Yo creo que hay tradiciones que merecen palos, como los mechoneos, por ejemplo. Este año, sin embargo, no escribí ninguna línea sobre esta estúpida tradición. Y eso ocurrió, porque este año hubo un cambio y se notó, hubo centros universitarios, cuyos alumnos cumplieron tareas de bien social y recepciones, que de verdad correspondieron a personas, que están recibiendo educación superior.
Otra tradición que celebramos que se reactualice, es la vendimia, que este año demostró su jerarquía, ya visualizada hace años, por un amante del turismo, como lo fue Raúl Godoy, fallecido, cuando nos estaba alumbrando el camino para volver a lo que tradicionalmente fuimos. Volver a nuestras raíces, recuperar acciones que han fortalecido nuestra identidad y embellecido el paisaje de nuestros recuerdos. El ayudó con su concurso a recuperar la fiesta de la Vendimia, que hacía 57 años había enmudecido, al igual que las alegres fiestas de la primavera, que alegraron en años juveniles a los adultos mayores de hoy. Necesitamos a un Raúl Godoy en ese sector, que al igual que los huasos que restablecieron las trillas a yegua suelta, han recuperado también una costumbre típica de los campesinos que se habían enamorado de la máquina para cosechar su trigo. De ese modo estamos volviendo a ser dueños de las fórmulas ganadoras, para llevar a nuestra mesa el pan y el vino de nuestra tierra.
Cuando celebramos todo lo que estos días hemos tenido a nuestro alcance, es porque hemos sentido en la intimidad de nuestro corazón, que Chillán y sus alrededores tienen una identidad y un compromiso grande con los campesinos, los trabajadores de la tierra y los dueños de esos territorios que ellos cultivan. Es una especie de vuelta de manos para muchos que en este momento están viendo que no es un buen negocio cultivar viñedos o producir vino, el mismo que es alabado y requerido en el comercio nacional y extranjero. Tal ves por eso vimos contentos los rostros de muchos de ellos en la noche inaugural. Sin duda, quienes estábamos allí, estábamos respaldando su esfuerzo e instándolos a seguir trabajando su tierra.
Por ese motivo, a muchos no nos gustó el ambiente en que se movilizó esta fiesta, calificando a quienes con pasión la impulsaron a calificarla como instrumento político electoral. Sería una lástima que algún día tuviéramos que suspender esta u otras fiestas, porque hay una elección que requiere el voto popular. Cierto es que la Teletón ha tenido que suspenderse cuando en su año de realización hay elecciones. Si esa fórmula se utiliza también en estas fiestas tradicionales, es posible que vayamos a olvidarnos de ellas. A ningún candidato le gusta que lo denigren tratándolos de aprovechadores y abusadores del bien común. Lamentablemente el quehacer político tiene estas debilidades. Esperamos el homenaje a nuestras tradiciones, que estas se cumplan, sin los bochornos que esta vez presenciamos.
Por Carlos René Ibacache I. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.