La pérdida de aprendizaje ya es un desastre mundial
El daño que la pandemia ha hecho a la vida de los niños, no por la enfermedad sino por los confinamientos, es enorme. A nivel mundial millones de niños todavía permanecen fuera de la escuela y las graves consecuencias en términos de aprendizaje y neurodesarrollo perdurarán por muchos años.
Antes de la pandemia, el 50% de los menores de 10 años en América Latina no podían leer y entender una historia simple. Hoy, el valor es cercano al 80%, según cifras del Banco Mundial. Se trata de una alarmante y evidente crisis de aprendizaje que ratifica los resultados de nuestro "Estudio Efectos de la Pandemia en la Primera Infancia", que realizamos en la Fundación Familias Power en Chile este año.
Allí pudimos evidenciar importantes déficit que existen en cuanto a habilidades sociales y emocionales en niños y niñas en una etapa que es crucial para su desarrollo futuro. Es así como observamos niños de 4 años que no pronuncian más de 10 palabras de forma clara y comprensiva, que no conocen las tijeras o no saben tomarlas, que tampoco han tenido acceso a témperas ni mucho menos saben cómo agarrar un pincel. Otro tanto ocurre con la distinción de los colores o las figuras geométricas. Esto se explica mayoritariamente por la pandemia, debido a la ausencia de jardines infantiles y colegios los años 2020 y 2021.
A su vez, según un estudio de la consultora McKinsey, para 2040 la pérdida de educación por el cierre de escuelas podría causar que el PIB mundial sea un 0,9 % más bajo de lo que se proyectaba, mientras que el Banco Mundial cree que tal merma podría costar a los actuales niños 21 billones de dólares en ingresos a lo largo de su vida, una suma equivalente al 17 % del PIB mundial actual.
Es urgente visibilizar a quienes tienen pocas o nulas oportunidades de demostrar cómo las medidas adoptadas por las autoridades no siempre suelen considerar un principio básico que debería inspirar la política pública en materia de infancia: el interés superior del niño.
Anne Traub, Fundación Familias Power.
Impuestos por I+D
Por quinta vez que se discute, en los últimos 12 años, una reforma tributaria. Esta vez incluye una rebaja de hasta dos puntos impositivos para aquellas empresas que inviertan en Investigación y Desarrollo (I+D). Esta es una respuesta al bajo nivel de inversión que se realiza por este concepto en Chile (0,35% del PIB) y un reconocimiento a que, sin el sector privado, no se podrá alcanzar la meta de llegar al 1% del PIB. La participación de las empresas en este total es ahora de solo el 30% siendo que el promedio de la OCDE es de un 63%. Actualmente, el 76% de las que invierten son empresas grandes, aquellas que poseen gerencias dedicadas al área o que incorporan a doctores en sus plantas, por eso las críticas van hacia que es un proyecto de nicho.
Se critica que las actividades de I+D son de riesgo y en etapas tempranas no pueden asegurar ganancias; que la reforma trae cambios al concepto de gasto aceptado, lo que significaría un retroceso , porque se está exigiendo una correlación de ingreso y gasto, lo que no siempre es posible, especialmente cuando se deba hacer investigación básica para sustentar un desarrollo futuro. La buena noticia es que la propuesta entiende a la ciencia como una inversión, no un gasto y que la única forma que nos desarrollemos es dejar de importar el conocimiento. Un problema pendiente es la forma en que el empresariado percibe la innovación. Nuestra industria está acostumbrada a la exportación de materias primas, pero necesitamos agregar valor a nuestros productos a través de la innovación basada en ciencia. Podemos seguir discutiendo eternamente reformas, lo que necesitamos es desde todo ámbito, posicionar a la ciencia y la evidencia científica como centro para la toma de decisiones.
Dr. Iván Suazo, vicerrector de Investigación,U.Autónoma de Chile
Efectos coronavirus
El 2022 ha estado marcado por menos limitaciones en la movilidad, pero con una crisis sanitaria, social y económica que, al parecer, ha llegado para acompañarnos por un largo periodo, impactando fuertemente en los hogares.
Frente a este panorama, que tiene vertientes mucho más crudas que las señaladas, los indicadores muestran que ha habido un incremento, entre otros aspectos, de problemáticas de salud mental en la población, lo que es predecible desde perspectivas actuales que reflejan el cómo el contexto social marca la experiencia de salud de las personas.
Por lo anterior, se requiere resignificar nuestras experiencias, comprender que hemos vivido situaciones complejas que no se pueden pasar por alto. Además de ello, prepararnos individualmente, como familias y en nuestros contextos comunitarios, para la diversidad de desafíos que pueden venir. Prepararnos en el plano material, pero también, y de manera muy importante, en el plano emocional, con el fin de sobreponernos a nuestras experiencias adversas, liberarnos del trauma que llevamos en el cuerpo y en la mente y salir fortalecidos.
Viviana Blanco, USS