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Enfermedades respiratorias

Las posibles medidas para enfrentar la actual situación han sido parte de la discusión pública. Algunos plantean la necesidad de adelantar las vacaciones de invierno de los escolares.
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Debido al complejo escenario que se vive desde las últimas semanas a causa de la alta circulación de diversos virus, entre ellos el virus sincicial, y el crecimiento de enfermedades respiratorias, sobre todo en la población infantil, las posibles medidas para enfrentar la situación han sido parte de la discusión pública, sobre todo cuando se confirmó que ha sido necesario el aumento de camas pediátricas en los distintos hospitales de la red asistencial.

Desde hace varios días la situación había sido percibida por autoridades del área de salud, por la gran cantidad de consultas y hospitalizaciones, que en algunos casos llevaron a la reconversión de camas con el fin de dar abasto a la alta demanda de pacientes pediátricos con complicaciones. Lo sucedido también generó alarma en las autoridades comunales, algunas de las cuales plantearon que era necesario adelantar las vacaciones de invierno de los escolares, con el fin de evitar nuevos contagios y mantener protegidos a los menores durante la época de mayor complejidad climática, como es el inicio del invierno.

Sin embargo, desde los ministerios de Salud y Educación se ha tomado una posición de cautela, afirmando que, al menos por ahora, no hay cambio en el calendario escolar y las vacaciones de invierno se mantendrán para la primera semana de julio. Durante los próximos días será de vital importancia determinar si alguna de las opciones es necesaria ante la posibilidad de que los contagios continúen creciendo, pero por ahora es importante mantener las medidas de prevención, cumplir con la vacunación antiinfluenza y evitar riesgos, en especial, en la población infantil.

Nos merecemos un bálsamo

¿Dónde está ese bálsamo que nos merecemos? en la victoria política de un partido, en un sistema de gobierno justo y democrático, en el reconocimiento mundial de un músico notable como Claudio Arrau o en el nacimiento de un nuevo prócer que supere la gesta de Bernardo O'Higgins.
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Desde hace unos cuantos años parece que como país estamos en el centro de un espiral, que pasa el tiempo, y cada cierto ciclo regresamos a un punto que nos parece ya vivido. Esperamos cada cuatro años una nueva elección presidencial, ahora de un tiempo para acá también somos parte de unas elecciones regionales y municipales, pero más allá de eso parece que regresamos una y otra vez al mismo inicio, por tan sólo referirnos a una de las tantas aristas que tenemos como ciudadanos.

Vecinos como Argentina cada cuatro años esperan el Mundial de Fútbol, otras veces la Copa Libertadores y otras más la Copa América, campeonatos de fútbol, a los que se suman muchos en esta parte del continente, entre ellos nosotros.

Pero si subimos un poco más hacia el norte de nuestro mismo continente, nos encontramos con la Serie del Caribe para los que les gusta el beisbol, deporte muy lejano para los chilenos, con los certámenes de belleza como el Miss Venezuela, Miss Universo o Miss Mundo que aún une a Venezuela en medio de sus marcadas diferencias políticas y económicas.

¿Pero a qué viene todo esto? Es que por estos días una persona sencilla, de las que va al mercado y tiene contadas las monedas en el bolsillo me comentaba a raíz del partido de Ñublense en Concepción que ya era tiempo que a todos nosotros nos tocará un bálsamo, una alegría que nos llegará al alma y que celebremos como país.

Síntoma social que sabiamente es diagnosticado por un ñublensino que seguramente va al Cesfam o al Hospital Clínico Herminda Martín. Como país nos hace falta una alegría que nos una a lo largo y ancho de Chile, nos falta algo que no se compra con dinero, algo que no podemos tocar, pero que si se pueda sentir, vivir, soñar y suspirar.

Si son justo esas alegrías que sentimos como un ungüento en una quemadura las que celebramos por igual, las que nos impacta a todos como los desastres naturales de los cuales nos hemos levantado unas cuantas veces, y donde nos hemos demostrado cuan fuerte somos.

De esos hechos o logros individuales que hemos consolidado como país, podemos recordar que tenemos el observatorio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array) que es el centro astronómico más importante del mundo formado por la asociación de Chile, Norteamérica, Europa y Asia del Este, pero obvio esto no mueve tanta gente ni nos hace olvidar por 90 minutos la realidad de nuestras vidas como un encuentro de fútbol en los increíbles estadios de Doha, aunque puedan encontrar estrellas y planetas inexistentes en nuestras cabezas.

¿Pero qué podemos hacer para lograr una de esas alegrías? Que logremos llegar a la Copa Libertadores, que Tomás Barrios avance hasta el abierto de Australia, el Roland Garros, el Wimbledon o el Abierto de Estados Unidos, uno de estos galardones serán motivo de celebración de todo un país.

O debemos apostar y esperar por eventos más populares, más cercanos en los que muchos se puedan identificar.

¿Dónde está ese bálsamo que nos merecemos? en la victoria política de un partido, en un sistema de gobierno justo y democrático, en el reconocimiento mundial de un músico notable como Claudio Arrau o en el nacimiento de un nuevo prócer que supere la gesta de Bernardo O'Higgins.

Por ahora no soy yo quien tiene la respuesta, pero si soy quien se queda con la interrogante, ¿cuánto debemos esperar para celebrar un logro colectivo?, lograremos ver y vivir una victoria que nos mueva la sangre, nos impacte en el alma y nos saque millones de sonrisas.