¿Cuál ha sido la participación ciudadana en asuntos de trascendencia? ¿Se ha escuchado la voz de la gente en temas que tienen consecuencias para todos? ¿Y en otros no tan importantes? Da la impresión que no. La actualidad nos muestra que se avanza en los períodos políticos, pero las mejoras de las condiciones de las grandes mayorías, se mantiene en punto muerto. Es que la clase política se olvida de sus promesas, de la lucha constante que debiera darse para eliminar la enorme y vergonzante brecha de las desigualdades.
No es justo generalizar, porque hay políticos que hacen su trabajo a conciencia. Pero las ausencias son tan notables, los privilegios tan mayúsculos, que solemos caer en la descalificación generalizada.
No quisiera abundar en ejemplos. Sin embargo, considero oportuno citar un caso que es cercano, sencillo y elocuente. Se trata de un empresario que desde hace años viene aportando soluciones a los vecinos de Chillán Viejo y que para hacerlo, debe solventar diversos obstáculos que las propias autoridades le ponen. He conversado con él y me ha dicho que siente la obligación de aportar a su gente, a los vecinos de la ciudad donde creció y se formó.
Ahora, cuando estamos a un año y medio de elecciones, quieren descalificarlo diciendo que se está candidateando para ser Alcalde. ¡Vaya qué campaña más larga y cara! No le he visto participar en ningún partido político, le invité varias veces a mis programas radiales y le escuché hacer análisis muy lógicos, sin banderías partidarias, ganándose el respeto de los demás participantes. Quién sabe si ahora, empujado espontáneamente por organizaciones vecinales beneficiarias de su aporte, opte por levantar una candidatura. Está en su derecho.
Este ejemplo lo rescato porque se trata de una persona que ha salido a la calle con espíritu de servicio y ha escuchado a la gente. ¿Acaso ese no es el papel de las autoridades elegidas democráticamente? Si esto ocurre en una pequeña ciudad, a nivel nacional la cosa es más grave aún.
La democracia nos entrega recursos para corregir estos desaguisados. Por ejemplo, trabajar al interior de los partidos políticos para limpiarlos, corregir leyes y ordenanzas, y además, cumplir lo prometido, sacar adelante los programas electorales propuestos y ser honrados con uno mismo. Si lo hacemos y lo conseguimos, comprobaremos que el sistema democrático es efectivo para construir una sociedad mejor.
Miguel Ángel San Martín Periodista.