix y Juan Fernández.
Al cumplirse sesenta años del viaje, dos de sus participantes recuerdan algunos de sus detalles y logros. Ellos son el jefe de la campaña, oceanógrafo Hellmuth Sievers Czischke, exdirector del Instituto de Oceanología de la Universidad de Valparaíso, y su colega Víctor Ariel Gallardo, doctorado en Biología en la Universidad de California del Sur y actualmente docente del departamento de Oceanografía en la Universidad de Concepción.
Megabacteria marina
Uno de los hallazgos inesperados y de gran relevancia para la ciencia se produjo en las profundidades del mar, donde casi no hay oxígeno disuelto y la fauna de fondo es muy escasa. Allí, en uno de los descubrimientos más importantes de su carrera, el doctor Gallardo encontró la megabacteria marina Thioploca, una de las más grandes de la naturaleza.
Hasta entonces, expone el científico, las bacterias de este género eran conocidas solo en fondos lacustres. En cambio estas vivían en sedimentos marinos anóxicos (casi carentes de oxígeno) frente a las costas del norte de Chile, y ofrecían la posibilidad de conocer cómo fue la vida en el planeta hace millones de años.
Los impactos del hallazgo de la Thioploca para la ciencia, subraya, recién comienzan a aflorar debido al moderno y creciente desarrollo de la Exobiología o Astrobiología", marco en el cual se están recolectando muestras geológicas con potenciales fósiles en la exploración robótica de Marte.
"Hay muchísimo que investigar sobre este tipo de vida y su ambiente, que había pasado inadvertido hasta la Expedición Marchile II", declara.
Nueva corriente
La expedición logró asimismo comprobar la existencia de una corriente submarina -la Subsuperficial Perú-Chile- que fluye en dirección sur con características tales que "fertilizan" el océano, causa primaria de nuestra gran riqueza pesquera; la abundancia planctónica en las aguas superficiales, y la inexistencia de una cordillera submarina norte-sur entre islas Desventuradas y Juan Fernández, señala Sievers, profesor emérito de la UV.
El jefe de la expedición recuerda que las investigaciones realizadas fueron planificadas por la Comisión de Estudios y Planeamientos de Actividades Técnico-Científicas Oceanográficas y Antárticas sobre la base de áreas sugeridas por el oceanógrafo alemán Wilhelm Brandhorst.
Participaron científicos y técnicos del Departamento de Oceanografía del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada, de las universidades Católica de Valparaíso y de Concepción, del Departamento de Fomento de Pesca y Caza, y de la Corporación de Fomento de la Producción.
El viaje se programó para ser realizado en época de invierno en la zona norte entre Arica y punta Patache, y una adicional desde punta Patache a isla San Félix, con un total de 62 estaciones oceanográficas.