Alejandro Cid Marchant, párroco de la Parroquia El Buen Pastor en Chillán, lleva un poco más de 60 días de labores pastorales y sociales en la zona de Los Volcanes. El hecho de haber vivido los primeros meses de la pandemia del covid-19 en España y luego llegar a su Chillán natal, aunado a sus estudios de teología, filosofía y su pasión por la antropología social, le dan la visión de la "pobreza multifacética".
Esta realidad que es tangible en el sector de Los Volcanes y otras zonas de la ciudad, han llevado a consolidar "una fiesta de la solidaridad", en donde reparten de lunes a viernes 800 raciones de comidas, labor que se ha logrado durante un mes, gracias al trabajo en equipo que han realizado las juntas de vecinos, la Iglesia Católica, los militares y los gobiernos, tanto regional como municipal, además del Cesfam Los Volcanes que brinda apoyo para la sanitización, se han sumado organizaciones civiles como Hogar de Cristo o particulares y el Ejército.
- ¿Por qué hacer una olla comunal?
- El gral. Cristián Vial, tuvo una mirada muy regionalista de cuáles serían los posibles lugares de conflicto social, y visualizó claramente el sector de Los Volcanes, se entrevistó con mi persona, luego con los jefes de las junta comunales y me dijo "aquí hay hambre, hay pobreza, yo tengo cocina de campañas, pero no tengo insumos". En nombre de la parroquia y de la iglesia, le dije nosotros vamos a poner los insumos así que echemos a andar a olla".
- ¿Cuándo comenzaron?
. El viernes 22 de mayo reiteré la lista del menú para comprar los insumos, el lunes comenzamos a entregar 256 raciones, el martes 366, el miércoles 400 raciones, al tercer día ya teníamos el tope de la capacidad técnica de la cocina de campaña. Durante 2 semanas entregamos 400 raciones diarias, luego recibimos un aporte de la Municipalidad de Chillán y aumentamos a 800 raciones. En la misma lógica donde los militares preparan y entregan los alimentos.
- ¿Hay personas que sólo tengan este plato de alimentos al día?
- Sin duda, porque la pobreza no sólo es la falta de recursos económicos, sino también de apoyo social, de redes. Hay mucha gente sola, muchos adultos mayores solos. Los Volcanes es un sector de emigrantes de primera generación, bien porque vienen del extranjero o porque vienen de los campos. La pobreza tiene que ver con enfermedades terminales, la cesantía, la violencia, las drogas. Nadie se hace pobre con la emigración, la pobreza también tiene características en aquellos que no tienen soporte social o red de apoyo, sin duda, que es una pobreza multifacética, es decir que tiene muchas razones o raíces del por qué hay hermanos nuestros que lo están pasando tan mal.
- ¿La iglesia y los militares están enviando otro mensaje sociocultural al pueblo?
- Sin duda. Todo entramado social se construye por instituciones. Chile en las últimas décadas ha destrozado sus instituciones, no creemos en la justicia, en la educación, en la Iglesia, en la policía, hemos destrozado el tejido social que se construye en la institucionalidad que debe tener cada país. Ahora que dos instituciones desprestigiadas asuman un rol de primera línea, creo que es profético y es necesario, porque tenemos que descubrir que los militares, las Fuerzas Armadas no están en contra del pueblo, son parte del pueblo que construimos todos. Ese discurso dialéctico de oposición civiles y militares no contribuyen a un bien común, al igual que el discurso de una Iglesia alejada de la realidad no contribuye, somos un símbolo concreto de una Iglesia que está abierta más allá del credo religioso.
- ¿Qué nos deja esta pandemia como lección?
- La pandemia nos está recordando la dignidad de todo ser humano, la pandemia nos está recordando que nadie se salva solo, en el plano teológico; la pandemia nos está recordando que conceptos como el bien común no son una abstracción, sino que es una realidad, lo que me pase a mí influye en el otro, lo que le pasa al otro me influye a mí, para bien o para mal, mientras no comprendamos como sociedad chilena y como cultura que la primacía del bien común, de la sociedad de bienestar como se conoce en Europa, es responsabilidad mía. Todo está conectado. Esas nociones ya sean teológicas o sociales son las que tenemos que aprender a reconocer.