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Una sociedad para todas las edades

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Actualmente el colectivo de personas mayores se concibe como sujetos activos y activas que desean seguir ampliando sus conocimientos en el marco de una sociedad para todas las edades. Sin embargo, esta visión de las vejeces en la sociedad no siempre ha estado presente, vinculándose con representaciones sociales más bien negativas. Al respecto, un prejuicio vigente se encuentra vinculado a que la vejez es una etapa que conlleva el distanciamiento paulatino de la participación social y ciudadana.

Hoy día nos urge romper con los estereotipos y prejuicios asociados a las edades, en especial aquellos dirigidos hacia las personas mayores, entendiendo que este proceso implica un cambio cultural en la sociedad chilena, respecto a uno de los grupos que vive mayor discriminación.

Este trabajo de transición, desde los edadismos hacia marcos más igualitarios requiere de procesos reflexivos y deliberativos, en los que sea posible lograr la inclusión a través de espacios en los que compartan diversas generaciones.

En esta línea, la Organización Mundial de la Salud señala que la salud, la participación y la seguridad son la base esencial para que las personas disfruten de una óptima calidad de vida conforme van envejeciendo y considera el envejecimiento activo como un proceso para lograr el objetivo de optimizar la calidad de vida y la esperanza de vida saludable a medida que la persona se hace mayor.

En este contexto y como lo ha señalado la ONU, es muy relevante la solidaridad entre las generaciones y potenciar el reconocimiento entre ellas, en especial, entre las que socialmente se han construido como "distantes", es decir, jóvenes y mayores.

Con el objetivo de promover espacios de igualdad y equidad entre personas mayores y jóvenes el Grupo de Investigación en Calidad de Vida, Familia y Envejecimiento, de la carrera de Trabajo Social de la Universidad Autónoma de Chile, viene realizando desde el año 2022 "Encuentros de Diálogos Intergeneracionales" entre estudiantes universitarios y personas mayores de distintas organizaciones municipales.

En ellos se han potenciado acciones que permiten visibilizar, reflexionar y contribuir a eliminar los edadismos a través de la participación ciudadana. El año pasado participaron personas mayores de las comunas de Puente Alto, Lo Prado, San Miguel y durante el presente año se han realizado encuentros con organizaciones sociales de las comunas de Pudahuel, Pedro Aguirre Cerda, La Reina y San Miguel, evidenciándose el aporte de las experiencias de vida de estas y estos actores sociales y la contribución a la promoción de la inclusión, bienestar y calidad de vida de mayores y jóvenes.

Asimismo, dichos encuentros han permitido que ambos grupos etáreos puedan reconocer su heterogeneidad y a la vez los puntos de encuentro que les unen. La soledad, la discriminación por edad que ambos viven y las limitaciones o autolimitaciones que ello genera, a unos por ser viejos y a otros por ser muy jóvenes.

La interacción y el diálogo, permite visibilizar estas realidades comunes y distintas, conocerse a partir de sus propias experiencias, desprejuiciarse mutuamente y desde ahí, reconstruir las propias imágenes de vejez y juventud que socialmente se han arraigado en nuestra sociedad.

Karina Gatica,

directora del Grupo de Investigación Calidad de Vida,

Familia y Envejecimiento de la Universidad Autónoma

Velocidad en zonas urbanas

No es difícil ver en distintos puntos vehículos circulando a exceso de velocidad, por lo que se debe llamar a los conductores a la responsabilidad. Es necesario volver a insistir en que guiar un vehículo motorizado requiere, además de habilidades técnicas, altos grados de responsabilidad ciudadana.
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Un estudio del Ministerio de Transportes, realizado luego del desconfinamiento tras la pandemia de covid-19, dio cuenta del aumento en las velocidades de desplazamiento de los vehículos en las áreas urbanas del país. Según la investigación, al haber menos automóviles en las calles los conductores tendían a desplazarse a velocidades más altas, lo que, lamentablemente, incide en el mayor número de accidentes de tránsito.

Si bien no hay datos recientes que digan que esta mala costumbre se retiró, lo cierto es que es común ver por las calles de distintas comunas a vehículos circulando a velocidades por sobre las permitidas en áreas urbanas, cuya máxima es de 50 kilómetros por hora.

A ello hay que agregar las características propias de esta época del año, que inciden complejizando aún más el escenario por donde se desplazan los automóviles, disminuyendo la visibilidad de los conductores y haciendo más resbaladizas las pistas de circulación.

Como consecuencia de esto a diario se registran colisiones, algunas de las cuales son producto de vehículos que impactan a alta energía, justamente por la imprudencia y el exceso de velocidad.

De ahí que sea necesario volver a insistir en que guiar un vehículo motorizado requiere, además de habilidades técnicas, altos grados de responsabilidad ciudadana, toda vez que se trata de una acción que se desarrolla en el espacio público y en la que de no mediar el respeto irrestricto a la normativa y el cuidado que indica el sentido común, puede generar daños a las personas.