Vivir un terremoto en construcciones en altura es muy diferente a hacerlo desde una casa de un piso. La noche del 27 de febrero de 2010 dejó al edificio Los Héroes de ese entonces como el principal afectado en Chillán, pues resultó con daños estructurales que incidieron en sus 36 departamentos.
Una de las residentes en el octavo piso en ese tiempo, es Carmen Prieto, quien compartió con Crónica Chillán que resultó con heridas leves en su cabeza, pues una muralla cayó sobre ella.
"Me cayó un trozo de pared en la cabeza y, en definitiva, me botó. Fue una herida leve, pero jamás nadie se podía imaginar que a ese edificio le iba a pasar algo", compartió.
Después de esa noche, ella y su marido se hospedaron en la casa de una hermana, pero recién pudieron retirar sus pertenencias en las dos semanas siguientes. El resto de quienes habitaban en ese edificio pasaron por experiencias similares. Específicamente en el caso de Carmen, encontró otra vivienda donde vivir recién en mayo siguiente, muy lejos del centro.
Ese edificio se demolió, pero actualmente la empresa Invertrust construye dos torres, que albergarán departamentos, oficinas y hasta un hotel en su interior.
Torres altas
Por su parte, el edificio Torre Rucamanqui también palpó de cerca el terror de las familias que vivían en él la noche del terremoto.
Brenda Mundaca vive en ese edificio, junto a su marido y sus hijos. Vivió esa noche de manera especial, pues había presenciado la noche de inauguración del Festival Nacional de Folklore, que se hizo en la explanada del estadio. Una vez de regreso, comenzaron las oscilaciones y a la pasamos miedo, porque eran cada vez más fuertes.
"Inmediatamente me di cuenta de que era un terremoto, por lo fuerte del movimiento. En mi familia tomamos la decisión de irnos a la casa de una prima a Yumbel, pero fuimos los primeros en volver, cuando aún no había ascensor ni gas. El hecho de que no se haya caído con ese tremendo remezó nos enseñó que es muy seguro y se arregló todo lo que se tenía que arreglar. Estoy tranquila viviendo acá", confesó.
Hasta la actualidad permanece Juan Mora, el conserje que esa noche ayudó a los vecinos de la Torre Rucamanqui para contener su miedo.
Ha cambiado la administración desde entonces y la seguridad en el lugar ha mejorado. También la condición en que permanecen sus ascensores.
En tanto, la realidad en el edificio Torre Mayor ha cambiado, pues hay una rotativa entre los habitantes de sus 76 departamentos. El constructor Ariel Larenas está entre ellos.
La comunidad del edificio ha cambado en estos años, algunos incluso traumados por los vivido esa noche.