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Consumo de productos del mar

Los ácidos grasos Omega 3, presentes en estos alimentos, están asociados a los beneficios de la salud del corazón. La obesidad y el sobrepeso se han transformado en un problema de salud en Chile.
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Según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (Ocde), el 67,7% de nuestra población mayor de 15 años sufre sobrepeso u obesidad, lo que sitúa a Chile en el tercer lugar con esta enfermedad por sobrealimentación de los países miembros, después de México y Estados Unidos.

La obesidad y el sobrepeso se han transformado en un problema de salud en Chile, por los hábitos de vida sedentarios, que incluyen poca actividad física y dietas alimenticias sobrecargadas en calorías. Tal vez está ligado a la conducta y al crecimiento que vivió el país a partir de la década de los 90, la que abrió una nueva forma de vida a las familias, un estilo en que el sedentarismo y el consumo de comida chatarra han sido detonantes de estas peligrosas cifras. Son alarmantes las cifras de obesidad, pero es preocupante el aumento de la obesidad en niños, niñas y adolescentes.

Las cuarentenas en los períodos más críticos de la pandemia de covid agravaron el problema.

Para fomentar la alimentación sana, se creó la Corporación Propescado, compuesta por distintos actores vinculados a los productos del mar.

El sobrepeso y la obesidad tienen impacto directo en enfermedades como la diabetes, patologías cardiovasculares e hipertensión. Por el contrario, los ácidos grasos Omega 3, presentes en los productos del mar, están asociados a los beneficios de la salud del corazón, disminuyendo los riesgos de enfermedades cardiovasculares. Si bien ha sido un avance y el consumo promedio es de 15 kilos de productos del mar al año, es necesario continuar con las campañas.

Ñuble la campeona en ingreso mínimo mensual

De cada 100 ñublensinos que declaran tener un trabajo formal un 23% reciben el Ingreso Mínimo Mensual (IMM), lo que equivale en la actualidad a 410 mil pesos
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Esta cifra que puede parecer homogénea con el resto de la realidad nacional catapulta a la XVI región del país en el primer lugar del podio, porque de cada 100 ñublensinos que declaran tener un trabajo formal un 23% reciben el Ingreso Mínimo Mensual (IMM), lo que equivale en la actualidad a 410 mil pesos, cifra que además ubica este salario básico como el tercero más alto en Latinoamérica.

El debate pudiera centrarse o no, en el lugar que ocupa Ñuble en el informe presentado por el Ministerio de Hacienda en el 2021, realidad que seguramente ha variado unos puntos por debajo o por encima a la fecha, o irnos al tema de la negociación que tendrá el Gobierno y la CUT, donde ésta última aspira un incremento mínimo de un 22% para así llegar a los 500 mil pesos mensuales, monto respaldado también por la gestión actual de Gobierno desde los días de campaña electoral.

Pero realmente más allá que es necesario un incremento del IMM, habría que pensar en las variables que se tomarán en cuenta para hacer estos ajustes que impactan en la micro y macro economía, tanto familiar como nacional, ¿serán factores técnicos, políticos o una mixtura de ambos?

Tomar los elementos técnicos para el incremento o no del IMM, sería lo más objetivo, pero precisamente muchas decisiones que impacta en lo social no se toman literalmente desde los números, sino que van impregnada de carga social, emotiva y hasta de compromisos políticos, y nosotros no escapamos a esta matriz continental.

Desde lo social, los efectos se verían en el plazo inmediato, porque precisamente quienes menos ganan verían mermada su capacidad adquisitiva y la experiencia histórica nos refleja que las medidas económicas asociadas al populismo no tributan más allá de los puntos de aceptación de un Gobierno, pero si impactan en los números macros, sobre todo en aquellos que en los presupuestos nacionales denominan gasto o inversión social, dependiendo de los lentes que se tengan.

Hacer una mixtura de ambas, parece la fórmula ideal que al menos ha funcionado en los últimos cuatrienios, apostar por una sola vía, no parece ser la alternativa.

Lo cierto es que el tiempo corre, los precios van en ascenso y la capacidad adquisitiva disminuye, ejemplo de ello los 300 mil chilenos que este fin de semana largo decidieron pasar la frontera e ir a Argentina a buscar mercadería con precios hasta con un 50% menos de diferencia.

Las negociaciones deben darse en el mejor de los términos y los beneficios deben venir por igual para los que integran la mesa de negoción, porque esa decisión irradia por igual a todo el país pero no con el mismo peso en regiones tan rurales como la nuestra.

José Luis Franco Montaña,

rector Santo Tomás Chillán