Libertad de prensa y filtraciones
José Ignacio Martínez Estay
En los últimos meses diversos medios de comunicación nos han entregado antecedentes sobre hechos que revisten caracteres de delito, o que al menos están reñidos con la probidad,en los que habrían intervenido funcionarios públicos y personas particulares. Parte importante de la información ha sido filtrada de investigaciones llevadas a cabo por el Ministerio Público, sin que hasta la fecha se sepa con certeza quién o quiénes han dado a conocer información investigativa reservada.
Estas filtraciones afectan las reglas de la investigación penal, y ponen en riesgo derechos fundamentales de las personas imputadas y de terceros. Pero, a la vez, su difusión por los medios nos pone en alerta respecto de hechos en los que pareciera estar en juego el interés público,elemento clave en un sistema democrático, en el que los ciudadanos, mediante el voto, deben adoptar decisiones debidamente informadas. Eneste sentido, y como se ha señalado reiteradamente,la libertad de prensa contribuye a la democracia reforzando el control del poder.
Lograr un adecuado equilibrio entre todas esas variables resulta sin duda complejo, y la búsqueda apresurada de soluciones no parece ser aconsejable. Todos los valores en juego son importantes, y es por eso que legislar de manera apresurada resulta reprochable.Lamentablemente, pareciera que esto no ha sido considerado por algunos parlamentarios, que han planteado transformar en penalmente responsables a los periodistas que divulguen información filtrada de investigaciones criminales en trámite.
La medida planteada se asemeja a la de castigar al mensajero que lleva malas noticias.Y es que todo indica que si realmente se quiere lograr proteger los derechos de terceros y la eficacia de la investigación penal, los énfasis regulatorios debieran ponerse más bien en la adecuada sanción de quienes incumplen deberes y prohibiciones funcionariales.
Una vez más el mundo político reacciona frente a un problema de manera poco razonada y más bien visceral, en circunstancias de que lo que se espera de él es la adopción de medidas producto de la reflexión y el estudio de los pro y los contra de ellas.En este sentido,lo razonable es procurar un adecuado equilibrio entre los bienes jurídicos en juego, tomando en consideración el inestimable valor de la libertad de prensa, así como la necesaria protección de otros derechos y libertades, y el respeto a las reglas de una eficaz e imparcial investigación penal.
Legislar apresuradamente no sólo es poco presentable,sino que además conlleva el riesgo de que los ciudadanos profundicen su mala opinión respecto de la actividad política, y quede la sensación de que se está frente una medida de autoprotección.
"Una vez más el nundo político reacciona frente a un problema de manera poco razonada y más bien visceral, en circunstancias de que lo que se espera de él es la adopción de medidas producto de la reflexión y el estudio de los pro y los contra de ellas"
*Profesor de Derecho Constitucional e Investigador de Polis, Observatorio Constitucional de la Universidad de los Andes