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formas es más fácil vivir fuera de tu país y en cierta medida seguir conectado. No hay que olvidar que un factor relevante son tus seres queridos, y es lo que mayor arraigo o desarraigo genera hacia un lugar".

Agustín Squella cree que las personas cuidan más de sí mismas y de los suyos, "sobre todo en el aspecto de las condiciones materiales de existencia, que la nacionalidad que tienen casi siempre por azar". Piensa que entre los que quieren irse "se cuentan de preferencia los de mayores ingresos y patrimonios, o sea, los quejicas de siempre. En cuanto a mí, nunca tuve que irme de Chile, y además de que ya es demasiado tarde para pensar en algo así, me siento muy bien en este país".

"Es posible que el aumento en el número de personas que se irían a vivir a otro país diga relación con las condiciones económicas y con lo amable o desagradable que resulta la vida cotidiana, la posibilidad de lograr sin tanto esfuerzo, como ocurre, los beneficios normales y dignos de una sociedad que se dice o piensa en desarrollo", plantea Sonia Montecino.

"Pero ello no necesariamente quiere decir que esos símbolos de la chilenidad se pierdan. Gabriela Mistral, que caminó y se trasladó por el mundo, sostenía que la verdadera patria era la de la infancia y la del lugar en que esa infancia se vivió, el paisaje primario del que se bebió como la leche materna. Eso se llevará siempre aunque se sea un errante o un migrante. Por ello, no sé si las encuestas como instrumento sirvan para detectar esas experiencias que constituyen lo chileno; hay que complementar con miradas históricas, antropológicas y literarias".

Chilenidad y EXCLUSIÓN

En otro aspecto, ¿se puede decir que los sectores que permanecen al margen de los beneficios del crecimiento han desarrollado un sentimiento de exclusión frente a las representaciones clásicas de la chilenidad?

Agustín Squella: "Pienso que sí. Está bien que celebremos el término de la indigencia y un fuerte descenso en la pobreza -no obstante lo cual uno siempre sospecha de los criterios con que se hacen las mediciones que arrojan resultados tan autocomplacientes-, pero en Chile hay un cúmulo de desigualdades muy hondas y persistentes en las condiciones de vida. Eso no es un misterio para nadie, salvo para aquellas personas pudientes que por razones de seguridad no salen a caminar siquiera por sus propios barrios y menos se acercan a aquellos en que viven los más pobres".

Rodrigo Moreno: "No estoy tan seguro. De hecho, la chilenidad se sigue viviendo en los escenarios rurales del Chile central, de manera más genuina que en el mundo urbano. Las tradiciones, la religiosidad popular y las múltiples expresiones de lo que entendemos por 'lo chileno', no desaparecen de quienes no han sido beneficiados del crecimiento que Chile ha experimentado en estas tres últimas décadas, pero, por el contrario, en sectores donde ha existido un mayor beneficio, las influencias culturales externas son muy evidentes. Somos una sociedad muy permeable".

De figuras y comestibles

En el informe Nosotros los chilenos de hace 21 años, las imágenes más representativas de lo nuestro en materia comestible y bebestible eran las empanadas y el vino tinto (39.5%) y en cuanto personajes, lideraban Pablo Neruda (23.3%) e Iván Zamorano (22.3%). ¿Quiénes serían los personajes de hoy?

"No sé qué personajes hoy podrían ser representativos de lo chileno", dice Sonia Montecino. "Neruda ha sido cuestionado, quizás tome fuerza alguna mujer como la propia Mistral o Bachelet; pero las empanadas y el vino tinto son emblemas que con todas sus diversidades creo siguen siendo compartidas porque son sinónimo de comensalismo: los que comen juntos experimentan la hermandad de una mesa común".

Rodrigo Moreno está de acuerdo en la tradición gastronómica y bebestible que viene del mundo colonial. En cuanto a personajes, "no veo ejemplos específicos porque responden a cada tiempo y donde la carga subjetiva es aplastante. Por ejemplo, ya muchos han olvidado a Zamorano y seguramente Alexis Sánchez ha ocupado su lugar. Y si se habla de Neruda, ¿por qué no recordar a Gabriela Mistral?", se pregunta.

"¿Es cierto lo de Zamorano?", plantea extrañado Agustín Squella, para quien personajes destacables de hoy, aunque no sean suficientemente conocidos, "son los nonagenarios Gastón Soublette y la filósofa Carla Cordua. Agrego sin ninguna duda a la gran Violeta Parra, que todavía vive, de alguna manera, pero vive. También a Roberto Bolaño".

