Caminemos juntos
Este domingo, en casi todas las ciudades de Chile, se retoma una actividad que como muchas otras, no se pudo realizar como usualmente se hacía por la pandemia. Volver a caminar en un acto de devoción a la madre de Jesús en su advocación del Carmen. No es que sea el día de su fiesta, pues, eso acontece el 16 de julio, día de invierno y difícil de salir a la calle, el gesto es salir a la calle caminando y rindiendo homenaje a la madre de Jesús.
Entre los católicos, la expresión caminar juntos, en el último tiempo, ha cobrado una importancia simbólica, de gran significado, incluso podemos decir de identidad. Por muy simbólica que sea la expresión, no se pierde la fuerza del gesto literal. En la Iglesia se camina juntos o no podemos decir que estamos en la Iglesia. Por supuesto, que, caminar solos es más cómodo, más rápido y, tal vez, con menos inconvenientes. Pero, la Iglesia no es individualista ni egoísta.
Además, en el devoto gesto de este domingo se camina haciendo algo, uno de los gestos más elocuentes de la fe, orar. Es el día de oración por Chile. La oración para los católicos, y cristianos en general, es una de las expresiones más clara de la fe. Quien hace oración es un creyente, en alguien cree. Caminar como creyentes es reconocerse discípulos, se va siguiendo a un maestro. Cuando el último domingo de septiembre los católicos caminamos por las calles, en familia o en grupos, siguiendo las oraciones o reencontrándonos con vecinos y familiares, estaremos diciendo que queremos tomar una dirección y hacer un mismo camino.
El hermoso gesto de caminar puede ayudar, junto con las oraciones que se realicen, a entender la sociedad y la patria. Cuando caminamos, solo con ese gesto, se reconoce que no estamos en el lugar que quisiéramos, vamos hacia él, no hemos llegado. Cualquier soberbia o arrogancia se derrumba. Caminar es escuela de humildad, obliga a compartir espacios y respetar ritmos que, a veces, no son los propios. Que bien nos haría tener estas actitudes en nuestro país. No podemos estancarnos o intentar quedarnos en formas o maneras antiguas, caminar es entrar en un dinamismo en que manteniendo la identidad, cada paso es acoger una nueva realidad, acogiendo a los demás, sin imponer visiones, estilos o ritmos, sí buscando el bien de todos. Caminemos como chilenos, la patria se hace caminando, avanzando, nunca adueñándose de verdades o ritmos.
Luis Flores Quintana Sacerdote diocesano