"Quiero mucho a la greda y le agradezco todo le tengo"
TRADICIONES. Mónica Venegas, alfarera de Quinchamalí, dedica su vida a cultivar este arte, pasión que adquirió de la mano de artesanas de la zona, enseñanzas que ahora lleva a cabo.
A los 19 años de edad, Mónica Venegas Rojas, conoció a las alfareras de Quinchamalí, cuando llegó desde Santiago con su esposo y conoció a su familia, quiénes, en su mayoría, abuelos, padres, bisabuelos y tías, practicaban este tradicional arte popular. En ese instante, una de sus principales maestras fue María Estela Valenzuela, tía de su cónyugue, quién le hizo sus primeras clases entregándole todos sus conocimientos y técnicas sobre el moldeo de greda.
Ya lleva 35 años en este oficio, del cual dice estar enamorada y que desde que lo aprendió sintió que sus manos estaban predestinadas, expresión que ha hecho visible con la calidad de su trabajo, la que lo ha llevado a conseguir durante el 2014 a ser declarada "Tesoro Humano Vivo" por parte del Ministerio de las Culturas las Artes y el Patrimonio, pero además, en 2017 recibir el "Sello de Excelencia a la Artesanía en Chile" y el apoyo permanente de parte del Instituto de Desarrollo Agropecuario (Indap), específicamente, a través de su Programa de Desarrollo Local (Prodesal).
Remóntese al instante en que tuvo su primer acercamiento con la alfarería de Quinchamalí ¿Cuál fue su primera impresión y experiencia con el arte en greda?
"Cuando llegué y vi lo que hacía la tía de mi esposo, me impresionó mucho, porque lo único que conocía, en cuanto a artesanía era la loza de Pomaire, más cerca de Santiago. Vi la loza negra con diseños blancos, que se caracterizaba por diseños muy pintorescos con flores y con mucha cultura arraigada a esa zona, me interesó aprender de inmediato. No me costó mucho, siempre he pensado que Quinchamalí me estaba esperando que llegara, porque si bien es cierto tuve la oportunidad de estudiar una carrera técnica, pero nunca la ejercí, porque la alfarería me llenó, acaparó totalmente mi interés y por lo que he dado tantos años".
"Así fue como esta práctica la hice mi quehacer diario y obteniendo más experiencia. Fue como una llave que se abrió igual en Quinchamalí, porque este lugar se caracterizaba por el tipo de loza según el sector en el que se vivía. Ejemplo, en el sector norte, se hacía todo lo que era juguetería y piezas de adornos, en el sector sur y en Santa Cruz se hacían utensilios, ahí dijé como nos vamos a ir a Chillán con una sola, así fue como incursioné y no me costó, porque aprendí también a hacer piezas utilitarias, como ollas, palas, jarros y vasos".
"La Guitarrera" es uno de sus trabajos favoritos y una de sus especialidades. Esta figura icónica, que representa la identidad de las mujeres campesinas, la comercializa junto a otras piezas de greda con diversos tamaños y precios, los que exhibe en su taller de trabajo que pudo construir gracias al apoyo de Indap, por medio del programa Prodesal. Aquí recibe a sus clientes y tiene una sala de ventas en donde optimiza cada vez más su espacio para trabajar.
¿Cuando decidió que su propósito era conservar esta tradición plástica?
"En el momento, que hice mi primer trabajo y recibí elogios de que estaba bien hecho, porque era atractivo y además, porque conservaba las tradiciones. Me bastó eso para continuar. Fue lo que me dio alegría, llenó mi vida, en lo espiritual y económico. Cuando uno trabaja en lo que le gusta, además de sentir amor y cariño, es importante destacar que te remunera, te ayuda a mantenerte económicamente, que es lo mejor. Pero para eso, hay que trabajar bastante".
"Quiero mucho a la greda, le agradezco todo, le tengo mucho respeto por su trascendencia y cultura campesina. Este camino, ha sido como lo pensé cuando este arte me cautivó, ha sido mucho de transmitir y de comunicar, como lo hice cuando fui al extranjero a presentarlo. Ahí compartí con otros artesanos y enseñé lo que la tierra generosamente me dio como un legado".
De la mano, de lo anterior, ¿Cuál es el mensaje que le daría a los jóvenes, que quizás estén aprendiendo recién algún arte, que de repente, les da miedo lanzar su idea, porque sienten que económicamente en Chile, el arte no es muy bien remunerado?
"Tienen que seguir sus sueños, perseverar en lo que quieren, en lo que tienen fe. No quedarse con el saber y el hacer, somos muy responsables de seguir comunicando y heredando todo lo que sabemos, porque no sacamos nada con guardarlo. Siento que primero se lo debemos entregar a nuestras familias".
"Por otro lado, creo que los jóvenes deben aprovechar todas las oportunidades que hay de estudiar y aprender lo que más les atraiga, hay más facilidades, en comparación, a la época que yo era jóven, en los 80, costaba mucho estudiar y si no alcanzabas a terminar el colegio debías dejarlo y ponerte a trabajar".
"Ahora, lo que tenemos que hacer las alfareras de más edad, es incentivar a la juventud de que si se decide en ser alfarero no va a ser muy difícil, solo deben perseverar y ponerle toda la energía. Pero también intentar que este trabajo sea colaborativo, debemos unirnos para conseguir objetivos claros. Por lo mismo, invito a que se acerquen a quiénes llevamos más tiempo en esto, el conocimiento será entregado si se motivan".