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Cae apoyo a la democracia en Chile y aumenta en la región la preferencia por "soluciones autoritarias"

SONDEO. Partidos se desploman.
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El apoyo a la democracia en Latinoamérica cayó al 48% este año, un retroceso de 15 puntos desde el 63% de 2010, según un sondeo presentado ayer por Latinobarómetro, en el que también se alerta que varios países de la región están en una situación "muy vulnerable al populismo y al autoritarismo".

En el caso de nuestro país, el apoyo a la democracia descendió dos puntos desde 2020.

El sondeo, para el que se entrevistó a más de 19.000 personas de 17 países, muestra que al 28% de los latinoamericanos le es "indiferente" un Gobierno democrático o uno autoritario -10 puntos más que hace una década-, mientras que 17% prefiere un sistema político antidemocrático a cualquier otra vía.

De acuerdo al informe, los países en lo que se está produciendo una mayor "recesión de la democracia" son Guatemala, con solo 29% de la población apoyando este sistema político, seguido de Honduras (32%), México (35%) y Ecuador (37%).

Los datos arrojan también una tendencia de los más jóvenes a adherirse a soluciones autoritarias: 20% de los jóvenes que tienen entre 18 y 25 años prefiere el autoritarismo, frente otros grupos etarios, como los mayores de 61 años, donde esa opción solo es apoyada por el 13%.

En Chile, el apoyo a la democracia es del 58%, mientras que 17% defiende soluciones autoritarias (frente al 16% de la media regional) y 23% es indiferente a la forma de gobierno.

El informe también revela que 80% de los chilenos está insatisfecho con los partidos políticos y que un 43% piensa que la democracia podría funcionar sin formaciones políticas.

Las razones de la recesión democrática, según la encuesta, son las crisis económicas, que han aumentado las desigualdades sociales y la pobreza, y "la deficiencia de la democracia para producir bienes políticos que demanda la población, principalmente, la igualdad ante la ley, la justicia, la dignidad, la justa distribución de la riqueza".

Otra causa es el desplome del desempeño de los Gobiernos y su falta de capacidad de responder a las demandas de políticas públicas, lo que ha tenido como consecuencia "las alternancias en el poder en todas las elecciones presidenciales, menos una, desde 2018", apuntó el sondeo.

"No me gustan las idolatrías, Allende tiene luces y sombras"

GIRA INTERNACIONAL. "Le agradezco su postura inequívoca sobre la guerra lanzada por Rusia en Ucrania", afirmó el Mandatario francés, Emmanuel Macron.
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Redacción

El Presidente Gabriel Boric conversó con el canal británico BBC durante su visita oficial a Francia, en el contexto de los 50 años del golpe de Estado en Chile, donde afirmó que "a mí no me gustan las idolatrías. (El Mandatario Salvador) Allende, como toda persona compleja, tiene luces y sombras".

"Él nunca pretendió ser un santo, pero políticamente, desde mi punto de vista, su trayectoria es impecable. Y lo respeto muchísimo", agregó el Presidente en la televisión, donde reconoció que "tengo un profundo respeto por la figura de Salvador Allende. No solamente por su figura en su hora última, la de su último discurso, sino por su trayectoria política".

Para Boric, Allende fue "un demócrata desde el minuto uno, ministro de Salubridad, militante del Partido Socialista, siempre luchó por las causas sociales justas en Chile y en América Latina. Un gran conciliador y buscador de acuerdos que en los momentos más duros siempre optó por la democracia".

La BBC también consultó al Mandatario sobre la división en la ciudadanía que ha generado la conmemoración del golpe: "Es producto de que las heridas que hay en nuestro país por la dictadura militar todavía están abiertas".

"El hecho más patente es que aún no encontramos a todos nuestros desaparecidos. Nos siguen faltando cerca de mil personas. No ha habido la suficiente Justicia. La Justicia, para ser tal, tiene que ser oportuna, y nos hemos demorado mucho", afirmó Boric.

Agradecimiento

El Presidente ayer se reunió con su par galo, Emmanuel Macron, quien el Palacio del Elíseo felicitó a Boric por coincidir con Francia en "valores y mirada conjunta" en temas internacionales.

"Le agradezco su postura inequívoca sobre la guerra lanzada por Rusia en Ucrania. Lo reiteró de manera elocuente durante su intervención en la cumbre UE-Celac", dijo Macron, antes de un almuerzo de trabajo, señaló la agencia de noticias Efe.

