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Chillanejos sortean distancia

CORONAVIRUS. Nacidos en la capital de Ñuble, hoy se enfrentan a la lejanía de sus seres más queridos por el cordón sanitario que se aplica en la zona para prevenir contagios del Covid-19.
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Tres chillanejos que hoy se encuentran en diferentes partes del país, tras haber decidido partir de la ciudad que los vio crecer, por motivos principalmente laborales y familiares, se ven enfrentados a la barrera impuesta por el coronavirus que les impide entrar a la ciudad de Chillán, donde viven sus familiares más queridos y amigos de la vida.

Los tres coinciden en una cosa: las redes sociales se han convertido en gran aliada para mantener el contacto con sus padres y seres más queridos.

Paola Cabrera

Hace un año Paola Cabrera vive en Parral, viaja de lunes a viernes a trabajar en una institución de educación superior ubicada en Chillán, además, es el lugar donde viven sus padres, a quienes no ve desde el inicio del cordón sanitario que se implementó el lunes 23 de marzo y que impide entrar y salir de la ciudad.

"La última vez que vi a mi papá fue el día que se cerró la ciudad. Ese día tuve que viajar para coordinar cómo sería mi trabajo desde la casa, entonces, pasé rápidamente a despedirme de ellos, pero no alcancé a ver a mi mamá, fue un momento muy difícil…así que no me pude despedir de ella porque el tiempo era muy acotado. Fue un momento muy emotivo porque uno no sabe cuándo los volverás a ver", comenta.

"Además de la lejanía de mis papás y seres más queridos que están en Chillán, se me suma que mi hijo mayor esta viviendo en otra ciudad por temas de estudio. A él no lo veo hace por lo menos dos semanas, y creo que la fecha más próxima, sería para las vacaciones de invierno", agrega Paola.

Sobre cómo ha mantenido la comunicación, Paola Cabrera, dice que "las redes sociales han ayudado muchísimo y no solo a mí, sino que a todos. El teléfono, el Facebook y el WhasApp han sido fundamentales en este momento que uno necesita comunicarse con los seres queridos, para saber cómo están, cómo lo están pasando. Hay que intentar no siempre hablar del tema país para que nos libere de toda esta tensión".

Para Paola, lo fundamental para cuando termine la pandemia, es que "seamos un poco más empáticos. Como sociedad tenemos que entender que somos una comunidad, que si algo no va bien somos todos responsables. Hay que empezar a actuar desde la empatía para vivir, crecer de una mejor manera".

Raúl Sepúlveda

El trabajador social Raúl Sepúlveda estudió en un instituto chillanejo y, para complementar esos estudios, viajó el año pasado hasta España, lugar donde estuvo hasta principios de marzo. Cuando regresó de ese país, no tuvo opción para emprender rumbo a Chillán.

"Actualmente estoy con parte de mi familia en Santiago, estamos en cuarentena. En Chillán está mi papá y en agosto fue la última vez que lo vi. El recuerdo que tengo más latente en mi memoria fue cuando nos despedimos antes de irme a España, fue una conversación en donde él me dijo cosas para mi vidia que nunca olvidaré".

Si bien la distancia ha sido frecuente durante los últimos meses para Raúl, ha sabido llevar la cuarentena y cierre de la ciudad lo más tranquilo posible. "WhatsApp soluciona la vida, además de Instagram. Esos son los medios con los que he podido contactarme con todos los seres queridos, desde que estuve en España que me he tenido que comunicar así, con mi familia y mis amigos, y es lo que he estado manteniendo por el momento".

Para Raúl, la pandemia del Covid-19 que afecta a todo el mundo la resume de una forma: "Todas las crisis son oportunidades, en el momento son difícil de sortearlas esta nos esta dando una gran lección, estamos insertos en un medio muy individualista que nos exige, pero no entrega nada. Espero que luego de todo esto, la humanidad pueda ser más empática, la empatía por el otro… es una oportunidad para la evolución", manifestó.

Rodrigo Castro

El ingeniero civil informático Rodrigo Castro vive hace casi seis años en la comuna de Santiago Centro, y como tal también vive la cuarentena decretada por el Gobierno para prevenir los contagios del coronavirus en la capital.

"A mi familia no la veo desde mediados de enero de este año, que nos vimos particularmente con mi padre y mi madre ya que me vinieron a visitar unas semanas debido a un tema médico mío. Y con respecto a algún recuerdo bonito que se me puede venir a la mente, básicamente son las instancias de Navidad y año nuevo, tanto del último año que pasó o anteriores ya que son fechas en las que siempre viajo a verlos y compartir con la familia", comenta.

Como experto en el área digital, Rodrigo señala que esta pandemia "esperaría que haya una mayor valoración de los medios, principalmente tecnológicos, que nos permiten interrelacionarnos en estas situaciones y que, probablemente dada la contingencia, se pueda demostrar que hay formas distintas de mantenerse productivo compatibilizando la vida personal y el trabajo, que sin duda no aplica para todas las personas y rubros, pero creo que permite abrir el espectro de posibilidades".


a través de las redes sociales

El mercado online de verduras y flores de emprendedora

YUNGAY. Covid-19 no es traba para que Nancy Carrasco entregue sus hortalizas.
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Cambio, que aprovechan las oportunidades. Este es el caso de Nancy Carrasco Guevara, una emprendedora de 45 años, que hoy saca cuentas alegres gracias a su invernadero.

Luego de que su esposo quedara sin trabajo, esta madre de tres hijos, aprovechó todas las herramientas que PRODEMU Ñuble les brinda a las mujeres rurales de Yungay. "

"PRODEMU Ñuble nos ha ayudado harto, nos ha orientado y siempre participamos de los cursos. Nosotras pensábamos que era superficial, que iban a llegar a entregarnos la semilla y que nosotras armáramos, pero en realidad se han preocupado mucho de nosotras, de enseñarnos y como mujeres estamos agradecidas", comenta emocionada.

El año pasado Nancy Carrasco comenzó con su invernadero tras recibir un aporte de $330.000 gracias al programa Mujeres Rurales, lo que junto a sus ahorros le permitió tener hoy día un cobertizo de 6x16 metros. Pero el camino no fue fácil.

"Yo fui una de las última en armarlo. Ese mismo año vino el viento y la lluvia y lo botó todo. Lo volví a levantar, lloré un poco, pero seguí adelante y en el camino se quemó mi casa. Pero me volví a levantar porque el invernadero me ha ayudado mucho", relata.

Agrega efusiva que, luego de estas piedras en el camino, "ya tenemos nuestras cosechas y hemos vendido todo. Yo me he basado mucho en las ventas por internet. "A nosotras nos orientaron en las ventas en una clase de PRODEMU Ñuble para hacerlas por internet, así que me di ánimo y empecé a hacerlo. Sembrar tomates, porotos, acelgas, lechugas y flores sólo le ha traído felicidad a Nancy. "A mí el invernadero me ha cambiado la vida. Yo no veo cuarentena ni aglomeraciones. Yo sólo estoy trabajando, a mí se me van las horas. Es un alivio y una paz estar ahí", señala.

Como ella misma relata toda su cosecha se vendió y ahora le ayuda con las ventas a sus diez compañeras del grupo "Semillitas del futuro", "porque ellas viven lejos, entonces les pido sus verduras y se las vendo, vendo lo mío y las estoy ayudando, dándoles siempre ánimo".

Además de generar sus propios recursos económicos, Nancy ha extendido sus redes de apoyo gracias a sus compañeras agricultoras.