Inteligencia humana: desafío para el futuro
Según una encuesta de la Mutual de Seguridad y Microsoft, al 41% de los trabajadores les inquieta que la Inteligencia Artificial (IA) sustituya sus funciones. En directores, dueños de empresas y alta gerencia, la percepción de riesgo de perder sus trabajos por esta herramienta, baja a 20%. El mismo sondeo consultó por las principales preocupaciones para el próximo año. El "agotamiento de empleados y equipos/personal" resultó ser una de las principales. Frente a este problema, ambos grupos (58% y 69%, respectivamente) creen que la IA puede ayudar a prevenir o reducir el cansancio.
La información ilustra bien la disyuntiva a la que nos enfrentamos al contraponer la oportunidad versus la amenaza que representa la IA como herramienta de gestión y productividad. Es necesario recordar cómo el manejo de la ética en la irrupción de nuevas tecnologías es fundamental para que estas se pongan al servicio del hombre y no al revés.
En la misma lógica de contraposición, resulta clave destacar el concepto de Inteligencia Humana. Tal como lo señala el Pensamiento Social Cristiano, el trabajo tiene dos dimensiones. Una objetiva que se refiere al producto como la productividad y la remuneración. Pero también existe una dimensión subjetiva que se relaciona con el desarrollo integral de quien desempeña una labor, es decir, que encuentra en el trabajo un lugar de crecimiento integral.
Es importante que ambas dimensiones sean apoyadas y facilitadas por la IA sin olvidar a la Inteligencia Humana y el pensamiento crítico.
Nos enfrentamos a una era en la que los nuevos liderazgos empresariales tienen por delante desconocidos desafíos y donde el éxito económico -y la tecnología- pasen a ser medios para alcanzar el "buen trabajo", entendido como el desarrollo de la persona en su mayor expresión. La transformación de las personas es el gran legado de todo empresario y debe prevalecer por sobre todo lo demás.
Enrique Cruz U.
Inteligencia Artifical
En 1972 inicié un postgrado en ingeniería. Las herramientas matemáticas básicas en ese entonces eran las tablas CRC / Rinehart y la inolvidable regla de cálculo. Esta última con un precio alrededor de US$20. Transcurrido el primer mes de clases, apareció un alumno con una calculadora HP-35, cuyo precio era US$320. Inteligencia artificial pura y en sus comienzos -aunque nadie la bautizó así- que, comparativamente, disminuía el tiempo de resolución de cálculos aritméticos.
Habiendo transcurrido poco más de 50 años desde ese entonces, hoy nos encontramos con un gigantesco avance tecnológico: Inteligencia Artificial (IA), que ciertamente tiene el potencial de mejorar exponencialmente la capacidad de impartir educación, y de aumentar la receptividad y empeño de los estudiantes para incluso llegar más lejos.
Obviamente su implementación no será fácil, habrá resistencia en los que viven pegados en el pasado; mas, es el camino por seguir. Y el mundo va, entre otras pistas sociopolíticas y económicas, en esa dirección. Me parece apropiado recordar aquí el pensamiento de Derek Bok, educador y expresidente de la Universidad de Harvard: "If you think education is expensive, try ignorance" ("Si crees que la educación es cara; prueba con la ignorancia").
Gustavo M. Astorquiza normaandgus@easterlink.ca
Chile Infinita Creativa
Chile ha tenido notables pabellones en exposiciones mundiales. El pabellón de París (1889), hoy museo Artequín. Junto a varios otros en los últimos años: Expo Sevilla (1992), Shanghai (2010) y Milán (2015). Serie interrumpida en el frustrado pabellón de la Expo Dubai durante la gestión Piñera y continuada en la actual administración Boric, sumando dolorosas decisiones como la indefinición sobre el pabellón para Osaka 2025; o la declinada participación en la feria del Libro de Frankfurt y recientemente la negativa al proyecto israelí para llegar a la Luna, situación que como sostuvo la periodista Paula Escobar: "es restarse a tener un espacio en el mundo de la tecnología, la innovación, la ciencia".
Carola Contesse y Claudio Arce
Arquitectos AOA