lcaldes
Hace un par de semanas, Evelyn Matthei declaraba para un medio nacional que "los próximos candidatos presidenciales van a salir entre los alcaldes y no más de los senadores", reinstalando un debate -el presidencial- en Chile Vamos y dándole un fuerte espaldarazo a su correligionario Joaquín Lavín.
La encuesta Agenda Ciudadana Abril 2020, de Criteria Research, reflejó que los alcaldes se encuentran entre los tres actores más relevantes en la pandemia, sólo precedidos por los profesionales de la salud, y que el mejor posicionado para ser Presidente de Chile es un alcalde, Joaquín Lavín, con un 18% de las preferencias espontáneas en una pregunta abierta. Lo anterior parece ser una buena fotografía de nuestra carrera política y del termómetro electoral actual. Sin embargo, la canasta no sólo se empieza a llenar para Chile Vamos. Por su parte, desde la oposición -más allá de la ex Concertación- los alcaldes Jorge Sharp y Daniel Jadue también son ampliamente conocidos y distinguidos por la ciudadanía. El alcalde de Valparaíso goza de un 56% de aprobación y el mandamás de Recoleta cautiva en un 53%. De esta forma, puede que en la próxima elección de Presidente veamos a alguien saltar desde sillón edilicio al sillón presidencial y que la ex Nueva Mayoría se quede sin sillón ni silla.
Javier A. Labrín Jofré Director ejecutivo Fundación Libertad
Ciberseguridad
El brote de covid-19 ha puesto una presión inesperada a los equipos de tecnologías de la información (TI) de las empresas, organizaciones e instituciones públicas y privadas, debido a la digitalización acelerada que se ha experimentado por el incremento de la necesidad de ejecutar labores de teletrabajo. Estos han debido desafiar las condiciones de cuarentena y "correr" para poner a disposición de los trabajadores accesos remotos y entregar equipamiento de conexión, así como también verificar que los sistemas soporten estos accesos.
El problema que surge de la expansión de accesos remotos es que abre potenciales puertas para cometer fraudes digitales. Hasta el momento, no se ha tenido el tiempo de evaluar ni mitigar los puntos de riesgos, lo que se ha traducido en un aumento de las denuncias de ataques y fraudes cibernéticos.
Es urgente que los profesionales actualicen sus conocimientos respecto a metodologías, tecnologías y estándares de seguridad para masificar la cantidad de profesionales competentes que puedan ejercer medidas de ciberseguridad efectivas y anticipar los riesgos ante la ocurrencia de situaciones de emergencia como la que se está viviendo.
Miguel Ángel Díaz Académico Departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información, Facultad de Economía y Negocios, Universidad de Chile
Economía: retorno gradual
Existen cada vez menos dudas respecto a los nefastos efectos económicos asociados a la pandemia desatada por el coronavirus COVID-19. Y si bien resulta más o menos claro lo grave de la crisis que se avecina, persiste la incertidumbre respecto de su alcance y magnitud en sectores específicos de nuestra economía.
A nivel macro, las políticas orientadas a proveer de liquidez al mercado son necesarias, pero en ningún caso serán suficientes para mitigar los efectos negativos de la pandemia. Se requiere de políticas micro que respondan a características específicas del sector al cual están destinadas. Lo anterior, puesto que una correcta asignación de recursos requiere conocimiento de las necesidades y requerimientos específicos del sector al cual se dirigen estos recursos.
Un aspecto a considerar al momento de diseñar estas políticas tiene que ver con los potenciales efectos de más largo aliento que esta pandemia parece estar provocando. Evidencia anecdótica sugiere que muchas transformaciones de carácter estructural se han acelerado, lo que ha redundado en costos de ajuste difíciles de cuantificar. Por ejemplo, el teletrabajo se ha posicionado como una importante herramienta para el desarrollo de muchas tareas (no todas, por supuesto) en muchos sectores (considere el sector educación, por ejemplo). Sin embargo, su implementación ha significado en muchos casos, una adecuación forzosa y casi instantánea tanto de trabajadores como de organizaciones. Misma situación ocurre con el comercio minorista y su adecuación al formato de ventas online.
En tiempos normales, este tipo de ajustes ocurre en paralelo con el desarrollo de habilidades y competencias necesarias, y que producto de esta pandemia se han debido acelerar. En este escenario, una política gradual y segura de normalización de la actividad económica (apertura gradual de comercios, retorno gradual de empleados públicos a sus puestos de trabajo) podría impactar positivamente no solo en la revitalización de la actividad económica, sino que también en la suavización de los costos asociados a la correcta internalización de estos cambios tecnológicos. Sin embargo, políticas como éstas deben concebirse en un contexto en el cual el fin último sea facilitar y promover una correcta transición y adecuación de empresas, trabajadores y consumidores a la nueva realidad que esta pandemia parece estar provocado.
Cristian Troncoso Investigador Universidad Andrés Bello