Parte de la temática recurrente durante el año 2022 respecto al retorno a clases presenciales ha sido el aumento de la violencia entre pares en los establecimientos educacionales. Esta violencia va desde el abuso psicológico y/o verbal, hasta las agresiones físicas e incluso amenazas de muerte, las cuales se producen tanto dentro como fuera del establecimiento educacional, incluido también el acoso por redes sociales.
Si bien es un fenómeno que nos toma por sorpresa, este se ha generado de manera transversal en diversos países, lo que hace entrever la posibilidad que esto sea uno de los tantos efectos escondidos de la pandemia, consecuencia profunda y duradera en la realidad psicológica y económica de los núcleos familiares, que impacta también en los niños, sobre todo en quienes carecen de cobertura en los niveles básicos de salud mental y seguridad económica.
Quienes trabajamos en la gestión de la seguridad y protección de nuestros niños, niñas y adolescentes, debemos comprender que los escolares se encuentran en edades críticas de desarrollo físico, psicológico y moral, y que requieren referentes y espacios de interacción social para cultivar estos aspectos de manera continua y adaptativa. Esta convivencia cohesionada como parte de un grupo, regula la impulsividad debido al deseo de pertenencia y la posibilidad de ser observado por figuras de autoridad.
Los establecimientos educacionales son lugares en los cuales los alumnos pasan la mayor parte del día, con distintas opciones de desarrollo deportivo o cultural, que les permite, en ciertos casos, alejarse de ciertas realidades o amenazas latentes que los aquejan tanto en su propio hogar como en el barrio. Justamente, allí radica la importancia de estos espacios educativos.Teniendo en cuenta estos antecedentes, es que las instituciones y organismos intervinientes en el desarrollo de nuestros escolares, deben generar redes de trabajo mancomunado frente a la violencia y vulneración de Derechos.
En ese sentido, la prevención debe ser un compromiso de todos los actores que somos co-responsables en estas materias.Desde Carabineros Ñuble estamos promoviendo la participación y gestión conjunta, para abordar este requerimiento de seguridad desde la causalidad de los hechos, con una mirada integradora que asuma la problemática desde todas sus aristas. Estamos ejecutando un Plan Policial de Convivencia Escolar, enmarcado en lo que hemos denominado "Demandas emergentes", que es uno de los cuatro pilares que definimos como prioridad en la gestión de la seguridad.Este trabajo busca lograr una coordinación interinstitucional y reforzar en las comunidades educativas tanto el aprendizaje como el cumplimiento de las leyes 20.000 de Drogas, 20.084 de Responsabilidad Penal Adolescente y 21.057 conocida como "No me preguntes más", que evita la revictimización de los niños, niñas y adolescentes involucrados en delitos violentos y sexuales. Asimismo, nuestra propuesta apunta a recalcar los roles que cada uno tiene frente a estos hechos, como por ejemplo, la obligación de denunciar.Entre todos tenemos la oportunidad de entregarle a nuestros estudiantes mejores escenarios para su desarrollo, donde se sientan seguros, atendidos y comprendidos, y también, donde estén rodeados de afecto y adultos comprometidos.
María Teresa Araya jefa de la XVI Zona de Carabineros Ñuble