El Centro de Rehabilitación de Fauna Silvestre de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Concepción, en conjunto con el Servicio Agrícola Ganadero, trasladaron a la Puma (Puma concolor) al Centro de Rescate Fauna Andina. La cachorro de puma fue ingresada el día 5 de junio al recinto de la UdeC, luego de ser atropellada el día anterior por un particular en la ruta Itata y socorrida, en primera instancia, en el Bioparque de Quillón.

Una vez recibida en el Centro de Rehabilitación de la UdeC, los médicos veterinarios determinaron que el ejemplar presentaba una condición de anorexia y deshidratación junto a una fractura en el miembro posterior derecho a la altura del acetábulo y cabeza del fémur.

De acuerdo a lo mencionado por la encargada del Centro de Rehabilitación, la médico veterinaria, Paula Gallegos, "se realizó una cirugía que consistió en una exérecis de la cabeza del fémur y mejorar su condición corporal. Su estadía fue de tres meses y medio, en donde se mantuvo en constante tratamiento médico, por lo que está preparada para ser trasladada al Centro de Rehabilitación de Fauna Andina, en Villarrica. Allí se evaluará su condición física y su comportamiento para su posible liberación a su hábitat natural".

Ana Gloria Wallace, quien trabaja en Protección de Recursos Naturales Renovables, en el SAG señaló que "la puma está lista para ser derivada a cautiverio y será llevada a la Fundación Andina, que dirige Fernando Vidal, en Villarrica".

El proceso de traslado debió hacerse utilizando dardos tranquilizantes para velar por la seguridad de los profesionales y del propio animal. "Aunque sea un animal pequeño, igual es de peligro trabajar en forma directa, entonces es necesario aplicar una sedación para poder trabajar con este tipo de ejemplares. Para ello ocupamos un rifle de dardos que tiene una dosis anestésica y una vez que el animalito ya esté dormido podemos manipularlo. Eso tarda alrededor de 5 minutos, porque la universidad utiliza fármacos de última generación", explicó John Luarte, médico veterinario del SAG.

"No soy rico ni pobre, las cosas me cuesta ganármelas, pero si se trata de devolver la mano a un país que me acogió y que también es solidario, aquí estamos. Nada mejor que estar donde las papas queman y la gente lo que necesita es comida caliente", dice el chillanejo Miguel Sáez Lagos (35) sobre una singular labor de ayuda al pueblo mexicano. Esto lo ideó ante la catástrofe que provocó el terremoto de 7.1 grados Richter que vivieron el martes pasado.

Sáez es un emprendedor que fabrica sus propias longanizas y hace siete años vive en México. Según él, ante la tragedia no dudó en salir a la calle a apoyar. Para ello utilizó su "Food truck" y junto a Juan Carlos Badilla, que es otro chillanejo que lo apoyó en la tarea, salieron a recorrer hospitales y albergues para repartir 300 choripanes a los rescatistas mexicanos. La mitad de la mercadería donada por Sáez y la otra mitad pagada por la Embajada de Chile en México.

Sin brazos cruzados

Pero, esta ayuda no nace de la casualidad. Miguel Sáez no contaba con esa gran cantidad de choripanes disponibles porque sí. La historia de la mercadería comienza con la celebración de las Fiestas Patrias chilenas en México.

Todos los años, los compatriotas realizan una fiesta de la chilenidad en Ciudad de México, respaldada por la embajada, la cual estaba programada para ayer.

Sáez iba a asistir al evento con su camión para vender la comida tradicional a otros chilenos residentes que asistirían a la actividad. Sin embargo y ante la ocurrencia del desastre natural, dicho evento fue suspendido. Nadie en el país mexicano estaba para celebraciones, tampoco los chilenos.

"En ese momento decidí que lo que tenía fabricado no podía perderlo y decidí salir a regalarlo. Una parte me la compró la embajada, que fue la mitad, para llevarla a un albergue, y la otra por mi cuenta la fui a entregar la noche del miércoles en la zona de hospitales", destaca Sáez.

Agrega que "no podía quedarme en la casa con los brazos cruzados, mirando lo que estaba pasando. Creo que el mío es el único camión de comida que anda recorriendo las calles. Se lo debo a México, porque quiero quedarme a vivir aquí".

Sobre el momento del terremoto la tarde del martes, Sáez relata que "me agarró en una avenida que es muy larga. Vi cómo la calle se movía como una cuncuna y los edificios parecían una gelatina. Además, debo decir que la alarma no funcionó con los tres minutos de anticipación al sismo que se decía que se iba activar".

El embajador

También desde el país centroamericano Ricardo Núñez, embajador de Chile en México, valoró la solidaridad de Miguel Sáez. "Es una tremenda persona. Muy querido por todos acá y valoramos mucho lo que está haciendo", destaca Núñez desde el país del norte.

Ayer, el diplomático asistió a repartir empanadas a rescatistas, las mismas que estaban destinadas para la patriótica actividad que fue suspendida por la tragedia. "Aquí estamos con Miguel (en una de la zonas más dañadas de la ciudad). Él repartiendo choripanes y nosotros, junto a un grupo de chilenos que trabaja en la embajada, haciendo lo mismo con las empanadas", dice Núñez.

El embajador asegura que hasta ayer no había chilenos lesionados y sólo se presentó un problema con una casa que se le derrumbó a un residente. También confirma que llegaron los dos primeros especialistas chilenos destinados a labores de rescate, los cuales son bomberos.

"México siempre ha sido un pueblo solidario y se nota en la calle, donde cualquier persona ayuda a levantar escombros", finaliza Núñez.

Juan Carlos Badilla (49), el otro chillanejo que vive desde hace 17 años en México y colabora con Sáez en su labor de ayuda, destaca que "este país tiene algo especial con la solidaridad. Se parece un poco a Chile en eso, pero creo que es más. Con Miguel, quien es más huaso que yo, decidimos salir de inmediato a ayudar. Él es súper buen chato y ambos queremos darle una mano a este país". Badilla concuerda con Sáez y asegura que "me quedaré aquí para siempre".