Llega agosto y la palabra solidaridad resuena con fuerza, los medios de comunicación, las instituciones religiosas, educativas y otras, nos motivan a realizar acciones en favor de las personas más vulnerables. Es el "Mes de la Solidaridad"; sin embargo, y reconociendo estas importantes labores, debemos recordar que la solidaridad no se circunscribe a un mes o a un día. Es una forma de vivir la fraternidad, que parte por identificar al otro como "un hermano", el que me importa, al cual conozco, con el que me vinculo; y desde esa relación, le ayudo a superar la pobreza, la exclusión, el abandono o la falta de oportunidades.
Hace 28 años el Congreso Nacional instauró el 18 de agosto como el "Día de la Solidaridad", para homenajear al Padre Alberto Hurtado, que falleció en esa fecha, en 1952. Es el reconocimiento de la sociedad civil a un hombre que encarna de manera ejemplar lo que significa ser solidario y que impacta la vida sindical, estudiantil, eclesial y social en todas sus dimensiones; y que además nos desafía con su tan conocida frase "Contento, Señor, contento", invitándonos a servir no de cualquier manera, sino que con alegría.
San Alberto, con su testimonio, nos llama a sacudir la sociedad, visibilizar las precariedades en que viven los más pobres, despertar conciencias y generar recursos en favor de ellos. Decía en sus escritos: "El hombre con sentido social no espera que se presenten ocasiones extraordinarias para actuar". Y por ello, en medio de una pandemia que ha acrecentado las brechas sociales, cobra más sentido que Chile sea un país solidario, que cada uno asuma el desafío de cuestionarse desde su realidad y privilegios, y trabajar por los más necesitados.
No permitamos que el individualismo nos ciegue, y reconozcamos a las mujeres y hombres que como el Padre Hurtado son los héroes de nuestra historia, y que hacen que Chile se transforme en una nación de hermanos. Veamos como ejemplos a seguir, con orgullo y gratitud, a los dirigentes vecinales que se la juegan por sus ollas comunes, a quienes generan instancias de acogida para migrantes, las personas que trabajan en la acción fraterna, los grupos que recorren nuestras ciudades y pueblos acompañando a personas en situación de calle, a aquellos que permanentemente visitan a quienes están privados de libertad, entre otros tantos que sirven de manera anónima en distintas realidades.
La invitación que nace desde la persona de San Alberto Hurtado, de los testimonios solidarios y de este Mes y día de la Solidaridad, es a que cultivemos lo mejor del alma nacional. Que, junto a ellos, imprimamos el sello de la solidaridad en la historia de nuestro pueblo.
Paula Sandoval Ortíz Coordinadora Vicaría Para la Educación