El Presidente francés luego recordó a los "más de 10.000 exiliados chilenos que encontraron progresivamente refugio en Francia. Esta comunidad, que hemos acogido con los brazos abiertos, es hoy un vector esencial de los intercambios entre nuestras dos naciones", mientras que Boric agradeció "la solidaridad" francesa.

¿Quién es más libre?

Joaquín García-Huidobro
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Mucha gente piensa que la libertad es simplemente hacer lo que uno quiere. ¿Será así?

Para responder, te invito que vayamos por un momento a la antigua Grecia, al siglo IV a. C. En el Gorgias, un diálogo de Platón, se recoge una conversación muy actual. Uno de los participantes, Calicles, pensaba que era más libre el que hacía lo que quería, especialmente si eso era algo malo y tenía el poder suficiente para que nadie lo castigara. Se trataba, en definitiva, de dar rienda suelta a todas las pasiones y de ser lo suficientemente poderoso para satisfacerlas. Por eso, el modelo de hombre libre para él era nada menos que el tirano.

Son palabras sorprendentes, pero en ellas Calicles no hace más que llevar hasta las últimas consecuencias la idea de que la libertad consiste en hacer lo que uno quiere. Sin embargo, al frente suyo hay un personaje del todo singular: Sócrates. Es tan especial, que sostiene algo que te sorprenderá: el tirano es el único que no hace lo que quiere. Parece rarísimo, ¿no? Según eso ni Nerón, ni Hitler, ni Stalin hacen lo que quieren. Ellos, le dice Sócrates, hacen "lo que creen que quieren", lo que evidentemente no es lo mismo.

Esto se entiende si pensamos, por ejemplo, en el caso de Sméagol. El nombre te sonará conocido si has leído o visto El Señor de los Anillos. Te cuento el comienzo, por si no conoces esa obra, que de paso te recomiendo. Sméagol estaba pescando con Deágol, su primo, y encontraron un anillo de singular belleza. Tuvieron una disputa acerca de quién debía quedarse con él y Sméagol mató a Deágol. Era un anillo muy especial: quien se lo ponía se volvía invisible.

Hacerse invisible es tanto como poder hacer todo lo que a uno se le ocurra sin que nadie esté en condiciones de castigarlo. Y eso es lo que hizo nuestro personaje. El problema, sin embargo, no era tan sencillo. Aunque un anillo así permita cometer crímenes perfectos, hay algo que no puede remediar. Uno puede asesinar, robar, violar o traicionar sin ser castigado, pero no puede evitar volverse asesino, ladrón, violador o traidor. Cuando elegimos algo, al mismo tiempo nos elegimos a nosotros mismos.

Así las cosas, Sméagol experimentó un cambio completo y se transformó en un auténtico monstruo: Gollum. Se quedó con su anillo, pero al costo de ser completamente irreconocible y llevar una existencia triste y solitaria. ¿Hizo Sméagol "lo que quería" o hizo solo "lo que creía que quería"? ¿Habría matado a su primo de haber sabido cuál era su futuro? Parece que se autoengañó y que, si Sócrates tiene razón, él, los tiranos, y todos los que creen que la libertad es simplemente hacer lo que a uno se le ocurra, aunque sea malo, son más bien dignos de lástima. En ningún caso constituyen un modelo para imitar.

Historias como esa, por desgracia, no están sólo en los libros. Cuando escribo estas líneas se me viene a la mente el recuerdo de Tito (obviamente cambié el nombre). Lo conocí hace varias décadas. Era absolutamente brillante, muy simpático y cultísimo: había leído toda la literatura imaginable. Le bastaba con encerrarse un par de días antes para sacarse buena nota en los exámenes. Sus compañeros le hacían bromas por sus famosas borracheras y por otros gustos parecidos. Todo parecía muy divertido, pero pasó el tiempo.

La penúltima noticia que tuve de él fue un correo electrónico suyo. Me decía que estaba desesperado. A causa de la droga, había destruido a su familia y había contraído varias enfermedades graves a causa de su vida destemplada. La última noticia fue que había muerto por una de ellas.

Si Tito hubiese podido leer ese dramático correo que me iba a escribir dentro de muchos años, ¿habría hecho las mismas cosas? Por ningún motivo: se habría horrorizado. No hizo lo que quería, sino lo que creía que quería. Él pensaba que estaba pasándolo bien, tomando whisky o volando bajo los efectos de una droga, cuando en realidad destruía su vida.

Me dirás que los ejemplos de Sméagol y de Tito son casos extremos. En eso estoy de acuerdo. Sólo quiero resaltar que no está claro que la libertad sea simplemente hacer lo que uno quiere, porque primero hay que preguntarse qué es aquello que uno quiere realmente.