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Jackson tilda de "inaceptable" el caso convenios y pide "elevar estándar"

DEMOCRACIA VIVA. Fundación Democracia Viva, que mantenía vínculos millonarios con el Minvu de Antofagasta, registró domicilio en un departamento de Ñuñoa. "Siempre desconfié de este discurso de la moralidad", afirmó el senador Espinoza.
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El ministro de Desarrollo Social y fundador del partido Revolución Democrática (RD), Giorgio Jackson, se refirió ayer a los convenios por más de $420 millones, sin licitación, entre la seremi de Vivienda de la Región de Antofagasta y la Fundación Democracia Viva, liderados por militantes de su tienda, entre ellos la diputada Catalina Pérez. "Es un caso inaceptable para quienes hemos tratado de poder aumentar los estándares de probidad y transparencia", dijo.

Esta frase va en respuesta a otra afirmación del secretario de Estado, quien hace unos meses dijo que "nuestra escala de valores y principios en torno a la política no sólo dista del Gobierno anterior, sino que creo que frente a una generación que nos antecedió".

Lo ocurrido entre Democracia Viva y la secretaría regional ministerial de Vivienda y Urbanismo (Minvu) "en este momento está siendo investigada por Fiscalía", aseguró Jackson.

En esto, "tanto como Gobierno, como también todos los actores responsables, el partido, colaboren para que salga una investigación que permita detectar todo tipo de irregularidades, ilegalidades y sancionar a quien deba sancionar sin importar quién sea, ni qué color político tenga", agregó el secretario de Estado, al conocerse en la víspera la existencia de otra fundación vinculada al caso, Urbanismo Social, en la Región del Maule.

"Como partidos, uno nunca va a poder, a priori, garantizar que ninguna persona vaya a transgredir las normas", señaló el ministro, por lo que se pidió "activar protocolos para que esto se investigue, se sancione y no se vuelva a repetir, o se minimicen las posibilidades de que una situación como esta puede volverse a repetir".

Consultado por los cuestionamientos a su par Carlos Montes y a la subsecretaria Tatiana Rojas, tras ser conocido un correo que alertaba lo ocurrido, el cual el titular del Minvu luego desmintió, pese a que el presidente de RD, diputado Ignacio Latorre, dio cuenta de esta comunicación, Jackson ayer dijo que "están investigando esta situación administrativa, quienes dilucidarán si es que hay alguna responsabilidad".

A esto se añadió que La Segunda ayer publicó que Fundación Democracia Viva, pese a trabajar en Antofagasta, estableció domicilio en la capitalina comuna de Ñuñoa, en un departamento propiedad de la antropóloga Cecilia Millán, cercana a Pérez que, según el vespertino, borró las fotos en redes sociales donde aparecían juntas, además de "sólo ir a buscar ropa" al inmueble, señalaron los vecinos.

Latorre, en tanto, solicitó al tribunal de RD la suspensión de la militancia de Pérez y de su ahora expareja, Daniel Andrade.

"señores de la moral"

El senador Fidel Espinoza (PS) dijo ayer en Tele13 Radio que "ha sido un chiste la forma como ha conducido a su partido en un momento de tanto dolor para el país, porque es dolor cuando hay desvío de recursos".

"Yo siempre desconfié de este discurso de la moralidad, de que ellos iban a llegar a cambiar la política, de que el amiguismo y el nepotismo terminaba con ellos", agregó el legislador, "me causa indignación, porque los señores de la moralidad que llegaron a cambiar la política, no era tal".

CS: "No enloda al Gobierno"

La diputada Gael Yeomans (CS) señaló ayer en radio Cooperativa que el caso Democracia Viva "no es una situación que uno podría decir que enloda al Gobierno", sino que con las acciones anunciadas "se está atajando y también responsabilizando a quienes son responsables en esto, y esa acción por parte del Gobierno creo que debe ser valorada en general por los sectores políticos", porque es la actitud que "debemos tener frente a este tipo de situaciones en general".

