Eugéne de Robiano ( Huy, Lieja, Bélgica 1848 - Bruselas, 1914)), escritor, con estudios de leyes, político y viajero, quien inicia a los 27 años, un viaje por América del Sur, entre 1875 y 1878, recorriendo Brasil, Uruguay, Argentina y Chile, publicando su diario de viaje en París en dos partes, entre 1878 y 1882. Su diario, publicado en francés, se tituló: "Dieciocho meses en América del Sur". El relato de Robiano, trata de las impresiones de ese derrotero de un año medio por tierras tan atractivas para los europeos del siglo XIX.
Robiano, va explorando desde el norte hacia el sur el territorio chileno y ya al aproximarse a Chillán, desde Parral nos relata sobre el servicio de tren, recién inaugurado en ese tramo: "De Parral, término del viaje de esta máquina infernal, una línea de ferrocarril conduce en pocas horas a Chillán. Esta línea, que se prosigue ya hasta Concepción, está destinada a unir más tarde esta importante ciudad con la capital. Es la empresa particular de un rico inglés, Mr. Slater. Inaugurado solamente el día anterior, el tren que tomé en Parral andaba admirablemente y la vía me pareció construida por mano maestra…".
Luego llega a la ciudad de Chillán y la compara con otras ciudades del centro de Chile: "Conservo un excelente recuerdo de Chillán, donde me detuve algún tiempo para gozar de un vistazo de lo que se llama aquí la gran feria. Si se considera solamente la ciudad misma, Chillán no presenta ninguna diferencia con Santa Rosa de los Andes, con Talca o con Linares, que pueden ser atravesadas en diligencia". Robiano, pasa después a describir la Plaza de la Independencia en ese entonces (hoy Plaza O´Higgins o de Armas): "Como en todas estas pequeñas ciudades del interior, el único haber se reduce a una gran plaza central, exteriormente plantada de avenidas, interiormente adornadas de un gran jardín con senderos rodeados de flores, fuentes, balaustradas y bosquecillos circundando invariablemente un quiosco en el que la banda toca los domingos y las tardes de los jueves de cada semana". Continúa con la descripción de lo que circunda a la plaza: "Dando sobre la plaza hay una grande y hermosa iglesia, una que otra bella mansión y un grupo de almacenes que se abren bajo alguna vieja arcada… y eso es todo".
Finalmente, se centra en describir la Feria de Chillán, la que daba fama a la ciudad, a fines del siglo XIX y gran parte del siglo XX: "Pero la ciudad, de ordinario tranquila, se despierta y anima curiosamente el sábado. Ese día es la feria. Dicho de otro modo, día del gran mercado. Hay que verla, entonces, la Plaza del Mercado, atestada de carretas con bueyes, de todas formas y dimensiones, rebosando de productos revueltos de las más diversas procedencias. Grupos de hombres y tropas de bestias venidos de veinte leguas a la redonda, estacionando, andando, gritando, bramando en medio de una masa abigarrada que, de la ciudad misma o bien de los confines de la Cordillera de los Andes viene, hacia las nueve de la mañana, vender, cambiar, aprovisionarse para la semana. Es perfectamente el caos que a veces queremos representarnos y del cual nunca tendremos idea si no hemos estado mezclados a él".
La visión de Eugéne de Robiano, en sus notas sobre la ciudad de fines del siglo XIX, lo llevó a ofrecernos una valiosa fuente y testimonio sobre su imagen del Chillán finisecular.
Alicia Romero Historiadora