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"Porteña": la carta de amor de Pascuala Ilabaca a Valparaíso

MÚSICA. La cantante lanzó un nuevo disco con ocho canciones.
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Amelia Carvallo

Pascuala Ilabaca acaba de lanzar Porteña, un nuevo disco de ocho canciones en el cual Valparaíso es el tema central con sus dolores y gozos.

La cantante cuenta que este nuevo disco le tomó casi dos años prepararlo y que tiene el pie forzado de convocar ritmos tradicionales como la cueca, el vals, el bolero y hay otra parte, más latina y callejera, que se inspira en música de plaza, en comparsas.

Bohemio y callejero

"El disco tiene un lado más elegante que es lo que trabajamos con Martín Silva como arreglador y que tiene trío de guitarras. Por otra parte tiene su lado callejero que es lo que trabajamos con Fauna, esas canciones tienen fusión de ritmos y se inspiran mucho en la música latina de calle y de carnaval.", explica.

Grabado y producido en el puerto, ya está disponible en plataformas y tendrá este 10 y 12 de noviembre presentaciones en Santiago y Valparaíso. "Es un show muy bonito y colaborativo, la escenografía la hicimos en colaboración con mi padre Gonzalo y mi hermana Danila. Hay grandes invitadas como la artista peruana, La lá, estará Mora Lucay , un trío virtuoso de guitarras compuesto por Martin Silva, Miguel Molina y Yayo (@guitarraantigua), entre otros. Subiremos al escenario con una buena dosis de música bohemia recién compuesta", explica Pascuala.

La hermosa carátula del disco es una foto del año 2000, de cuando el barco Avon encalló en Caleta Portales. "La elegí porque imagino que mucha gente porteña debe tener esa misma foto, fue un momento de memoria colectiva. En Valpo nos unen los naufragios y los incendios, que son tragedias, y también nos une el arte", dice la cantautora.

-¿Cómo llegaste a Valparaíso?

-Yo nací en los ochentas, en Cataluña. Mis papás eran migrantes allá, se habían ido todos: mi abuela, mis tíos, mucha familia. Estaba en la categoría de "apátrida" hasta que volvimos a Chile, y ahí me inscribieron en Recoleta, que era donde se inscribía toda la gente nacida afuera en dictadura. Luego estuvimos de nómades por varias partes hasta que llegamos a vivir a Valparaíso cuando yo tenía seis años y fue el primer lugar donde nos asentamos, desde esa edad que vivo aquí.

-¿Y adónde llegaron a vivir?

-Soy playanchina , ahí viví mi infancia y adolescencia participando en festivales del cantar de los colegios, con mucha vida de cerro, en esa época estaba muy viva, habían partidos de fútbol de barrio, carros alegóricos y disfraces, un grupo de amigos de calle con los que salíamos a andar en patines y después a fiestas y a fumar a escondidas a la Quebrada de Taqueadero. Con mi familia salíamos harto, al Teatro Imperio, al Circo de La Loca de la Cartera en Cerro Toro, al Muelle Prat, a los remates y a la feria de antigüedades de Plaza O´Higgins y a las tiendas de ropa usada. Ahora que compuse este disco recordé muchos momentos de esos, en los que capté la chispa de la gente, el humor compartido.

Para Pascuala este disco acoge las contradicciones de Valparaíso.

"Hay una canción que habla del Valparaíso sin noche, de los estragos del toque de queda en la bohemia porteña y la violencia y abandono que hay. Y hay otra que habla de la onda veraniega que se arma de un momento para otro y todo es encontrarse en la calle a pasarlo bien. Y hay cuecas para el pintor Eduardo Mena y para la vedette Manon Duncan, así como una salsa dedicada a La Loma, el cerro donde hoy vive.

COLABORACIONES

En "Porteña" además hay algunas colaboraciones, como por ejemplo en la canción "El Perdón", que canta junto a Mon Laferte. "Las colaboraciones son muy variadas pero todas son de la quinta región: hay una con Daniel Bahamondes y su virtuosa armónica, otra con Mora Lucay con su voz hermosa y amistad, además tiene una historia muy linda que surgió ya que cantamos juntas la canción dedicada a Manon Duncan, que era muy amiga de su papá, otro artista bohemio de Valparaíso.

-La bohemia es algo que exuda este disco, ¿qué has podido conocer de la noche porteña?

-La bohemia la absorbí de chiquitita, entre mis seis y diez años mi papá hizo su libro y exposición sobre el Roland Bar y yo siempre iba con él allí. La Mini, que era la dueña, tenía una hija como de mi edad y armábamos nuestros propios juegos y sapeábamos todo.