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Déficit de educación parvularia
Recientemente el CNED (Consejo Nacional de Educación) publicó su informe de matrícula en educación superior, en el que se evidencia una disminución de -2,4% en la matrícula de primer año en educación parvularia. Mala noticia, ya que esta es el área con mayor déficit de profesionales en ejercicio, que se espera sea de -36% al año 2030.
Detrás de esta situación podrían estar políticas más selectivas para acceder a la carrera, pero también es una cuestión de género. Se trata de una carrera en la que no postulan hombres.
Lo anterior lleva a plantear que tenemos un problema cultural y laboral, que excede la política docente y que la sociedad debe confrontar: la división sexual del trabajo. ¿Cómo vamos a revertir el hecho que los hombres se vean a sí mismos ajenos a esta profesión? Tres vías se pueden explorar.
Primero, mejorar las condiciones de salario y contrato (pero en serio...), que reconozca la especialización requerida y el rol clave que tienen en la sociedad. Segundo, plantear programas de orientación vocacional más libres de estereotipos de género. Tercero, plantear programas de atracción específicos desde las universidades para hombres, sean de discriminación positiva o de orientación hacia futuros postulantes.
Si como sociedad le encargamos la educación de párvulos sólo a las mujeres, nuestras probabilidades de responder a las necesidades de ese nivel educativo en los próximos años se verán reducidas: reducidas a la mitad.
Karin Roa Tampe, académica de la Universidad de los Andes
Amistad cívica
Aristóteles decía que la amistad es lo más necesario para la vida; sin amigos nadie querría vivir, aunque poseyera todos los demás bienes. Según el estagirita las sociedades, para prosperar, necesitan leyes e instituciones justas, gobernantes prudentes y jueces honestos, pero también un ingrediente sin el que la vida pública no funciona bien: la amistad cívica; aquella entre los ciudadanos de un Estado que, por pertenecer a él, saben que han de perseguir metas comunes y por eso existe un vínculo que los une y los lleva a intentar alcanzar esos objetivos, respetando las legítimas diferencias.
Entre esas metas para vincular a las personas en una tarea común están el orden y la seguridad pública; una educación y una atención sanitaria de calidad; una economía sana; y los diversos derechos, libertades e igualdades contemplados en la Carta Magna vigente.
Existe amistad cívica entre quienes no ven en el otro un enemigo a abatir, sino un igual con el que hay que resolver con prudencia y justicia los problemas comunes. No se construye una vida pública justa desde la enemistad.
Lamentablemente, parece que ese vínculo amistoso no existe en nuestro país. Las últimas elecciones generales y el desarrollo del proceso constituyente han generado la sensación de una ciudadanía enfrentada y polarizada, como si para cada tema hubiera dos bandos irreconciliables.
Adolfo Paúl Latorre
100 años de transmisión radial
El viernes se celebraron 100 años desde la primera transmisión radial en Chile. Aquel día se logró transmitir la voz humana mediante ondas de radio entre el edificio de la Universidad de Chile y las oficinas de El Mercurio, ubicado a cinco cuadras de allí.
Desde entonces, la radio se fue consolidando como un medio de información protagónico. Primero, de utilidad pública y entretención. Y al cabo de algunos años finalmente se convirtió en un vehículo fundamental para la difusión cultural, en particular a través de la música.
A lo largo de estos 100 años se vaticinó en numerosas oportunidades el declive de la radiodifusión: sobrevivió la irrupción de la televisión a finales de los años 50, la masificación de los medios de grabación y reproducción de música en los años 70 y finalmente la hegemonía de internet.
Si bien la radio tradicional se encuentra hoy en el tercer lugar de audiencia, después de Internet y la televisión abierta, sigue siendo hoy el medio líder en términos de consumo por unidad de tiempo, con un promedio de cuatro horas diarias.
Al cabo de 100 años, sin importar el medio de transmisión, la radio se reinventa en la era digital y está más viva que nunca gracias a sus atributos únicos:
El vivo, que permite entregar información en brevísimos plazos, libre del tedioso aparato de producción propio de la televisión y de la edición.
La ubicuidad, siendo aún a menudo el único medio de información disponible ante catástrofes y emergencias.
Y por supuesto la compañía, aquella banda sonora del día a día que no exige nada a cambio: preparando el desayuno, trabajando en el taller o simplemente caminando, la radio no pide más que presionar el botón de encendido.
¡Larga vida a la radio en Chile!
Raphael Franca, director de la Escuela de Sonido, Televisión y Locución de AIEP