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Cultura de las infancias

La realidad que se instala al hablar del "Día del niño" omite la diversidad de infancias que conforman nuestra sociedad.
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La determinación de un día específico para celebrar a niñas y niños, que hasta no hace mucho se expresaba como el "Día del niño", se ha convertido, a lo largo del tiempo, más bien en un incentivo al consumo y adquisiciones materiales. Sin embargo, otra consecuencia importante en la que se traduce esta denominación, tiene que ver con la omisión de las distintas manifestaciones de la niñez. La realidad que se instala al hablar del "Día del niño" omite la diversidad de infancias que conforman nuestra sociedad.

Por ello, como país tenemos el desafío de promover y construir una cultura de las infancias. Esto supone visibilizar, reconocer y considerar -no sólo declarativamente- sus voces, visiones, y experiencias vitales y cotidianas en todos los escenarios sociales, y preguntarse permanentemente cómo se ve, percibe y experimenta la realidad desde las infancias. Este ejercicio constituye en sí mismo un cambio paradigmático. Una manera diferente para los adultos de entender qué implica ser y habitar como niñas y niños, el mundo hoy.

Una cultura de las infancias requiere elaborar una visión compartida y reflexionada permanentemente, entre distintos espacios sociales y todos sus actores, acerca del lugar que ocupan niñas y niños en la sociedad. Esto último no es algo que podamos inferir, deducir o simplemente observar desde la externalidad. Porque es así, justamente, como se perpetua la visión adulto céntrica aún predominante.

Los adultos -incluso quienes nos desempeñamos en este nivel educativo-, creemos muchas veces "saber interpretar" a las niñas y niños, pero lo cierto es que hablamos, nos comunicamos y dialogamos muy poco con ellos o lo hacemos de manera insuficiente. Involucrarlos como sujetos activos, como legítimos otros, en las distintas dimensiones de la vida social es reconocerlos como ciudadanos activos del devenir de la sociedad, y esto comienza con escucharlos activamente para comprender lo que piensan, desean, teorizan y sienten (Riera, 2015).

¿Por qué es importante promover y fortalecer socialmente una cultura de las infancias?

Porque la idea de cultura y sus distintas expresiones, abre paso a la de diversidad. Los niños y niñas desde que nacen, van configurando, siempre que el entorno les de la opción, distintas posibilidades de ser y existir, diversas infancias, producto de su interacción con el mundo y las personas. Su rol en ese intercambio no debe ser visto por los adultos que lo rodean, como receptivo de una cultura ya existente e inamovible, sino muy por el contrario, como un rol transformador de ella, a partir de su invaluable contribución a la configuración de una mejor sociedad. Esa, que nuestras infancias se merecen.

Con 31 años de experiencia, Integra es la red más grande de salas cuna y jardines infantiles del país con más de 1.200 establecimientos gratuitos, 53 de ellos en la Región de Ñuble.

Claudia Lagos Serrano directora ejecutiva Fundación Integra

Delincuencia en las cárceles

Según Gendarmería, entre enero de 2019 y julio de 2020, se decomisaron casi siete mil objetos en las penitenciarías del país.
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El incremento de la delincuencia es una queja constante de la población y llama la atención que la gran mayoría de quienes cometen delitos son jóvenes y reincidentes hasta el cansancio. Pero la detención y encarcelamiento de muchos de ellos no garantiza que las bandas no sigan operando desde el interior de los penales, gracias al uso de celulares.

Pese a que el reglamento penitenciario lo prohíbe, los teléfonos son de uso frecuente en las cárceles. Estos son llevados desarmados por piezas, por los familiares, hasta que los reclusos están en condiciones de rearmarlos y comenzar a operar. Las investigaciones han determinado que la mayoría de las estafas telefónicas se cometen con llamados que se efectúan desde las cárceles.

El uso de la tecnología, como los "body scanner" en algunos penales, desde el año 2012, permite un control más eficiente del ingreso de quienes visitan a los privados de libertad y ha ayudado a evitar que ingrese a las unidades penales una cantidad enorme de teléfonos celulares, drogas y todo tipo de elementos prohibidos que vayan a poner en riesgo el funcionamiento normal de una unidad penal.

Es sabido que familiares o amigos de los reclusos ingresan tales elementos durante las visitas regulares o los lanzan desde el exterior al recinto penitenciario o, incluso, utilizando elementos más sofisticados, como drones. Se plantea que la persona que con motivo de una visita o a propósito del ejercicio de su función, introduzca a un establecimiento penitenciario armas, municiones, partes o componentes, cuyo porte, uso o tenencia se encuentre sancionado por la ley 17. 798 sobre control de armas, será sancionado con la pena asignada al delito que corresponda, aumentada en un grado. Del mismo modo, la realización de conductas sancionadas en la ley 20.000, de tráfico ilícito de estupefaciente y sustancias sicotrópicas, que se verifiquen al interior de los establecimientos penitenciarios o con la intención de introducirlos, será castigado con la pena asignada al delito, aumentada en un grado.

Estos son claros reflejos de que la organización delictual no se extingue con la reclusión de sus integrantes y que, por el contrario, recurren a las herramientas de la tecnología para seguir delinquiendo desde el interior de los penales.

Votar en conciencia

Las investigaciones han determinado que la mayoría de las estafas telefónicas se comete con llamados que se efectúan desde las cárceles. Este tiempo que viene marcará nuestra historia y con ello la vida de nosotros y de quienes vendrán.
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Estamos casi a un mes del plebiscito en que la ciudadanía elegirá entre aprobar o rechazar el texto propuesto por la Convención Constituyente. Esta vez se repite, nuevamente, la polarización y desconfianza de unos y otros sobre lo que puede resultar de este proceso. Está claro que no da lo mismo cualquier opción, pero tampoco es cierto que una u otra asegure la paz y el bienestar de Chile, pues para esto se requiere del compromiso y anhelo de todos.

No me cabe duda que la mayoría de los chilenos deseamos vivir en paz y asegurar una serie de derechos que no solo posibiliten la vida digna de manera colectiva, sino que además por sí mismos estos derechos y deberes afecten positivamente la convivencia nacional. Este país habitado por más de diecisiete millones de personas con distintas originalidades merece ser regido por normas que rescaten la dignidad de todos, incluidos los más débiles y vulnerables, los más pequeños.

Los Obispos de Chile se han pronunciado hace unas semanas invitándonos a reflexionar, a analizar el texto y a votar en conciencia. Nos entregan argumentos que están en la base de la doctrina social de la iglesia, en la historia del magisterio y en las raíces de nuestra patria. La invitación es a la responsabilidad, a asumir que esta votación no da lo mismo. Que de este marco constitucional se desprenderán una serie de acciones, leyes e implementaciones prácticas que afectarán nuestra vida directamente y que en algunos casos incluso decidirán la existencia o no de algunas personas.

Votar en conciencia significa mirar la propia vida y la de los demás, pensar en el bien de todos y analizar si mi adherencia a los principios que considero fundamentales e intransables pueden ser asegurados por este texto propuesto. La conciencia no es un espacio político, no le pertenece a la añeja idea de separar a las personas entre derecha o izquierda.

Este tiempo que viene marcará nuestra historia y con ello la vida de nosotros y de quienes vendrán. Ahora la responsabilidad es tuya.

Paulina Benavente psicóloga Diócesis de Chillán.