Violencia en las barras
En las últimas semanas, se ha discutido mucho en torno a cómo enfrentar la violencia en las barras de fútbol.
El fútbol configura identidades, subjetividades y significados así como expresa y cataliza conflictos y problemáticas sociales. En ese contexto, la violencia no la fabrica el fútbol, pero éste sí se transforma en el vehículo ideal de la violencia.
A ello se suman factores políticos y culturales tales como la carencia o insuficiencia de consecuencias concretas, reales y efectivas a los infractores y de responsabilidad de las instituciones deportivas organizadoras de los eventos, el fracaso de programas de intervención (como Estadio Seguro) y la conexión de barras con círculos políticos y de poder.
Cabe recordar que la violencia que actualmente se desata entre las barras de Universidad de Chile y Colo Colo nace de un episodio de robo de un lienzo por parte de estos últimos y, por ende, se desata desde un nivel simbólico.
Por ello, proponer acciones desde lo puramente conductual no ataca el problema de fondo, pues, para las barras, las personas pasan pero los significados quedan y luego serán encarnados por otros.
Las escasas medidas actuales resultarán superficiales mientras no se entienda y resignifiquen los supuestos a la base de la conducta de la barra.
La prevención de la violencia en el deporte, así, pasa por abordar los significados a la base de los hechos y para ello es necesario, entre otras cosas, repensar el rol del deporte en la educación ciudadana.
La solución más simple es promover sanciones y modificaciones legislativas. Es un camino relevante, pero no el único.
Mientras no se aprecie que la violencia es un hecho cargado de sentido y un fenómeno multidimensional que, considerando la naturaleza social del ser humano, debe ser abordado de forma global en base a políticas educativas y sociales, difícilmente podremos avanzar.
Benito Urra Tobar, Dr. en Psicología Deportiva, académico Escuela de Educación Física, Universidad Bernardo O'Higgins
Urgencia ante la crisis de Huachipato
La paralización de las operaciones de la siderúrgica Huachipato, un pilar histórico de nuestra industria nacional, no solo simboliza un golpe devastador para la economía local del Gran Concepción, sino que también resalta una problemática mucho más profunda y estructural en nuestra economía. La vulnerabilidad ante la competencia internacional, particularmente la del acero chino. Esta situación es un llamado de atención urgente al gobierno, evidenciando una necesidad crítica de revisar y fortalecer nuestras políticas de protección para la industria nacional.
No se puede negar el impacto social de esta paralización: miles de trabajadores y sus familias enfrentan un futuro incierto, mientras que la economía local se ve amenazada por la pérdida de uno de sus motores productivos. Sin embargo, más allá de las consecuencias económicas inmediatas, esta crisis revela la fragilidad de nuestras bases industriales frente a la competencia desleal de mercados externos, que a menudo se benefician de políticas estatales de apoyo que distorsionan la libre competencia.
El gobierno, en su rol de garante del bienestar económico y social, debe tomar medidas proactivas para no solo salvaguardar los empleos en riesgo, sino también para establecer un marco de competencia justo que permita a las empresas chilenas competir en igualdad de condiciones en el mercado global. Esto incluye la implementación de aranceles compensatorios a importaciones que se benefician de subsidios estatales extranjeros, la promoción de la industria nacional mediante políticas de compra pública y el fortalecimiento de las medidas de protección social para los trabajadores afectados por reestructuraciones industriales.
Cristóbal Cifuentes Rivera, académico U.San Sebastián