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Valentina Salazar volvió a lanzar la jabalina tras retomar el entrenamiento

CHILLANEJA. Tras el término de la cuarentena en el sector oriente de Santiago, la atleta a que obtuviese récord nacional juvenil de lanzamiento en 2015, completó ayer el primer entrenamiento
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Juan Pablo Ríos

La felicidad es más bien escasa por estos días, particularmente porque el coronavirus ha sido implacable, con grandes estragos desde su llegada a Chile a inicios de marzo pasado. Pero hay quienes sí pueden esbozar una sonrisa. Ese es el caso de la prolífica lanzadora de jabalina chillaneja Valentina Salazar, quien durante la mañana de este miércoles regresó a los entrenamientos en San Carlos de Apoquindo, por su Club Deportivo Universidad Católica directamente en la pista de atletismo.

Por supuesto que en condiciones normales esto no sería noticia, sin embargo, vale destacar que muchos de los atletas nacionales han tenido que variar sus rutinas de entrenamientos, reducirlas y adaptarlas principalmente a lo que sus propios hogares pueden brindarles. Por ello, Valentina siente que esto es un síntoma de que la "nueva normalidad" está más cerca que nunca.

Radicada en Santiago desde hace unos años, la muchacha de 24 años cuenta que para llevar a cabo este regreso a la pista, se ha tenido que implementar un estricto protocolo de prevención, obviamente para reducir el riesgo de contagio. "Somos hartos. Solo pueden estar cuatro personas en la pista a la vez, la que se compartirá con los velocistas y saltadores. Hay todo un horario que se planificó estrictamente. Por ejemplo, yo voy de 10 a 11.45 de la mañana, por lo que tengo que ser muy puntual para aprovechar bien el tiempo", asegura.

En esa línea, Vale confiesa que se le ha hecho muy largo todos estos meses sin lanzar. "Tengo muchas ganas, imagínate cinco meses sin pisar una pista ni tocar una jabalina. Me las tuve que ingeniar durante todo el confinamiento para entrenar en lo físico en mi departamento. Ahora disfrutaré como una niña", manifiesta quien en 2015 alcanzó el récord juvenil con un lanzamiento de 52,09 metros.

Respecto a lo que tuvo que realizar durante el encierro, la ñublensina cuenta que -como varios- incluso tuvo que invertir en equipamiento. Sin embargo, no se arrepiente. "Mi compra estrella de esta cuarentena fueron las pesas. Me salvaron caleta, porque a veces uno necesita ejercitar otras partes del cuerpo. Lo aproveché harto, sobre todo porque acá en la casa solo pude hacer imitaciones, ya que es imposible lanzar una jabalina en tan poco espacio", agrega.

Lo poco amigable, dice Valentina, es que por lo anterior le fue muy difícil seguir el modelo que se usa en el lanzamiento como tal. "Nosotros lo hacemos a pie firme, un paso, tres pasos, cinco pasos y luego viene la carrera completa. Acá solo se podía hacer hasta un paso. Había que ingeniárselas, priorizando las cosas que uno podía hacer", expresa.

VIDA LABORAL

Tal como se mencionó párrafos atrás, la oriunda de Chillán se estableció en Santiago hace algún tiempo. Ello, principalmente porque pudo compatibilizar su pasión por la jabalina y sus estudios de Terapia Ocupacional. Es que si bien egresó el año pasado, revela que todavía no encontró una oferta de trabajo que la satisfaga por completo. No obstante, confiesa que por ahora se desempeña como profe extraescolar de un establecimiento allá en la capital.

"Aún no tengo una pega que me amarre 100% acá. Aunque estoy como entrenadora de atletismo en el Colegio Los Andes. Lo que sí, obviamente quiero ejercer mi profesión. De hecho, si me llega una oferta interesante desde Chillán, eventualmente la podría tomar", garantiza.

Por último, afirma que unas de sus principales metas tras este regreso a las pistas es uno solo. "Quiero retomar mi nivel. Quizás por mi último año de universidad, cuando hice internado, no pude entrenar como hubiese querido. La parte psicológica igual juega muy en contra, pero ahora estamos con las pilas recargadas", cierra.