Carta abierta de los laicos de la capilla Santa Ana
Señor Director:Frente a los últimos acontecimientos acaecidos en la Iglesia a nivel nacional y en particular hoy en día en la Iglesia de Chillán, donde hasta este minuto dos sacerdotes están siendo investigados por denuncias de abusos sexuales, han habido distintas reacciones; primero de sorpresa y posteriormente ha surgido la rabia, la decepción y el desconsuelo. Cabe preguntarnos ¿y ahora qué?, ¿quedaremos desolados, sin rumbo, desorientados, desconfiando de cada sacerdote que veamos, por el accionar de unos pocos?, ¿por la pérdida de orientación o del centro de algunos?. Frente a esto nos preguntamos ¿cuál es nuestra tarea como laicos de cara a esta terrible realidad?
Todos sabemos que cuando hay una herida infectada, que está supurando, esta debe ser limpiada muy bien, no superficialmente, porque la costra que se formará mantendrá la pus en su interior. Para limpiar la herida se debe raspar, hasta que esta sangre y sacar todo el material muerto e incluso parte del tejido vivo que se pudiese contaminar, si es necesario, raspar hasta llegar al hueso. La herida debe quedar abierta para que los tejidos se oxigenen y lentamente las células limpias se regeneren y el tejido sano vuelva a cubrirla. Es un proceso lento y doloroso, pero efectivo. De este mismo modo, debemos limpiar nuestra Iglesia, sacando todo lo que en ella esté sucio y podrido, pero debemos recordar que también existe tejido bueno que hay que mantener, para que la herida pueda sanar y regenerarse. Haciendo el símil, hablamos de los muchos sacerdotes que se encuentran en la Diócesis y siguen trabajando arduamente en sus parroquias y capillas. Muchos de ellos no han tenido nada que ver con estas acusaciones de abuso, pero están siendo apuntados y humillados día a día, por el solo hecho de ser sacerdotes.
Estos sacerdotes que no están acusados y que tienen verdadera vocación de servir a Cristo, están también siendo cuestionados. Estos hombres que han dejado todo por Cristo y por servir a la humanidad, que viven solos, que cargan con nuestros problemas, con aquellas angustias y que son un puente que nos une a Dios, que están atentos a nuestras necesidades, que nos forman y nos guían para llegar a Cristo, que nos dan consuelo cuando lo necesitamos; estos hombres también sufren, flaquean, se avergüenzan y lloran.
¿Cuántos de nosotros hemos sido apoyados por uno de ellos en tiempos de dificultad?, ¿hemos sido considerados en nuestras penas, en nuestros dolores?, ¿cuántos de nosotros hemos sido fortalecidos con su palabra en momentos de enfermedad o en la pérdida de un ser querido?, ¿cuántos de ellos nos han dado una palabra de aliento en momentos de desesperación o nos han mostrado la misericordia de Cristo?. ¿Cuántos sacerdotes trabajan intensa y sigilosamente con y para los pobres? ¿Los conocemos lo suficiente? , ¿sabemos si están enfermos?, ¿si tienen alguna necesidad?. Como feligreses nos hemos acostumbrado a exigirles que nos presten sus servicios a toda hora, pero en los momentos de dificultad, como el que estamos viviendo, les damos la espalda y los apuntamos con el dedo.
Como laicos, debemos reaccionar, dejar la parálisis en la que estamos y debemos ser capaces en primera instancia de reconocer y agradecer la buena labor de muchos de los sacerdotes que trabajan en la Diócesis y debemos mantenernos unidos fortaleciendo a la Iglesia, aferrados a Cristo, quien estará con nosotros hasta el fin de los tiempos (Mt. 28, 20). Debemos ser capaces de renovar la Iglesia junto a estos sacerdotes, esa es nuestra tarea.
Laicos Capilla Santa Ana, Chillán.
Feliz rescate en Tailandia
Señor Director:Escribo esta nota al conocer el rescate de 8 niños y su instructor, atrapados en Tailandia - gracias a la capacidad local y ayuda internacional-, y asumiendo que se completará exitosamente esta operación. Después de haber mantenido angustiado al mundo entero, nos deja una obvia enseñanza elemental a nivel mundial: los instructores de menores deben evitar las excursiones a territorios de dudosa seguridad, por muy atractivos que ellos sean.
La caverna escogida, lugar de la tragedia, ya no puede ser más peligrosa en su estado natural, sin considerar su vulnerabilidad de inundarse por efecto de lluvia local tradicional en los períodos archi conocidos por la población local.
Es imperdonable la iniciativa del instructor involucrado, el que en vez de conducir a sus chicos a lugares abiertos de gran belleza, los condujo a un panorama contrario: el oscuro e inhóspito interior de la tierra. Inentendible e imperdonable.
David Benavente.
Diputados "profesionales"
Señor Director:Entre los distintos diputados a los que se les realizó una revisión curricular, para sorpresa de muchos fueron varios los que no eran lo que decían ser. Nosotros como ciudadanos solo esperemos que este tipo de reportajes permita limpiar un poco las aguas de la política y tal cual señala un aforismo jurídico, sólo queda decir a estos diputados que "las cosas son lo que son, no lo que ellos dicen que son", y en este caso, algunos simplemente no son profesionales.
Matías Ignacio Osses Muñoz.