En nuestra región, el trabajo decente es más una aspiración que una realidad; el desempleo y la informalidad mantienen a miles de personas sin acceso a los derechos y beneficios básicos de un empleo formal. Esta semana, fui invitado a un conversatorio sindical, y reflexionamos sobre el concepto de "trabajo decente" y los factores clave para lograrlo. El trabajo decente va más allá de un ingreso adecuado: exige empleos formales que garanticen seguridad social, estabilidad y todas las prestaciones.
El empleo formal y el crecimiento económico dependen de la inversión pública y privada. Por ello, nuestras nuevas autoridades deberían enfocar esfuerzos en facilitar proyectos, atraer inversión y fortalecer el crecimiento regional.
Hoy en día, el trabajo decente exige varios componentes, y uno de los más importantes es la productividad laboral, factor que impacta directamente en los salarios. Chile ha experimentado una baja en productividad en los últimos años, en parte debido a la reducción de la inversión, obstaculizada tanto por regulaciones complejas como por problemas de financiamiento. Esta tendencia afecta la capacidad de ofrecer sueldos sostenibles y adecuados. Para revertirla, necesitamos un esfuerzo colectivo de capacitación y una mejora en las condiciones económicas.
Si bien el incremento del salario mínimo pretende beneficiar a algunos trabajadores, también puede excluir a otros cuya productividad no alcanza para cubrirlo, empujándolos a la informalidad y afectando la oferta de empleos formales. A esto se suma la reducción de la jornada laboral que, aunque mejora las condiciones de trabajo, no necesariamente contribuye a aumentar la productividad, un componente esencial para la sostenibilidad empresarial y la generación de empleo.
Para aumentar la productividad, necesitamos programas de capacitación continua, optimización de procesos y herramientas de gestión. La innovación y la tecnología también son aliadas clave, además de promover ambientes laborales seguros y saludables. La inclusión de mujeres en el sector construcción ha mostrado beneficios, como la reducción del ausentismo y las licencias médicas, además de mejorar el clima laboral. Esta diversidad promueve la colaboración y la innovación, contribuyendo no solo a una economía más sólida, sino que a una sociedad mas justa.
Lograr un trabajo decente depende de empleos formales con contratos claros que aseguren salud, jubilación y estabilidad laboral. Esto implica un entorno en el que tanto empleadores como trabajadores se comprometan de manera activa: las empresas deben ofrecer condiciones laborales justas, mientras que los trabajadores, por su parte, deben contribuir con el desarrollo de sus habilidades, compromiso y actitud proactiva.
Un compromiso genuino de autoridades, empresas y trabajadores puede convertir el trabajo decente en una realidad palpable. En nuestras manos está el desafío de transformar la región y el país, construyendo una economía fuerte y justa para todos.
Ricardo Salman Aburdene
past president CChC Ñuble