Surge un "acuerdo por la paz" firmado por representantes de un parlamento criticado, por políticos dirigentes de partidos no creíbles y por un Presidente a quien ya casi nadie quiere. Según comentarios que circulan por las redes sociales, hay intereses de grupos o de personas detrás de este documento. Porque no hay representación de las grandes mayorías que han salido a la calle a protestar…y que lo seguirán haciendo. O sea, participación popular no hay y, según parece, en este caso no se desea que haya. Es decir, se pretende acallar las justas demandas no sólo con dureza en la calle, sino también con maniobras caducas.
Este acuerdo, contenido en un documento con puntos interesantes como la instauración de una nueva Constitución, fija condiciones inaceptables para ello, determinando mayorías y minorías, limitando en forma rara el derecho a voto, estableciendo porcentajes injustos para aprobar reformas o para ejercer cambios dentro de la democracia. Y todo ello, reitero, sin contemplar la opinión de la gente. Desgraciadamente, ese documento que alimentaba alguna esperanza de paz y de avance hacia un nuevo modelo de democracia, se transforma en papel mojado desde su propio origen.
¿Cómo se puede solucionar el grave momento que vive nuestro país? Es difícil predecirlo. Porque la clase dominante ya no es creíble. Porque no hay liderazgos nuevos, claros, transparentes, no contaminados y con ideas acordes con la circunstancia. Por ambas partes no surgen estos líderes. Ni por quienes gobiernan ni por quienes protestan.
Surgen voces desde la masa, unas más estridentes, otras más moderadas. Unas aportando ideas, otras arengándolas. Pero no se perfilan los liderazgos que sirvan de interlocutores para que se abra un diálogo por la Patria. Y en el sector que ostenta el poder, tampoco se vislumbran medidas concretas que apunten a una solución inmediata a las demandas más urgentes de las grandes mayorías. Como que se aferran al poder y buscan salidas a su conveniencia, no aceptables.
Es importante señalar que Chile ya no será como antes del 18 de Octubre. El sistema neoliberal aplicado en nuestro país, convertido en conejillo de indias, ha fracasado por completo. Y las expectativas de quienes lo inventaron y trataron de imponerlo no sólo en Chile, ahora ven como se desploma…como si Chile fuera el primer ladrillo de este muro internacional que caerá con estrépito, como otros muros, como un castillo de naipes.
Miguel Ángel San Martín Periodista.