El arte de la conversación

Joaquín García-Huidobro
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Hoy muchas personas están solas, jóvenes y mayores. Pueden hallarse rodeadas de gente, pero experimentan una soledad profunda. Las causas son variadas, y ciertamente la adicción a las pantallas no ayuda mucho a superar este aislamiento. Proporcionan un alivio momentáneo, dan una sensación de estar con otros, pero resulta difícil a través de ellas sentir una auténtica compañía. Somos seres corporales, necesitamos oír las palabras, pero también ver los gestos, la cara, el modo de sentarse o de cruzar las piernas de quien tenemos delante. No puede existir comunicación si no hay cosas en común.

Para combatir la soledad, resulta imprescindible una materia que no se enseña en ningún curso, ni del colegio ni de la universidad: el arte de conversar. No es una receta mágica contra la soledad, y me dirás que puede haber un gran conversador que al poco rato, cuando se van los amigos, vuelve a sentirse solo. Discrepo. La compañía de los amigos, de los verdaderos amigos, permanece incluso cuando ellos se van.

Cuando se trata de la conversación, la gente piensa de inmediato en la necesidad de hablar, y no es así. Lo más importante en ella es aprender a escuchar. Sucede como en el fútbol: una característica de un buen futbolista es saber jugar sin pelota, saber estar en el lugar oportuno.

Hace muchos años pasé una temporada larga en la Universidad de Navarra, me llamó la atención ver que había una estudiante que siempre estaba rodeada de gente, y todo el mundo alrededor de ella se veía muy animado. Ciertamente era distinta de los demás, entre otras razones, porque se movía en silla de ruedas. En una pausa, alguien le preguntó por qué todo el mundo quería estar con ella. "-Muy sencillo", dijo sonriendo. "Te daré la explicación que da mi padre cuando le preguntan lo mismo". Hizo una pausa que captó aún más la atención de las tres o cuatro personas que estábamos allí. "-La mayoría de la gente es charlatana, le gusta hablar mucho. Mi padre dice que yo soy escuchatana, yo escucho".

Escuchar no es una técnica, algo que se aprende en unos libros de autoayuda, sino la consecuencia natural de interesarse por los demás. Cada persona es un mundo y tiene mil historias, lo que ocurre es que a veces no lo sabe o no se atreve a contarlas, porque teme que su interlocutor no se interese, que se ría de sus cosas, que no la tome en serio.

Hay un libro de Michael Ende, un autor alemán que escribió muchas obras para niños y gente muy joven, que cuenta la historia de Momo, una niña que se había escapado de un orfanato y vivía en las ruinas de un anfiteatro romano, cerca de un pueblo italiano. Momo tenía una característica singular: no hablaba, solo miraba y sonreía. No te contaré la trama, sólo te diré que la vida entera de ese pueblo resultó transformada por la simple presencia de esa niña que sabía escuchar.

No creas que te propongo transformarte en un ser casi mudo, simplemente te animo a ejercitarte en el difícil y apasionante arte de escuchar. Ese es el primer paso para cultivar la conversación.

¿Con quién conversar? Naturalmente, el universo es infinito y a veces los interlocutores son inesperados. Conocí a una persona que siempre que le daba una limosna a un mendigo se detenía a conversar un momento con él. Te imaginarás la sonrisa de ese hombre al que, en el mejor de los casos, alguien le daba un par de monedas sin siquiera mirarle la cara. Esas palabras cruzadas con él eran mucho más importantes que la limosna misma.

¿Y en tu casa? Un alumno me contaba que había salido a comer con su papá en un restaurante. Tenían la costumbre de hacerlo desde que él era niño, y habían aprendido a conversar, tanto que se les hacía corto el tiempo para hablar de sus cosas. En la mesa del lado estaba un papá con su hijo adolescente. Cada uno miraba su teléfono. Sólo levantaron la vista para hacer el pedido y luego siguieron pegados a su respectiva pantalla, tanto en la comida como en el postre. El ejemplo es grotesco y penoso, pero no cabe duda que de ese contraste podemos aprender mucho.