El Día Internacional del Trabajador nos invita cada año a reflexionar sobre el sentido profundo del trabajo en nuestras vidas. Más allá de su función económica y de sustento, el trabajo es una manifestación esencial de la dignidad humana, un acto que modela nuestro carácter, fortalece nuestras habilidades y muchas veces da propósito a nuestra existencia.
A lo largo de la historia, el trabajo ha sido fuente de progreso, no solo material, sino también espiritual, porque en él se forjan virtudes fundamentales como, la lealtad, el compromiso y la superación personal. Trabajar no es simplemente cumplir con una tarea; es construir, día tras día, un legado de esfuerzo, constancia y aprendizaje que, aunque silencioso muchas veces, deja huellas profundas en la vida propia y en la de los demás.
Cada experiencia laboral, cada meta alcanzada y cada obstáculo superado perfeccionan nuestras capacidades y ensanchan nuestra comprensión del mundo. El éxito verdadero no se alcanza de manera súbita; es el resultado de años de perfeccionamiento, de manos curtidas en la experiencia, de mentes que aprenden de sus errores y de corazones que perseveran ante la adversidad. Aun cuando el trabajo trae consigo desafíos, frustraciones o momentos de desaliento, al hacer el balance de una vida dedicada al compromiso y al esfuerzo, los saldos positivos superan ampliamente los negativos.
La satisfacción que deja una vida de trabajo bien llevado es un tesoro que no se mide solo en bienes materiales, sino en la construcción de una identidad, de valores y de vínculos sólidos. Trabajar, en definitiva, es encontrar en la perseverancia diaria una fuente inagotable de crecimiento y sentido.
Sin embargo, es importante recordar que aún queda mucho por hacer en el mundo laboral. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2024 la tasa de desempleo global se mantiene en un 5%, mientras que más de 402 millones de personas en el mundo buscan sin éxito un trabajo decente. Además, cerca del 58% de los trabajadores se desempeñan en empleos informales, sin protección social ni garantías de estabilidad. Estos datos nos interpelan a redoblar esfuerzos para construir sociedades donde el trabajo digno sea un derecho efectivo y universal.
Este primero de mayo celebramos el privilegio de trabajar, renovemos nuestro compromiso con la excelencia y la integridad, y sigamos viendo en cada jornada laboral una oportunidad para crecer, contribuir y dejar una huella noble y perdurable en el mundo y sociedad que construimos entre todos.
José Luis Franco Montaña,
rector Santo Tomás Chillán