Siempre que hacemos una visita nos llena de alegría el encuentro con familiares, amigos, o gente que no hemos visto por algún tiempo. Suele ser una instancia para compartir novedades de la vida de cada uno y fortalecer lazos de familiaridad y amistad. Algo parecido sucede en nuestra Iglesia Católica cuando se realiza, cada 8 años, una Visita Ad Limina, que convoca a los Obispos de todo un país a visitar al Papa, sucesor de San Pedro, y reforzar nexos de fraternidad y fidelidad al evangelio de Jesús y su misión.
Durante el reciente mes de febrero todos los Obispos de Chile hemos estado junto al Papa Francisco para compartirle nuestras alegrías, preocupaciones, problemas y esperanzas. Nos hemos encontrado con un Papa que, cerca de los 80 años, está lleno de vitalidad y encausando una gran reforma en la Iglesia. Hemos recibido mucho afecto y disfrutado de su cercanía de pastor y padre, nos ha sorprendido su conocimiento de la vida de la Iglesia y de nuestra patria, nos ha alegrado constatar el gran cariño que tiene por Chile y su deseo de visitarnos pronto.
En varias sesiones con el Papa y sus asesores en Roma, nos ha quedado claro que los desafíos de la evangelización son los mismos, con matices, en todo el mundo. La reforma de Francisco es una respuesta a la necesidad de acercar la Iglesia a todos, asumir una actitud de escucha y no condenación de las situaciones que nos desafían en la pastoral. El Papa sueña con una Iglesia menos estructurada y más servidora, menos impositiva y más misericordiosa, fiel a las enseñanzas de Jesús aunque ello signifique incomprensión y rechazo. La vida humana, desde su concepción a su muerte natural, la familia fundada en una relación de amor entre un hombre y una mujer, son para Francisco verdades que no se pueden transar y que los creyentes debemos defender y proclamar con valentía. Toda actitud que lleva a justificar lo que el Papa llama "la mundanidad", es decir el relativismo de buscar lo que el mismo Francisco llama el "ni muy muy ni tan tan", se alejan del camino del Señor, nos ha recordado el sucesor de San Pedro.
Ya de regreso a nuestras Diócesis, los pastores diocesanos hemos renovado fuerzas para continuar proclamando la verdad del evangelio, en fidelidad, asumiendo la actitud del mismo Cristo, que no vino para ser servido, sino para servir.
Carlos Pellegrin Barrera Obispo de Chillán