Epistolario entre el Presidente Pedro Aguirre Cerda y el senador Francisco Urrejola
LA OTRA HISTORIA. Los testimonios de amistad entre un masón de carrera y un ferviente católico que, por sobre sus profundas diferencias políticas, doctrinarias y religiosas, supieron sobreponer sus intereses personales a los de la Nación, legándoles este mismo ejemplo a los actuales políticos y dirigentes de la Región de Ñuble.
El proyecto de ley que permitía la creación de la Corfo fue aprobado el 29 de abril de 1939 gracias al voto disidente del senador Francisco Urrejola ("don Pancho") según lo vimos en el artículo de la semana pasada. Sus correligionarios y toda la bancada de la derecha vieron con sorpresa y horror que uno de sus más emblemáticos representantes del partido "se había dado vuelta la chaqueta", siendo acusado por esto de ser traidor al partido y de entregar el país a los comunistas y socialistas, motivo por el cual comenzó a recibir hasta amenazas de muerte que lo obligaron a ausentarse de la capital por un par de semanas para huir de incógnito y esconderse en casa de unos amigos ubicada en Viña del Mar.
Unos tres meses después, agobiado y presionado por estrictos problemas personales, decidió presentar su renuncia al cargo de consejero de la Caja de Crédito Agrario mediante una carta enviada al Presidente de la República, Pedro Aguirre Cerda, el miércoles 16 de agosto. Esta Caja era una entidad de fomento y crédito agrario estatal creada en el año 1916 y que existió hasta 1953, año en el que se fusionó con otras instituciones públicas similares como la Caja Nacional de Ahorros, la Caja de Crédito Hipotecario y el Instituto de Crédito Industrial para formar el actual Banco del Estado, y cuyo Consejo estaba formado por once miembros que eran designados por el mismo Presidente, siete de ellos representaban a los agricultores de las tres zonas del país (norte, centro y sur), los que se elegían de una terna que se le proponía, y cuatro de ellos que eran de su libre elección.
Respecto a esta renuncia podemos conocer el diálogo epistolar que existió entre ellos, ya que ambas cartas se encuentran digitalizadas en internet, siendo parte del libro "Epistolario de Pedro Aguirre Cerda (1938-1941)", del autor Leónidas Aguirre Silva. Por ello podemos saber que la respuesta del Presidente no se hizo esperar y el viernes 18 "don Pancho" recibió su carta en la que se leía:
Santiago, 16 de agosto de 1939
Sr. Don Francisco Urrejola
Querido senador y amigo:
No puedo aceptarle su renuncia. Ud. me disculpará, porque en ello no obedezco a sentimientos personales o políticos.
Grande estimación y respeto tengo por Ud. con cuya amistad me honra desde hace muchos años, pero esto no ha influido en mi determinación sino el deseo del bien público en un servicio de especial cariño para mí, en que se necesitan hombres de su rectitud y competencia excepcionales.
Quiera, mi amigo, servir a su país continuando en un cargo en el cual un hombre de otras filas lo estima indispensable.
Excuse mi insistencia y ordene a V. Affmo.
P. AGUIRRE CERDA.
Para gran sorpresa de don Pancho, este pudo constatar que el Presidente no solo no le aceptaba su renuncia, sino que lo instaba a seguir en el cargo considerando su alta calidad ética y excelencia en su actuar político.
Para el año 1939 las vidas del Presidente de 60 años y el senador de 47 tenían algunas similitudes, pero también grandes diferencias. Ambos eran provincianos, uno de un pueblito cerca de Los Andes llamado Pocuro, y otro de Concepción. Ambos se habían conocido en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, iniciando una amistad que permanecería en la vida a pesar de ir por diferentes caminos. Ambos era abogados de la Universidad de Chile, don Francisco se había titulado el año 1903 y don Pedro en 1904, a pesar de ser trece años mayor que él, habiendo estudiado antes Pedagogía con mención en Castellano en el Pedagógico. Ambos en su niñez habían sido huérfanos de padre y tenido abundantes hermanos, seis don Pacho y once don Pedro. Ambos, a pesar de haber contraído y mantenido un matrimonio estable , don Pancho con María Guilisasti Rodríguez y don Pedro con su prima hermana "misiá" Juanita Aguirre Luco, no habían podido tener hijos.
