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El proyecto que busca impedir que los huemules se extingan

CONSERVACIÓN. Emplazado en la Reserva Huilo Huilo, el Centro de Conservación del Huemul del Sur ha conseguido que los animales se reproduzcan en ambientes controlados.
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Agencias

Es el ciervo más austral del mundo y uno de los más fascinantes por su extrema sensibilidad, pero verlo en libertad es casi un milagro porque apenas quedan 1.500 ejemplares. El futuro de los huemules era muy sombrío hasta que un proyecto en el sur de Chile devolvió la esperanza a la especie.

Emplazado entre coigües, raulíes y helechos, en plena Reserva Biológica de Huilo Huilo, el Centro de Conservación del Huemul del Sur ha conseguido algo inédito: reproducir estos mamíferos en ambientes controlados y reintroducirlos en la selva patagónica chilena, donde viven el 70% de los que quedan.

"Hubo varios proyectos fallidos porque había mucho desconocimiento sobre los huemules y se aplicaban técnicas convencionales de manejo de rebaño, encerrándolos en corrales, sin tener en cuenta su sensibilidad", explicó Eduardo Arias, director del Departamento de Vida Silvestre de la Fundación Huilo Huilo, encargada de este proyecto.

Los huemules, emblema de los Andes y parte del Escudo Nacional, son proclives a sufrir una enfermedad que se llama miopatía de captura, "un tipo de colapso multisistémico que les aparece en situaciones de mucho estrés", agregó Arias.

MENOS QUE los PANDAs

En la actualidad, la fundación cuenta con 30 huemules en semicautiverio distribuidos en dos predios de 70 y 30 hectáreas cada uno, con vallas de más de 4 metros y cercos eléctricos.

"Aquí tienen todas las condiciones ambientales para reproducirse de manera autónoma, pero están libres de sus principales depredadores, los pumas", indicó Marcelo Sandoval, jefe de guardaparques de la reserva.

El plan de esta iniciativa es liberar tres o cuatro ejemplares el año que viene, para que se unan a los 6 huemules que viven de manera silvestre en esta reserva privada de 100.000 hectáreas, ubicada a 800 kilómetros al sur de Santiago y uno de los hitos del turismo sostenible.

El camino hasta aquí, sin embargo, no ha sido fácil. La industria forestal, los pumas y la caza ilegal hicieron que Huilo Huilo se quedara en la década de 1980 sin huemules, un ciervo único declarado en peligro de extinción en 1973 por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

"Quedan menos huemules que osos panda en el mundo", lamentó Sandoval.

Entonces la fundación decidió en 2005 recuperar esta especie emblemática y, mediante un delicadísimo traslado, trajo de la austral región de Aysén dos ejemplares -un macho y una hembra- con los que arrancó el proyecto: Pewum y Tukun.

Tras varios años aprendiendo sobre esta enigmática especie, la fundación liberó a los primeros huemules en 2016 mediante una técnica conocida como "soft-releaze" y los mamíferos salieron del cerco a través una abertura en la reja.

En 2019 se hizo otra liberación y a finales de ese mismo año nació la primera cría de huemul en libertad, un hito mundial: "Fue emocionante", recordó Arias.

"especie paraguas"

La herramienta de conservación desarrollada por la fundación en este proyecto ha tenido tal éxito que ya está siendo replicada en el centro Shoonem, en Argentina.

Recientemente, además, se firmó un convenio con el vecino Parque Nacional Lanín, al otro lado de la cordillera y donde el último registro comprobado que se tiene de un huemul data de finales de la década de 1980.

"Hay probabilidades de que existan huemules en nuestro parque y de que los que están en libertad aquí crucen la cordillera porque no conocen fronteras y tenemos que estar preparados", afirmó Carlos Gau, guardabosques del parque argentino que acudió a unas capacitaciones en Huilo Huilo.

