José Acuña
José Acuña, modesto temporero de San Carlos, se encontró dos millones de pesos en las afueras de un banco de la misma ciudad y los devolvió a la autoridad pertinente. Una noticia así no se lee ni se escucha ni se ve en la televisión. Estamos acostumbrados a que un José Acuña asalte, mate, viole y ocupe las portadas de los diarios y los noticieros televisivos. Con ese Chile rojo nos levantamos y acostamos.
Pero no se destaca el otro Chile, el Chile de José Acuña, uno que no vende ni es sensación, sin embargo es un Chile luminoso que nos dice que hay un Chile profundo honesto y solidario, bueno en el mejor sentido de la palabra al que hemos ido pisoteando desde arriba con el mal ejemplo de nuestros políticos, nuestros empresarios, la iglesia, hasta el Ejército, el deporte. Toda esa élite debería avergonzarse de José Acuña que no se llevó los dos millones a su casa, ni mintió… los devolvió.
José Acuña no recibió nada; su recompensa fue la alegría del otro, del que daba por perdidos sus dos millones. Él obtuvo con su gesto una de las satisfacciones más altas a la que ser humano puede aspirar: hacer el bien por el bien. Eso lo logró José Acuña (ni siquiera su segundo apellido aparece mencionado en la noticia). Pero eso no es suficiente.
La honradez se educa, se estimula, se premia. El que devuelve lo encontrado, sea dinero, especies, en la calle -en una cultura cimentada en profundos valores cívicos- tiene el deber moral devolverlo a su dueño.
Vivimos, sin embargo, en una sociedad imperfecta, por lo tanto cabe generar una política destinada a premiar, estimular recompensar este tipo de honradez. Es lo que se llama "La ley de la recompensa", que da a la persona -tiene derecho- a recibir un porcentaje del valor de lo devuelto por parte del beneficiado al recuperar lo perdido. Algunas sociedades lo han fijado en un 10 por ciento. Chile carece de una ley de esta naturaleza. Sería una buena idea para el Parlamento legislar sobre esta materia para premiar a personas como José Acuña con una ley que podría llevar su nombre.
Héctor Caro Quilodrán.
Observadores
Dentro de los múltiples actos monocráticos que ha protagonizado la presidente de nuestra República, sin duda que uno de los más complejos ha sido el que pronunció ayer, al hacer pública su designación de los miembros del Consejo de Observadores del Proceso Constituyente. Complejo porque, de un lado, nombra a personajes populares proclives a su facción que, mientras en una primera reacción no causan otra cosa más que cómico asombro, luego causan preocupación por el arrastre que tendrán entre la masa, en un "proceso constituyente" que tendrá no tanto pan pero sí mucho circo. También nombra a personas que tienen arrastre en nichos que también son de su afinidad ideológica. Finalmente, ha convocado a personas razonables pero que no serán capaces de hacer contrapeso a los otros. Nuevamente, el alumbramiento de una facción que se cree capaz de conducir a todo un país con su solo genio y voluntad, ha preferido desconfiar del criterio de los ciudadanos, a los que ve como meros súbditos, y puso su fe en su propia hueste. Si de legitimidad de origen se trata, es claro que una nueva constitución no presentará ningún avance.
Joaquín Rodríguez Droguett.
Observadores (II)
Cuando todavía no se conocen los resultados palpables de la Comisión liderada por mi compañero de Universidad Eduardo Engel, la que al parecer se quedó entrampada en "un taco" en la ruta 68, camino a Valparaíso, surge una nueva Comisión de observadores", como siempre la hinchada no estuvo muy de acuerdo en los nominados, pero sí quedó ratificado Beausejour por el carril izquierdo.
Luis Enrique Soler Milla.
Colusión del papel
En relación al caso "colusión del confort", y producto de la declaración ante tribunales de parte de uno de los "coludidos", el señor Ruiz Tagle, deseo manifestar que este señor, con su pretendido afán de engañar a la prensa y a la opinión pública, señalando que su declaración ante la justicia era de carácter voluntario, no hace otra cosa que intentar reírse de toda la ciudadanía y esto, debería llevarlo a sufrir una condena mayor.
Juan Luis Castillo Moraga.
La "S" y La "D"
Lamentablemente los chilenos estamos considerados como los que peor hablamos o nos expresamos en latinoamérica. El Español o Castellano (los dos valen), poco a poco está siendo reemplazado por chilenismos, que poco tienen de cultos. Además, cada vez nos estamos "comiendo " algunas letras y en consecuencia disminuyendo nuestro vocabulario. Los casos más notorios, son los relacionados con las letras "S y D". En resumen, si continuamos así, para nosotros, el ABCDARIO, se verá reducido a la mitad.
Jorge Valenzuela Araya.