Pero sus diferencias eran muy grandes e irreconciliables en sus creencias religiosas y en su actuar político. Don Pancho era desde la cuna profundamente católico, participando activamente de todas las actividades de la Iglesia Católica, como era por ejemplo en la procesiones de la festividad religiosa de Corpus Christi, la que antes por su importancia era feriado nacional y con obligación para los católicos de asistir a misa, festividad que todas las parroquias la celebraban con procesiones. Don Pancho como una autoridad civil solía presidirla junto a las principales autoridades de la iglesia en la procesión que partía desde la Catedral de Santiago portando la cruz. Obedeciendo la voz de sus pastores, como la del obispo de Concepción, don Gilberto Fuenzalida, que indicaba que un buen católico debía participar activamente en el quehacer político como un miembro activo del Partido Conservador, pues durante toda su vida política militó en este partido.
Por su parte don Pedro había ingresado a la masonería el año 1906, a los 27 años, siendo iniciado en la logia Justicia y Libertad N° 5, continuando en la logia Unión Fraternal N°1. En 1924 era el gran orador de la logia República. En 1928 sus hermanos masones le confirieron merecidamente la calidad de Miembro Honorario. A esa edad había entrado conjuntamente al partido Radical, donde había desarrollado una brillante y ascendente carrera política hasta llegar a la primera magistratura presidiendo el bloque del Frente Popular, formado en parte por Comunistas y Socialistas. Además de ser masón y radical era rotario y bombero.
Estas diferencias doctrinarias y políticas se habían acrecentado hacía trece años, porque el año 1926 el entonces Obispo de La Serena, don José María Caro, había escrito el libro "El Misterio de la Masonería. Descorriendo el velo" marcando importantes diferencias entre católicos y masones que los hacían ser totalmente incompatibles entre sí. Sabemos de la íntima relación que existía entre "don Pancho" y el cardenal, ya que los podemos ver en una foto ingresando al avión de Panagra el año 1946, cuando José María Caro, de 80 años de edad, se dirigía a Roma a recibir del Santo Padre el capelo cardenalicio y "don Pancho", de 65 años, a Lima, a hacerse cargo de la embajada del Perú. Por otra parte, el Papa Pío XII era un ferviente anticomunista y había amenazado con la excomunión "ipso facto" para aquellos católicos que abrazaren el comunismo. Se puede apreciar en una foto a don Pancho, de 76 años, en una visita protocolar en Roma junto al Papa Pío XII, el 7 de junio de 1957, cuando este tenía 81 años, a un año antes de su muerte por infarto al miocardio.
También podemos conocer la pronta respuesta dada por un emocionado don Pacho al Presidente en que caballerosamente se excusa de no poder seguir en el cargo, ratificándole la amistad que antes le había manifestado el Presidente.
Santiago, 18 de agosto de 1939
Exmo. Señor don Pedro Aguirre Cerda
Presidente de la República.
Respetado Presidente y amigo:
Circunstancias personales me obligan a insistir en mi renuncia del cargo de consejero de la Caja de Crédito Agrario y rogarle al mismo tiempo a S.E. tenga la bondad de aceptarla.
La carta en que S.E. me comunica su decisión de no aceptar mi renuncia me ha impresionado hondamente: es un alto honor para mí que recibo como una especialísima manifestación de su benevolencia.
Si no pesaran las razones que expongo al empezar esta carta, nada habría sido más grato para mí que continuar en este cargo en el que, desde luego me siento honrado por los amistosos conceptos que S.E. consigna.
Profundamente reconocido por las generosas expresiones con que S.E. me favorece, le ruego excusar mi insistencia y aceptar los sentimientos de mi invariable amistad.
FRANCISCO URREJOLA.
Podemos apreciar a través de estas dos cartas la profunda amistad y la caballerosa y leal relación de estos dos profesionales de la alta política partidista. Uno que con su voto disidente permitió la creación de una gran empresa nacional que benefició al país y otro que se negó a aceptarle la renuncia a un cargo político que pudiera habérselo dado a un hermano correligionario. Ambos sobreponiendo los intereses de la Nación por sobre los personales, dejan el desafío que ese mismo espíritu y mística sea el que prime en nuestros líderes de la naciente región de Ñuble.