La obstinación por conservar esta especie emblemática se explica también por su papel que juega en la naturaleza: son grandes dispersores de semillas y están considerados una "especie paraguas".

"Es un animal que necesita una diversidad muy grande para poder vivir: humedales, vegetación alta andina o bosque siempre verde", apuntó Eduardo Arias.

Si se apuesta por su conservación, añadió, se van a proteger muchos ecosistemas y "se van a beneficiar de manera indirecta otras especies como los pudúes, las guiñas o los zorros grises".

"La protección del huemul es casi una obligación, no podemos dejar de intentarlo", afirma en una conversación telefónica Werner Flueck, del centro Shoonem desde Argentina.

1.500 ejemplares de huemul existen en libertad, lo cual da una idea del nivel de amenaza que experimenta esta especie.

30 huemules tiene actualmente el proyecto de conservación Huemul del Sur de la Reserva Biológica Huilo Huilo.

Los científicos identifican el árbol más alto que existe en la selva amazónica: mide 88,5 metros y tiene 400 años de edad

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Con casi medio milenio encima, el árbol más alto de la Amazonía brasileña se levanta en un inhóspito lugar de la selva. Hasta él llegó recientemente un veterano equipo de investigadores para recabar más información sobre el imponente angelim-vermelho.

Con el paso del tiempo grabado en su tronco, el mayor árbol de la Amazonía brasileña, de la especie Dinizia escelsa Ducke, tiene cerca de 88,5 metros de altura -equivale a la estatura de dos Cristo Redentor-, un tronco de 9,9 metros de diámetro y al que se le calculan unos 400 años de existencia.

El árbol fue identificado hace algunos años por el Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (Inpe) cuando intentaba calcular la biomasa del mayor bosque tropical del planeta mediante sensores en aviones.

"Uno de los parámetros para calcular la biomasa de la selva es la altura de la vegetación. Cuando hicimos el cálculo observamos que algunas alturas eran mucho mayores de lo normal", explicó Eric Gorgens, uno de los ingenieros forestales que lideró la expedición.

Los investigadores localizaron entonces un santuario de árboles gigantes en la región del Río Jari, entre los estados do Pará y Amapá (norte). Entre todos ellos sobresalía uno de 88,5 metros de altura, el mayor registrado hasta el momento en el bosque tropical brasileño.

"La expedición era importante para saber la especie, saber dónde está, la condición de selva", explicó Gorgens.

Emprendieron entonces el viaje hasta el árbol más alto de la Amazonía.

Fueron en total 40 kilómetros selva adentro y once días de recorrido, entre el 11 y el 21 de septiembre, partiendo del municipio de Laranjal do Jari, lo que supuso una nueva odisea luego de la efectuada en 2019 cuando tocó abortar el proyecto prácticamente en la recta final.

La llegada al gigantesco árbol, que tuvo apoyo financiero de la Royal Society, contó con la participación de 20 personas, entre investigadores, equipo de apoyo e integrantes de la comunidad de recolectores de castañas. Su conocimiento de la zona fue fundamental para llegar hasta el angelim-vermelho, situado en una frondosa región repleta de ríos con fuertes corrientes, cascadas y desniveles en el corazón del mayor bosque tropical del planeta.

"Tuvimos el apoyo primordial de esos guardianes de la selva de esa comunidad de San Francisco de Iratapuru. Ellos viven del lado de Amapá pero como la frontera con el estado de Pará es un río, ellos trabajan en esa región", agregó el profesor Diego Armando Silva, coordinador local del proyecto y quien trabaja en el Instituto Federal de Amapá (Ifap).

Para Silva, hallar ese árbol en un ambiente nunca antes visitado por el hombre representa algo "extraordinario" y que reitera la importancia de mantener esos parajes aislados para conservar los árboles en pie, algo que asegura no sería posible sin las comunidades nativas.

20 personas participaron en la expedición que se internó en la selva amazónica para llegar hasta el árbol, detectado desde un avión.