Tiene sus dudas en lo que respecta a la principal preparación dieciochera. "Sorprende que a la empanada le siga yendo bien, porque, en general, las están fabricando muy malas. Les sacaron la pasa, la aceituna es puro hueso, y el huevo se ha reducido a un trozo mínimo que hay que salir a buscar mascada tras mascada. El pino es casi pura cebolla, acompañado de una dudosa carne molida. En cuanto al vino, andamos bien: los hay muy buenos, variados y de precios razonables". 2

El tema de la identidad es algo complejo de definir porque siempre está presente la subjetividad humana"

Rodrigo Moreno Director Departamento de Historia U. Adolfo Ibáñez

Somos una sociedad compuesta de pluralidades que se engarzan y se unifican, pero con matices y diferencias".

Uno valora y quiere a su país, en este caso a Chile, pero somos sujetos universales y, por tanto, cosmopolitas".

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Habla nacional y su dinamismo: de la "vístima" al "mIHSSSH"

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Para el doctor en Lingüística y académico de la Universidad de Playa Ancha, Juan Pablo Reyes, "el lenguaje chileno refleja una identidad más sentimental que racional, más emocional, más pasional que lógica y, tal vez, por eso nuestro escudo patrio nos plantea la disyuntiva 'por la razón o la fuerza' que, además, es la expresión idiomática que mejor reflejaría nuestra identidad chilena".

El académico expone que es el conjunto de hablantes el que mediante su lengua "transforma la vida material real, es decir, nuestro diario vivir, en un mundo simbólico imaginario subjetivo de valores, costumbres, ritos, creencias, percepciones que objetiva en la interacción comunicativa familiar, escolar y profesional".

"mordió el anzuelo"

Así, por ejemplo, la identidad "se ve reflejada en un desarrollo mayor del léxico de un área determinada del conocimiento", como el que aportan la agricultura, la pesca o la minería -"poner la carreta delante de los bueyes", "mordió el anzuelo" o "pirquinero"- a través del uso popular y de la obra de reconocidos escritores.

"También hay palabras que provienen del mapudungun que forman parte de esta identidad, como son cahuín, pololo, ruca, usados sin distinción de clase, lugar, edad, condición étnica". Y formas características como el uso del sufijo -ito con un sentido diminutivo afectivo: "trae un cafecito", "vuelvo lueguito", "La media chaquetita que andai trayendo", conjugación esta última que representa una reconocida marca identitaria.

De "tole tole" a "plop"

"Las onomatopeyas se podrían considerar reflejo de identidad, especialmente cuando a modo de protesta hacemos un sonido como imitando el freír del pescado o de sopaipillas, 'tshiiiiii', o 'naaaaa' en sentido de incredulidad. Antiguo registro tienen 'ni fu ni fa', 'chuta', 'la tole tole", señala, aunque cree que han ido en retirada en las nuevas generaciones. "No así la onomatopeyización: el 'plop' o la palabra mire con sentido de asombro y de cierta envidia por el logro de otra persona y que pronunciamos como 'mihsssh".

Hablante creativo

¿El chileno como hablante es tan creativo a la hora de acuñar apodos o dichos? "Yo diría que es bastante creativo, en cantidad y calidad, motivado por su disposición hacia la ironía", responde el doctor Reyes. "La tendencia a no decir las cosas directamente lo lleva a recurrir a la creación de metáforas, de significados, de sentidos y de sonidos, a alterar frases y palabras".

Ejemplifica con lo que ocurrió con la palabra "vístima", que tiene, "por ese cambio de pronunciación, un nuevo sentido, que es casi contrario al original. Lo mismo pasa con 'dostor'. Otros fenómenos tienen que ver con asociar sonidos, 'Cacerola' por Cáceres, 'Arturo', por al tiro, 'Chilerecorte' por Chile Deporte".

El país de los apodos

El lingüista dice que el apodo es otra forma de demostrar creatividad idiomática, "además de ser como decía Coke, Jorge Délano, la huella digital de la persona, porque muchas veces es todo lo que se conoce de ella. Es un fenómeno de creación transversal a todas las clases sociales y las motivaciones, para el caso chileno, se centran principalmente en apodos referidos al cuerpo y a conductas sociales". Ahí están "grupiento", "vendedor de pomada", "taquillero", "sacador de vuelta", "sapo".

"En estos casos, lo relevante es que hay dichos y apodos para todo, no solo para personas, sino para la locomoción colectiva, el sistema de monedas, los grupos de personas según lugar de residencia, club deportivo, profesión, lugar de estudio, etc. Tienen apodos incluso, el espacio, la topografía, las comidas, las enfermedades. Podríamos hablar de un apodo sociopolítico y socioracial propio del pueblo chileno y, por lo mismo, con una fuerte identidad". 2