Generar conciencia sobre el cambio climático y fomentar el ahorro energético son algunas metas que nos hemos propuesto como país. En esta línea, los invito a preguntarse cómo podría ser una ciudad sustentable.

Existen propuestas muy interesantes e innovadoras de proyectos que combinan el biomimetismo, la eficiencia energética y materiales renovables para crear ciudades más resilientes, así como las propuestas del arquitecto Vincent Callebaut. También se destacan propuestas como la del urbanista Carlos Moreno que plantea que todos los ciudadanos deberían poder acceder a los servicios básicos en un recorrido de máximo 15 minutos. Para lograrlo es clave contar con un transporte público seguro y sostenible. En este sentido, ciudades como Melbourne son referentes en cuanto a movilidad eficiente, combinando en su sistema de transporte público trenes y tranvías.

Para fortalecer la resiliencia y reducir la huella de carbono de las urbes es importante acercar la producción al consumo. En cuanto a la energía, velar por la eficiencia energética de las edificaciones y sistemas es clave, así como también la producción de energía a partir de fuentes disponibles localmente. Además, producir alimentos dentro de la ciudad contribuye a mejorar la calidad de vida y la resiliencia urbana. Esto se puede hacer en jardines verticales, huertas urbanas, o jardines en las azoteas de los edificios.

Pensar desde la lógica de la economía circular facilita una gestión eficiente de los recursos y la reintegración de los materiales al sistema productivo. En el caso del agua, recurso vital para el ser humano, estrategias como la reutilización de aguas grises y la captación de aguas lluvias nos pueden ayudar a optimizar este recurso.

En Chile, el déficit habitacional impulsa la construcción de nuevas edificaciones. El uso de materiales renovables en estas, como la madera, contribuye a reducir la huella de carbono y potenciar así la construcción sustentable. A nivel internacional, la incorporación de infraestructura verde en las urbes ha demostrado múltiples beneficios. Edificios emblemáticos como el Bosco Verticale en Milán o el Hotel Oasis en Singapur demuestran que la integración de la vegetación en la arquitectura permite regular la temperatura, proporcionar sombra y mejorar la calidad del aire.

En los últimos años hemos sido testigos de algunas propuestas revolucionarias: Oceanix City, un proyecto de islas flotantes que forman pequeñas aldeas autosuficientes apoyado por ONU Habitat. Y The Line, una ciudad diseñada en forma de linea que se está construyendo en Arabia Saudita, promete ser libre de emisiones de carbono y garantizar el acceso a servicios esenciales en un radio de 5 minutos a pie.

Repensar las ciudades es una invitación a soñar con espacios que favorezcan el bienestar de todos sus habitantes. Es un gran desafío, exige innovación, planificación y un compromiso genuino con la sustentabilidad. Una inversión que tendrá rentabilidad favorable de triple impacto: en las personas, en las comunidades y en la naturaleza.

Victoria Mira, Ingeniera Civil UC Consejera Consejo de Políticas de Infraestructura (CPI).

El 5 de febrero último se publicó en el Diario Oficial la Ley N° 21.730, que creó el Ministerio de Seguridad Pública. Señala que en un plazo de ocho meses se habilitará un número único de emergencia inspirado en el 911, con el fin de unificar en una misma base los datos de instituciones a las que se acude en casos de urgencia. Con la implementación del Sistema Nacional de Protección Ciudadana, independiente el número de emergencia al que llame una persona, será redirigida a una sola central que se encargará de atender la emergencia. El número exacto que habrá que digitar aún no está definido.

En algunos países, como en Estados Unidos, el dígito 911 permite tener un sistema integrado de emergencia con entrada única, lo que simplifica la acción a las personas que requieren de alguna ayuda. En Chile, en cambio, hay una veintena de números básicos de urgencia, entre ellos, el 130 para incendios forestales, 131 de Ambulancias, 132 de Bomberos, 133 de Carabineros, 134 de la PDI, 135 Fono Drogas, 136 Rescate Andino, entre otros. Sin embargo, el nivel de recordación de la gran mayoría de los números de emergencia es bajísimo y tal vez los más presentes corresponden al ABC, esto es, Ambulancias, Bomberos y Carabineros. Por ello, contar con un número único facilitaría a las personas dar a conocer sus emergencias y a la vez agilizar la capacidad de respuesta de las instituciones correspondientes.

Sin embargo, hay un tema que es preocupante: el mal uso que muchas personas realizan de estos números de emergencia. La gran mayoría de los llamados son falsos o corresponden a quienes pretenden hacer "bromas". De acuerdo con informes de Paz Ciudadana, se ha detectado que la mayoría de esas llamadas falsas se produce en los horarios de recreo de los colegios, lo que hará necesario instruir a los estudiantes acerca de la importancia que tiene un número de emergencia y el riesgo que tiene hacer una llamada de "broma".